Volvía a su pueblo, abatido. Arrastraba los pies, respiraba pesado, la sangre resbalar por su frente alcanzando sus ojos, dejándolo ciego por unos segundos. Se limpió con la manga de su sudadera, apretando sus dientes por el repentino dolor que causó ese simple movimiento. Una punzada a la altura de sus costillas, justo debajo de la axila derecha. Sonrió con humor. A pesar de su dolor físico, su alma rebosaba de alegría.
Caminaba a pleno amanecer pareciendo un verdadero protagonista de una conocida historia de terror. Caminaba como lo había estado haciendo hace media hora atrás, empeñado en terminar con su último objetivo: llegar a casa.
Un paso más, un espasmo más en su cuerpo. Un paso más, otro recuerdo.
La playa, las olas sintonizar con la brisa marina. Su sonrisa, sus lindos dientes. "¡¿Por qué te gustan mis dientes?! Eres un loco fetichista" decía ella con sus ojos resplandecientes. Ella amaba sus halagos, cómo el amor se representaba tan bien en cada acción de su cuerpo, de su rostro. Todo respondía a lo que el amor significaba. La sinceridad en sus ojos, la delicadeza de su tacto, sus tibios labios sobre su frente al momento de dormir. Las caricias en su cabello cuando la jaqueca era insoportable.
Ese día en la playa, sentados sobre la arena y el sol saliente. No habían dormido en toda la noche solo para obtener esa linda postal y esa foto que Jimin cargaba siempre consigo, la que ahora estaba manchada de sangre.Otro recuerdo apareció, a solo cien metros de la casa, justo cuando sus piernas cedieron por la pronta agonía.
◇◆◇
Era un día cualquiera donde Jimin manejaba por la carretera, tranquilo, despreocupado de la vida. Agradecido porque esta lo trataba muy bien últimamente. Disponía entrar a la primera bencinera y así lo hizo porque aún le quedaban algunos kilómetros por recorrer. Estanque lleno y necesitó entrar al boliche después para abastecerse a él mismo. Sacó un jugo de estos con vitaminas y probióticos, y un helado de chocolate. Fue a la caja, todo se mantenía muy trivial.—Disculpe señor, ¿no tiene más de esos? Por casualidad.
Apenas escuchó su voz volteó a verla, quien señalaba su helado, con la mirada curiosa.
—El reponedor llega en una hora, señorita. Si ya no quedan en la heladera tendrá que esperar.
—Ouh— se entristeció ella y luego lo vio. Recién cuando su objetivo estaba en esa pequeña mano derecha le prestó toda su atención al castaño. Y Jimin notó de inmediato su manipulación a costa de caras bonitas e inocentes. Fue inevitable sonreírle de vuelva para luego negar con la cabeza.
—No te lo daré — dijo entonces entregándole los dos productos al cajero, pagando luego, sin poder contener esa traviesa sonrisa. Entonces guardó su billetera mientras sostenía el envase con sus dientes. —Pero si quieres te puedo llevar a encontrarlo en otro lugar.
—No seas payaso— se adelantó hacia la puerta con las manos vacías. Solo había ido por ese helado, era lo único que necesitaba para mantener la paz. Empujó la puerta y esperó que el otro saliera. —Te pagaré el doble.
Este abrió el envase dejando al descubierto ese tubo de plástico relleno de suave helado de choco. —Yo lo conseguí primero y no quiero dártelo.
—No seas infantil, estoy intentando hacer un trato justo.
Este rio llevando su cabeza hacia atrás, cubrió su boca y entre risas dijo: —¿Por qué tendría que hacer tratos contigo?
Y ese niño quien se acercó por la orilla del boliche, desde el baño, cambió algo su perspectiva de la situación. El pequeño que llegó exigiendo su helado y que comenzó una pataleta porque su hermana no lo había conseguido como se lo había prometido.

ESTÁS LEYENDO
Hasta que el sol deje de brillar | JIMIN
FanfictionMe amas y yo te amo. Nos pertenecemos y eso nunca va a cambiar. -...quiero ser tuyo hasta que el sol deje de brillar. -Eso es ... ¿Por siempre? O solo hasta que anochezca. -¿No se entendió? -Pues... El sol deja de brillar cuando cae la noche... -rio...