Capitulo 0

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Durante casi 23 horas llevo manejando, siento los brazos entumecidos y parte de mi cuerpo esta dormido mientras me concentro en que mis ojos no se cierren, esta tarea sería más fácil si no viajara sola.

La música lenta se reproduce por los parlantes mientras doy un giro en U hacia mi izquierda, debí haberme detenido en cuento observé la niebla tan densa, pero algo dentro de mi no me a dejado detenerme desde que comencé a manejar. Todo me empuja a ese pueblo, comenzando con mi trabajo y mi extraño jefe que no dejaba de insistir que necesitaba que supervisara la nueva sucursal, mi tía llamando cada semana recordándome el aniversario luctuoso de mi madre y mi padre invitándome diariamente a ver su misa de los domingos.

Mi padre, un pobre hombre que después de perder a su amada esposa decidió servir dios plenamente, incluso olvidándose que tenia una hija. Aun así, lo acompañe en cada misa de los domingos, estudie en el convento como tanto quiso, estuve a punto de servir a dios, pero había algo dentro de mi que gritaba "corre" y eso hice, corrí, corrí lejos de Elk, Pensilvania.

Me residencié en New York en cuanto tuve la primera oportunidad, pero tristemente aquí me tienen otra vez atravesando el bosque espeso de Elk entre una niebla densa y un pronostico de tiempo deprimente. La señorita de la radio informa que son mas de las doce y cuarenta de la madrugada y el clima no mejorar, se esperan grandes tormentas eléctricas y densas nieblas.

- ¡vamos Elk! Esta niebla es demasiado. – intento ver lo que tengo en frente sin mucho éxito, a lo lejos distingo una sombra y en mi mente solo me imagino que es el cartel de bienvenida, pero conforme avanzo toma una forma humana haciéndome frenar lentamente.

Ese hombre solo esta ahí de pie en medio de la carretera, todo vestido de negro como una sombra en plena penumbra, provocando que alguien lo mate.

Bajo la ventanilla y asomo mi cabeza con cuidado alzando mi voz por encima del ruido de las cigarras - ¡HEY! Tu... quítate del camino.

Aquel hombre gira su rostro hacia mi y en donde deberían ir sus ojos solo veo unos enormes huecos negros como brea, goteando por su rostro sangre, no, la sangre es roja y esta cosa era mas negra y espesa. Lleva en su mano algo que no logro ver bien y justo cuando el escenario no podría ser mas espeluznante un rayo hace que todo se ilumine por unos segundos logrando ver que detrás de ese hombre había más, era un grupo grande de casi veinte personas, todos vestidos de la misma forma, con esos surcos oscuros donde debería haber ojos y cubiertos de aquella cosa viscosa.

Mi cuerpo reacciona por si solo y acelera casi llevándome por delante al hombre y cerrando las puertas con seguro, con el corazón a toda velocidad casi sintiendo la respiración entrecortada me aseguro por los espejos de haberlos dejado atrás. La lluvia comienza a caer haciendo que la visibilidad es mas complicada, apenas puedo distinguir lo que esta adelante, los rayos siguen cayendo y la niebla se funde la lluvia creando una cortina impenetrable por la cual intento cruzar sin tanto éxito.

- Que mierda fue eso. – susurro temblando mientras mis manos se cierran con fuerza alrededor del volante.

Le subo el volumen al radio esperando que el sonido de la música me relaje, pero solo se escucha un silencio, la música se a detenido y la mujer que hace rato estaba hablando se ha quedado totalmente muda. De repente se comienza a escuchar como un susurro que va creciendo hasta convertirse en un grito ahogado, son varias personas gritando a través de los parlantes obligándome a taparme los oídos y soltar el volante.

El auto se desvía drásticamente como si hubieran girado los neumáticos y me desvió por el bosque hasta chocar con un árbol, recordando por última vez unos pasos y un aroma a muerte y elegancia, colonia masculina y...

- Vainilla...

Infernal DevociónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora