🔱 01 🔱

1.3K 135 14
                                    

—¿Capitán?

—¿Qué ocurre?

—Los hombres... la tripulación se pregunta: ¿hacia dónde vamos, capitán?

Los hombres que se encontraban en la proa dejaron su trabajo para mirar al capitán, quien se encontraba mirando fijamente hacia el horizonte, justo donde su destino se encontraba.

—¿Han oído hablar de las sirenas?

—¿Sirenas?— murmuraron algunos hombres.

—Hermosas criaturas, melodiosas voces, todas mujeres... pero letales sin duda alguna. Se dice que se aparean con los hombres para seguir teniendo descendencia y luego se alimentan de ellos.

—También hay historias donde se dice que el beso de una sirena te da el poder de respirar en las profundidades del mar— comentó alguien de la tripulación.

—Así es, existen miles de leyendas— confirmó el capitán de la nave.

—¿Y todas son ciertas?

—Eso averiguaremos.

—Pero capitán... ¿para qué quiere averiguarlo?

El capitán no le respondió a su hombre y sólo sonrió mirando una vez más hacia el frente. En cuanto la tripulación llegó a su destino, el sol se había ocultado y todos estaban listos para atrapar a una sirena con vida bajo esa reluciente luna llena. Unos cuantos hombres fueron la carnada para la pesca, atrayendo a las sirenas, quienes naturalmente eran curiosas por los barcos y botes que se acercaban a sus mares, pues lo único que querían era tener una buena cena.

Los hombres comenzaron a dispararles, llevándolas hasta la orilla, donde más marinos esperaban con las redes listas para atrapar a una sirena. Muchos murieron ahogados, o enredados en las redes y ahorcados, e incluso otros pocos fueron llevados por las sirenas, pero al final de esa larga noche, la tripulación regresaba con una sirena a bordo.

Tres hombres resguardaban a la sirena, si bien, no podía escapar del gran cofre donde se encontraba encerrada con agua salada, dejarla sin vigilancia sería tentación para algunos hombres, e incluso podrían ser hechizados por la sirena y liberarla sin órdenes del capitán. De regreso a la costa, el capitán era el más feliz de que una hermosa sirena de cabello rubio y largo estuviera a bordo.

—Capitán.

—¿Sí, maestre?

—¿Para qué capturamos a esa sirena?— aprovechó que ambos estaban solos en el camarote del capitán para preguntar aquello.

—Una sirena en tierra no es letal como lo sería en un océano. También, se dice que una sirena que se aparea en tierra, en lugar de dar a luz a una sirena, procrea un tritón.

El maestre levantó las cejas con asombro, y se reservó sus comentarios, pero su rostro reflejaba parte de sus pensamientos, así que el capitán continuó hablando.

—Los tritones son reyes en la profundidad de los océanos, pero hace cien años que no se ha visto uno, así que no hay quien gobiernen a las sirenas. Estos son leales, se enamoran una vez en la vida, y también son ingenuos, pues sólo creen lo que sus sirenas de confianza le dicen.

—¿Planea que un tritón le sea leal?

—Así es.

—¿Por qué?— dejó escapar e inmediatamente se cubrió la boca —perdón, me he excedido.

—En nada. Si tengo bajo mis órdenes al rey de los océanos y a sus súbditas, no habrá pirata que sobreviva cuando él se haga cargo de ellos. Limpiaremos todos los mares y por fin seremos libres de esos malditos hombres que nos han robado por generaciones nuestros tesoros y cargamentos.

El rey del mar [Jicheol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora