Lobo Blanco

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Autora: Clumsykitty

Fandom: Marvel

Pareja: Winterpanther

Derechos: izquierdos, también.

Advertencias: esto es un Omegaverse, con cosas Omegaverse y angst, no todo es lindo, menos acá. Sinsabores a la vista, que sobre aviso no hay engaño. Una historia de encargo.

Gracias por leerme.


*****


Extraño Poder, quién eres yo no lo sé,
asesino o doncella de mi fe.
Sólo sé que prefiero el castigo
del más implacable enemigo,
que vivir —como ahora vivo—
Mutilada día a día por ti.

Sin embargo, cuando sea yo quien someta
tus burlas caerán en la vana pretención,
murmurando en mi oído una canción
Una vez amada, largo tiempo olvidada;
y sobre mi frente sentiré aquel beso
que me hará desear morir antes que perderlo.

A la memoria, Mary Elizabeth Coleridge.



Alula apretó su lanza haciendo un enorme esfuerzo por respirar normalmente, su cuello estaba tenso y sus ojos rojizos, un Alfa a punto de atacar. Pero no lo hizo. Solo se inclinó, hincando una rodilla en el suelo ante el rey T'Chaka, un gesto de despedida pues le ofreció su lanza que presentó levantándola por encima de su cabeza y luego rompiéndola en dos. Nunca más sería estaría al servicio de pantera alguna, sus lazos con Wakanda terminaron esa noche en que su clan fue arrasado por la vanidad del rey. Por la memoria de su Manada es que no cobró venganza, exiliándose a sí mismo fuera del reino para nunca volver. El nombre de Lobo Blanco sería un cuento más para los futuros cachorros, una figura difusa del pasado, no así para la Familia Real que extrañaría semejante lanza.

Los dioses le tenían reservado un nuevo destino al mítico guerrero, pues en su camino buscando un lugar que se convirtiera en su refugio y última morada, halló una caravana que había sufrido el ataque de mercenarios, los cuerpos estaban siendo devorados por hienas. Alula negó para sí, todos estaban muertos, salvar aquellos restos era un desperdicio de energías, mejor que esos hombres blancos sirvieran de alimento a las bestias salvajes. El Alfa estaba por seguir su camino cuando escuchó un débil llanto, deteniéndose en seco al olfatear un cachorro herido.

Se giró, buscando con la mirada entre los autos volcados al pequeño que sollozaba, encontrando una escena espantosa: el cuerpo de una madre que cubría una portezuela, las hienas estaban devorándola para abrirse paso hacia el cachorro Omega llorando dentro de ese pequeño cubículo. Alula no se los permitió, una vida era sagrada, más si era inocente, no importaba que esa piel no fuera la suya. Con sus garras ahuyentó a las hienas, dejando en el suelo el cuerpo de la mujer, mirando dentro al bebé que había sido herido en la volcadura, parte del vehículo había explotado y rasgado el bracito izquierdo del cachorro. Necesitaba ayuda con urgencia, pues el frío y la pérdida de sangre iban a matarlo sino era que las hienas primero se lo comían.

Alula lo tomó en brazos, mirando esos ojos azules llenos de lágrimas, pálido, temblando de miedo, hambre, frío... de muchas cosas incomprensibles para un cachorrito. Miró a la luna blanca sobre ellos, envolviendo en una piel al bebé que llevó al pueblo más cercano para que lo atendieran. El brazo pudo ser salvado, pero luciría para siempre unas cicatrices en todo lo largo que serían el recuerdo de esa noche en que también se quedó sin nada en la vida. Alula pensó que tal vez había perdido a sus propios hijos, pero los dioses le entregaban otro a cambio, así marchó con el pequeño una vez que estuvo a salvo, saliendo de Wakanda hacia tierras sin rey, eligiendo unas montañas como hogar, un pueblo de pastores como nueva Manada.

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