Caminando tranquilamente por el frío bosque mientras el cielo volvía su tono ultramarino a uno violeta, incluso rosado. El día estaba a la vuelta de la esquina y aún les faltaba un trozo para llegar. A Lily la incomodidad le podía, estaban en un constante silencio incómodo que ella quería romper pero no sabia como, simplemente seguía caminando esperando con ansias poder ver, aunque fuera, la silueta del castillo a lo lejos. De vez en cuando miraba discretamente a la sombra que la acompañaba, se fijó en que sus pies no tocaban suelo, iba flotando, y que, por mucho viento que hiciera, la capucha no le caía de la cabeza, tenía que aguantar las ganas de ver la cara del ser.
Ya no podían seguir en ese silencio, la desesperaba como nada en el mundo, ya estaba a punto de hablar cuando el extraño habló.
Allí está tu castillo.- Alzando la mirada podía ver un majestuoso palacio blanco algo separado del pueblo, por un lado se veía que era un palacio real mientras que, por el lado contrario, había una zona más de ocio donde había una torre no muy grande rodeada de casetas en las que hacían varias actividades, más de una vez se habían celebrado bailes allí.
Bien, allá vamos.- Dijo ella armándose de valor para entrar acompañada de lo que había mantenido aterrorizada a la población durante tanto tiempo.
Entraron por la puerta grande, los vigilantes de guardia se quedaron mirando con cara pálida al extraño acompañante de la princesa. Pero él no les hizo caso, ya estaba acostumbrado a esas reacciones. En cuanto a Lily, ella buscó de manera insaciable a sus padres pero no estaban en el edificio principal. Rindiéndose se dirigió al rincón de ocio donde se los encontró de cara. Estos, al ver la sombra que traía de escolta la muchacha, empalidecieron y cayeron al suelo intentando reaccionar aunque su miedo no les dejara.
Madre, padre, esta es la criatura que tanto ha atormentado nuestro pueblo. Lo he traído porque dice que quiere hablar con ustedes.- Lily se giró a la sombra, hizo una reverencia perfecta y se excusó.- Les dejo solos. Avisenme cuando acaben, estaré en el patio con un libro.
Con andares típicamente reales adelantó a sus padres y desapareció por detrás de estos.
La sombra decidió hacer una mejor impresión así que dejó de levitar e hizo una reverencia digna de nobleza.
Disculpad la intromisión, sus majestades, peró tengo algo que discutir con ustedes.- Los reyes asintieron frenéticamente, culpa de su nerviosismo. Querían preguntar qué hacía con su hija pero prefirieron callar tes de que les pasara nada.- Entonces, ¿donde es el mejor sitio para hablar sin que nos molesten?- La reina se reincorporó más rápido que el rey y marchó rumbo a los adentros del palacio, el rey la siguió con prisa con los ojos tan desorbitados como hacía unos minutos.
Unos cuantos pasillos más adentro, subiendo unas escaleras de marfíl, había una sala de reuniones bastante hogareña en la que solo se escuchaban los cantares de los pájaros. La reina y el rey se sentaron en uno de los sofás y el extraño se acomodó en una de las butacas alrededor de una pequeña mesa perfecta para el té.
Entonces…-Habló la reina primero. Parecía haberse recuperado del shock.- ¿Qué era lo que querías discutir?- Habló cruzando las piernas y reposando sus manos en su regazo.
Antes que nada, no es de buena educación hablar con el rostro tapado, más en presencia de la realeza, ¿no es cierto?- Con un leve movimiento de mano, este se retiró la capucha de la cabeza dejando ver a un joven apuesto de más o menos la misma edad que su hija, de pero negro azabache y con ojos de color carmesí. Su piel, blanca como la leche, solo estaba manchada por 4 cicatrices que le cubrían la mejilla izquierda cuál garra de lobo.- Mejor. Lo que venía a discutir es la inactividad en el bosque. Allí viven seres que necesitan de movimiento humano para vivir, necesito que erradiquen las leyendas y permitan entrar a la gente en mi bosque.
¿Y que te hace pensar que creeremos las palabras de un ser que atormenta a todo humano que se encuentre?-
No era mi intención, intentaba hablar con ellos pero parecía que veían a la mismísima muerte y se iban corriendo. Con la única que logré hablar fue con su hija. Le propuse el trato de que si ella me guiaba hasta ustedes y me seguía donde quiera que fuese, le daría, a cambio, todo lo que ella deseara.- El chico miraba a sus majestades mientras ellos cruzaban miradas. No podían creer que su propia hija aceptara algo así.
Si nos disculpas, necesitamos hablar con nuestra hija antes de darte una respuesta.- Los reyes se diriguieron a la puerta y, antes de salir, la reina se giró a dar un último vistazo al extraño de pelo negro. Tenían que hablar con su hija.
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Lily
FantasyUna historia basada en la canción de Alan Walker con este mismo nombre. Espero que les guste.