Día de la Encerrada.

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Limpiar, rodar y pulir.

Pao realizaba algunas tareas del hogar como hacía  los martes. La casa estaría vacía casi todo el día, por lo que decidió matar el tiempo.

Ropa cómoda y casquillos con buena música; no existe mejor sensación que esa mientras se limpia sin alguien que te moleste.

De la sala al comedor y el comedor a la cocina, trapeaba y pulía evitando dejar lugares sin asear. Luego de haber lavado además los platos se dispuso a comprar algunas cosas faltantes, no sin antes tomar un baño. Subió a su cuarto, tomó su bata de baño y entró a la ducha.

Abrió bruscamente su armario <<siempre quise escribir algo así :v>> y tiró gran parte de su ropa a la cama, cayendo algunas prendas al suelo;  tomó unos capris algo rasgados con un pequeño pliegue en la bota, una franela de un amarillo suave bastante bonito con un sutil estampado, sus bans clásicas altas, y como no podía faltar en la chica, algún par de calcetines con raro estampado o algo por el estilo; está vez no dudó en tomar sus calcetines con el logo de burguer King en el tobillo. Entró una vez más al baño de su habitación y continuó arreglándose; se colocó algo de maquillaje, uno muy ligero, en el cual solo se enfocó en algo de base y arreglarse los ojos con sombra y eyeliner, esto agudizó más su mirada felina. Se hizo una pequeña coleta en el pelo y colocó un gorro negro con el estampado de su club de arquería, disponiéndose a ir a por lo de las compras no sin antes tomar una mascarilla negra.

Bajó nuevamente a la cocina y agarró la nota de las compras en la nevera; sacó de uno de los cajones una bolsa para compras y un pequeño paquete de galletas del armario de cocina, en eso recibió una llamada de su tía que atendió incluso más rápido de lo que le gustaría.

—¿Aló...?

Hey, niña, eso fue rapido— casi entre gritos algo agitados por parte del emisor —¿Qué has hecho en la mañana?

—Bueno... No mucho la verdad— de una pequeña reacción ansiosa se sentó en uno de los banquitos de la isla y destapó el paquete de galletas mientras hablaba —Limpié un poco y justo ahora saldré a comprar algunas cosas...

¡Eso es perfecto! Además, me hiciste recordar el por qué te llamé. Necesito que vallas a la farmacia y compres una caja de pastillas para tu hermano. Me ha llamado hace poco y dicho que tiene acidez.

<<, haré como que me sorprende>>

—Vale, solo dime el nombre y las compraré.

Un breve silencio se hizo presente en la conversación, tal vez el emisor estaba respondiendo alguna pregunta o algo de su lado. Pao espero pacientemente que esta continuara. Con el teléfono en mano dirigió su vista a la ventana de la cocina que daba hacia un callejón bastante amplio con poca luz dándole una sensación de nostalgia.

Su tía se dedicaba a la medicina (como cirujana), no era de sorprender estas veces en las que tenía que descuidar su llamada por unos minutos para atender a algún familiar preocupado o algún colega médico. Gran parte del tiempo estaba fuera de casa, solo que a diferencia de su madre ella sí volvía; su madre (qué también era doctora) se dedicaba a la oncología infantil, por lo que siempre estaba de viaje y muy poco la veía al mes.

Una corta espera pero espera al fin su receptor había retomado la conversación —Disculpa reina, mucho trabajo. ¿Qué te estaba diciendo?

—Respecto a unos medicamentos para el sarnoso y una salida de chicas el finde.

—JAJAJA, claro. Lo de la salida lo pensaré, más volviendo a lo de tu hermano, te enviaré por mensaje el nombre de las pastillas. Nos vemos en la noche.

—Vale, bye— Fin de la llamada.

Como había dicho, Aguilera no terminaba de agarrar las llaves de la casa cuando ya había recibido su mensaje <<pero qué buen servicio>>

La casa (heredada por un pariente) se ubicaba casi en el centro de una avenida bastante transitada por empleados laborales, comerciantes o personas que tendrían alguna diligencia. Localizada en un pequeño bloque de cuatro pisos conformada por una tienda en el primero con una entrada adyacente que conduce a las escaleras del lugar, y dos pisos de la casa con una terraza en el último usado por la familia para tender ropa entre otros.

La joven tomó un bus que la dejó cerca del centro. Dirigió sus pasos a un centro comercial bastante amplio.

Algunas pocas vueltas dentro, se dirigió hasta un súper y llenó gran parte de su bolsa. Tras pagar fue a una carnicería en el mismo edificio y por último fue a por algo de pan y pasteles <<eso no estaba en la lista>>

Antes de salir del establecimiento fue a una de sus tiendas más concurridas a observar algunas cosas. La pequeña tienda vendía productos deportivos; desde ropa, algunas proteínas e incluso equipo para ciertos deportes, en definitiva, le gustaba estar ahí. Se limitó a ver desde la vitrina exterior y leer sobre algunas ofertas dispuesta a irse pronto a casa, hasta que fue abordada por alguien conocido que salía de la misma tienda.

—¿Paola...?

Hoy me da pereza dejar nota, saludos.

Historias de Jóvenes AmargadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora