Capítulo único: "Obsesión"

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Ya sea en los rincones más inseguros de la cuidad de Tokio, en la profundidad del bosque o cualquiera que sea el lugar que se encuentre bañado por el anochecer; no importa dónde se encuentre, aquel demonio llamado Hairo siempre se encuentra recordando "esa noche". La noche en donde nunca creyó sentirse tan cerca de la muerte desde que se convirtió en demonio.

Las imágenes de aquel suceso invaden su mente en casi cada momento donde cree encontrar algo de calma. Lo llena de rabia recordar su debilidad, la impotencia de haber quedado a merced de un humano, y tener presente que si no hubiera escapado por nada más un aparente milagro, habría muerto a manos de este. Y con el colmo de escucharlo recalcado su falta de capacidad mientras balanceaba la rojiza hoja de su nichirinto contra él.

Con asco y fortuna de su buena memoria, maldice y agradece tener grabado el aspecto de aquel cazador. Incluso el aroma de su sangre por una mísera herida que logró causarle mientras luchaba por su vida, aunque recibiendo el doble de daño en el proceso.

Alto, fornido; obteniendo una apariencia intimidante aunque en ese momento se le acercaba con un paso tortuosamente lento. Mirada fría aunque sus ojos, incluso cuerbitos por la oscuridad del cielo, brillaran como el atardecer. Un color ambar que por muy "bello" que se le pudiera considerar en cualquier otro contexto, para él era tan repugnante como el color de sus hebras, que eran casi tan doradas como el mismo sol que podría aniquilarlo; con la diferencia de ser acompañadas con una terminación rojiza. La imagen del fuego representaba en una persona, llamas usadas en la respiración que casi le corta la cabeza. Un calor infernal que casi podía volver a sentir cortando su carne.

Esa noche pudo haber caído en el infierno, mas ese hombre se encargó de ser su purgatorio. Una misable broma del destino luego de saber cómo era que se llamaba.

"Rengoku". Efectivamente, el fuego lo acompaña en algo más que el aspecto y la técnica.

Pero dejando aquella pequeña observación de lado, por fin podía sentir algo muy diferente a su furia habitual. Por un momento creyó haber olvidado lo que sentía estar alegre. ¿Cómo no estarlo luego de tener más pistas sobre el maldito que casi lo mata? El nombre de "Rengoku Shinjuro", ahora recorría su mente junto al recuerdo de su imagen.

Una afilada sonrisa se presentó en el demonio cuando supo cómo era que se llamaba ese cazador. Se encargó de pronunciarlo una y otra vez desde ese momento, encargandose de grabarlo a fuego en su memoria, de una manera en la que jamás abandonara su mente. Un paso tan pequeño como ese logró apaciguar la frustración que le generaba no tener aunque sea una pista de su identidad, y hasta evitó que se encajara una bala en la cabeza por no saber manejar sus emociones.

Una carcajada salió gustosa desde lo profundo de su garganta, y usando casi todo el aire de sus pulmones para aquella pequeña celebración. La calma luego fue difícil de conseguir, pero necesitaba estar totalmente centrado para imaginar adecuadamente qué le haría una vez lo tuviera frente a él nuevamente.

No por nada se había esforzado durante tantos años para volverse fuerte y devolver absolutamente todo lo que le hizo. Aunque el deseo de hacer incluso "más" tampoco sonaba mal en absoluto. Dejaría a su rencor hablar una vez se encontrara con su tan deseada presa.

Ese hombre no tendrá más opción que recibir todo lo que guardaba en su corazón para él durante todos esos años. No lo dejará escapar de la misma forma en la que él lo hizo. Se arrepentirá de no haber cortado su cabeza cuando pudo, y le dará tantas cicatrices hasta compensar las que él dejó en su alma.

Lo acorralará de tal manera que aparte de hacerle ver una inexistente salida, le dejará claro algo incluso más importante que eso.

Le hará entender que la noche donde lo encuentre, él será completamente suyo.

