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La mentira y el engaño tienen fecha de caducidad al final todo se descubre...

Las mentiras saldrán a la luz.

Habían pasado algunas semanas y Krist se encuentra extrañando a Singto sin saber por qué

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Habían pasado algunas semanas y Krist se encuentra extrañando a Singto sin saber por qué. Había estado pensando en eso ya hace un tiempo ¿Sentía algo por él? Peor aún, si se diera el caso, ¿Singto también sentía algo por él?

Su teléfono vibra y tomado por sorpresa olvida en cual de los bolsillos de su pantalón está. Toca a la izquierda, luego a la derecha, no está en ninguno de esos. Acordándose y gestionando un rostro de «Por Dios, qué tonto» saca el teléfono del bolsillo trasero. Lo asoma a su pecho dónde observa perplejo la pantalla.

¡Es Singto!

Qué extraña coincidencia.

«No te pongas nervioso, Krist. No te pongas nervioso, actúa normal». —Traga grueso para llevárselo al oído.

—¡Hola Krist!

—¿Q-qué cuentas? — Pregunta Krist tartamudeando al principio, pero formando una sonrisa.

—Krist, ha sucedido algo.  Perth llamó apurado para contarme acerca de unas fotos que descubrió en el teléfono de su primo.

—¿Por qué suenas tan preocupado? ¿Qué ocurrió en esas fotos, Singto?

—Tal vez no debí llamarte, lo siento. — Suspira frustrado Singto.

—No, no, — Afirma Krist entonando el primer “no” pero decide respirar hondo, desplazando una mano en el aire de arriba abajo. —dime qué es lo que ocurre, Sing. Siempre me dices todo.

—Bien, — Singto suspira. —el primo de Perth se acostó con nuestras esposas en un hotel de Chiang Mai.

—Pero… ¿Estás seguro? ¿En el viaje de las chicas?

—Mjm. Hace ya unas semanas.

—Bueno, nosotros tampoco hemos sido unos santos, pero sí me hiere un poco el ego aunque mi relación está acabada.

—Los chicos y yo hablamos sobre tenderles una trampa el sábado ya que nuestras queridas esposas, dijeron que se reunirían para ir al salón de uñas. ¿Vendrás?

—Sí, creo… creo que sí, aunque no lo veo necesario. Pero avísame a qué hora. Tú ¿Estás bien?

—Me da igual, la verdad, — Aunque Krist no lo vea puede sentirlo brincar los hombros con desgano. —pero quiero ver el susto que les daremos.

—Sí, será bastante genial. — Krist sonríe mezquino asintiendo la cabeza.

Sábado...

Tal como dijeron las adorables mujeres, fueron a reunirse en el salón de uñas, pero luego se dirigieron a un hotel a verse con un hombre extremadamente atractivo. En cuestión de minutos, las ropas volaron y Aye la esposa de Mean, era la que estaba en cuatro rebotando de adelante, hacía atrás con ambos brazos rectos y las manos firmes como si fuera a dar RCP a la cama  (reanimación cardiopulmonar), mientras el primo de Perth la follaba fuerte y duro en el visible coño entre sus redondos glúteos. La forma en que el grueso y largo pene del chico entraba y salía era increíble. Mejor aún era como los labios íntimos lo apretaban gustosos.

𝐀𝐦𝐢𝐠𝐨𝐬 𝐏𝐞𝐫𝐯𝐞𝐫𝐭𝐢𝐝𝐨𝐬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora