(JiMin a los 21 años)
De: Park JiMin
Para: *
Estado: Borradores.
Gritos lastimeros llaman mi atención, por lo que salgo de mi habitación en paz y tranquilidad, sabiendo a quien pertenecen.
—Mamá levántate.— Solicito a la persona que yace tirada en el suelo, llorando de forma desconsolada.
—¡¿Por qué?! — Su llanto continúa, sin embargo no respondo a sus suplicas.
No tenía respuesta a su pregunta, y nada de lo que dijera serviría de consuelo para su dolor, ni mucho menos para el nuestro.
Además, ¿Qué tan ciega y egoísta podía ser para no notar el universo más allá de su propia nariz?
No emitía palabras tampoco, porque últimamente todo lo que salía de mi boca, no era más que veneno para con su persona.
—Pronto vendrá JiHyun, levántate. —Insisto, mirando la hora en mi reloj.
En ese instante, veo mi mirada reflejada en la suya propia.
Me encantaría decir que siento pena, que me conmueve su estado, que su siento su dolor como el mio propio.
Pero la realidad dista de serlo.
Frente a mi, tan solo tengo a un despojo de alguien a quien alguna vez respeté, a quién con aciertos y errores desee profundamente poder creer en su persona, alguien a quien realmente traté con todo mi ser de poder sentir la seguridad de que no importara la situación, siempre mi madre estaría allí para protegerme de todo.
¿No es eso lo que Disney les enseña de todo?
Que siempre tus padres, aunque no estuviera en este plano material, siempre buscarían la forma de protegerte con su sacrosanto amor y sacrificio.
¿Y yo que tenía aquí?
¿No era acaso mi rol el de hijo?
¿No se suponía que mi hermano tendría que estar de esa manera en vez de ella?
No.
JiHyun continuaba su vida como sí malditamente nada hubiera sucedido.
Era un niño perfecto, las mejores notas en el colegio, tenía amistades, reía y cantaba.
Por supuesto que también era una farsa, en la que todos estabamos trabajando para que pudiera salir adelante.
Pero mi madre...
Ella no tenía el derecho de hacer pasar a sus hijos por esto, ella no tenía el derecho de hacernos presenciar su caída ni de mucho menos tener que levantarla.
Se suponía que tenía que estar allí para darnos soporte a nosotros, ¿Pero como podíamos confiar en alguien cuyo hogar era el suelo?
Patético.
No estábamos en posición de poder flaquear, y nuevamente, cómo pareciera ser que mi única misión en el universo era la de sacar a esta familia adelante.
Mi hermano todavía necesitaba una madre, así fuera de mentira, y era por eso que no la echaba a patadas del hogar.
Había demasiadas cosas que necesitaban hacerse, y alguien debía de orquestarlas.
Así que hice lo que siempre hice.
Tomar las riendas por mi mismo.
—Hijo, espero que algún día puedas perdonarme. —Susurró entre mis brazos.
Sinceramente yo también esperaba que algún día el odio que tenía hacía ella, se desvaneciera.
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Diario de un doncel: Redención
FanfictionPerdonar duele. Aun más cuando se trata de perdonarse a sí mismo. Tercer entrega de la trilogía "Diario de un Doncel"