Aparte de rencoroso, Hairo también reconoce ser muy posesivo con le que considera de su pertenencia. Por lo tanto, así será con Shinjuro al tener el papel de la fuente de su ira. Será su objetivo, su futura víctima, su presa, simplemente suyo. Y evidentemente piensa marcarlo como tal antes de acabar con él.

Las fracturas en sus extremidades para mamtenerlo quieto no serían suficientes, las heridas causadas por los disparos tampoco bastarían, pero de alguna manera lo tendrían cerca de la satisfacción al darle la imagen de verlo tan indefenso como él lo estuvo en antaño.

Quiere, desea, anhela tenerlo debajo de él y mostrarle quién era el depredador ahora. Ver de cerca la desesperación en sus ojos, su respiración agitada tanto por el temor como por sus heridas.

Muere por decirle:

"—¿Qué? ¿Acaso quieres correr?".

Y recordarle que no tiene esa opción. No al estar a nada de ser devorado por él. No al por fin tenerlo donde tanto quería, y apenas comenzando con su diversión.

Quiere dejar marcas que solamente sean posibles de identificar como sus propias garras para dejar en claro quién había estado sobre él. Quiere ver cómo brota el rojo de las laceraciones junto al aroma que se juró a sí mismo recordar.

Y quizás darse el gusto de saborar la realidad que crearía. Clavar sus colmillos para hacerlo gritar por el dolor y la desesperación que podría generarle la idea de morir así. La emoción de imaginar ese momento es tal, que deberá recordarse no arrancar la carne demasiado pronto. No hasta estar seguro de saborear adecuadamente el momento, su sangre, el sabor de su victoria junto al de su presa perdiendo el aliento, pero no lo suficiente para partir al otro mundo.

Quería ver que Shinjuro se aferrara tanto a la vida, como a su espalda en una silenciosa súplica por misericordia.

La única razón por la que le ofrecería dicha piedad es una bastante sencilla: Porque matarlo de inmediato sería demasiado benigno de su parte. Y él no es una persona, un demonio, gentil. Incertar una bala en el cráneo de ese hombre sería demasiado aburrido, de paso. Él odiaba aburrirse. Más si se trataba de algo que había deseado por tantos años de tenerlo en su mente.

Y él sabe cómo cuidar lo que desea a la perfección.

Desde allí podía sentir el temblor de su cuerpo, y la emoción es tal, que solamente podía controlarse sonriendo mientras apretaba los dientes, abrazándose a sí mismo y moriendo el inicio de su dedo índice, sacando sangre atraves de la tela de sus guantes. Intentando respirar profundamente, riendo ante la imagen que tantas noches había repetido en su cabeza, mientras nuevamente se coloca en marcha para encontrar a la fuente de su obsesión.

Jurando una y otra vez, por toda deidad habida y por haber, por su orgullo como demonio y como hombre, que Rengoku Shinjuro será suyo para que ese deseo se cumpla.

Pasos apresurados se escuchan en el silencio de las calles. Emocionados por nada más que buscar un camino a recorrer con gusto para obtener algo de provecho o simplemente calmar la ansiedad que le daba de tener a ese hombre más lejos que cerca de sus manos.

Aprieta sus puños para contenerse, internamente preparándose para el momento en el que sus manos tengan algo mucho más conformarte que ese simple y desesperante vacío.

—Solo espera... solo espera, Shinjuro. —le deseó al hombre que de más está inconsciente sobre el destino que el demonio planea para él.

Mientras más ignorante se encuentre sobre su perseguidor, más desesperado estará al enfrentarlo. Y más feliz estará Hairo de hacerle ver que dejar su existencia en el mundo será el peor error que pudo haber cometido en su vida.

Fin
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Bien, hace muchísimo tiempo que quería hacerle algo a este par. Y aunque fuera una historia corta, estoy levemente satisfecha con esto. Espero poder tener más ideas para este par en algún momento.

Y ojalá que les haya gustado.

"Rencoroso"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora