INSANIA© |Dark God Ⅰ| +21

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𝕮𝖆𝖕𝖎́𝖙𝖚𝖑𝖔 𝕾𝖊𝖎𝖘: 𝕭𝖊𝖑𝖑𝖆𝖉𝖔𝖓𝖓𝖆 𝕻𝖆𝖗𝖙𝖊 𝖉𝖔𝖘

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𝕰𝖑𝖔𝖎𝖘𝖊
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Recorro el estrecho espacio de los ductos de ventilación hasta que veo la puertilla que da a la habitación donde Alexander está esperándome.

Joder, joder, joder, maldición.

Siento las gotas de sangre fresca recorrer mi cuerpo, y rostro, mi labio inferior está empezando a ponerse hinchado por el golpe que recibí del maldito, con mis pies empujo la puertilla haciendo que está caía al piso en un sonido seco y metálico, lanzo mi cuerpo cayendo al piso en cuclillas con el arma fuertemente agarrada en mi mano derecha. Levanto la mirada del piso, y veo el rostro y cuerpo de Alexander sentando en una silla en medio de la habitación con las piernas abiertas y la espalda descansando en el respaldo, en una de sus manos hay un vaso lleno de vodka que se lleva a los labios para después lamerlos mientras ve mi cuerpo ahora sí desnudo, digamos que la fina tela del traje no resiste a jalones ni enfrentamientos con mafioso asesinos.

Me levanto, quedando recta, sus ojos en cada parte de mi cuerpo son brasas calientes cayendo en mi piel, sacudo mi cabeza un poco alejando los pensamientos lujuriosos que ahora llegan a mi mente ¡Este no es el momento Eloise! , Me regaño.

Alexander abre los labios para empezar a hablar pero yo lo hago primero:

—Vamos. —Lo corto mientras camino hacia él, a la mesita a un lado donde hay municiones de balas, recargo la pistola bajo su atenta mirada. Hijo de puta terco que no puede seguir una orden—. Alexander tenemos que irnos de aquí. —Vocifero metiendo la última bala al cargador.
Al fin se levanta y me toma de la cintura pangándome a su cuerpo, sus labios rozando mi oído pregunta:

—¿Lo mataste? —Asiento girándome para quedar frente a él, es un maldito vikingo gigante, sin duda el hombre más alto y bárbaro que he conocido. Una sonrisa se forma en sus labios dejando entrever sus hoyuelos profundos complacido con mi respuesta. Arrastro mis manos por su pecho de forma rápida, mis dedos tocando los botones de la camisa empezando a sacársela, alza una de sus oscuras cejas y hay una sonrisa engreída, pero lamento desilusionarlo esto no es lo que él cree, necesito su camisa, aunque me encante mi cuerpo y mis curvas no voy a permitir salir así hacia una jauría de perros sedientos de sangre.

Se la saco dejando su pecho desnudo, le doy un rápido beso en uno de sus pectorales en donde su corazón late desbocado, y paso mis brazos por su camisa cubriendo mi cuerpo.

—¿Qué mierda esta pasando, Eloísa? —Me pregunta en el instante que se da cuenta que estoy acelerada y que lo único que quiero es salir de esta jaula llena de buitres.

—Los italianos vienen para acá. —Digo finalmente, veo como su rostro se contraen con la rabia, mira a la puerta donde estoy más que segura que sus guardias están esperando.

—¿Cómo? —Pregunta despegándose de mi lado y caminando hacia un estante donde toca un botón y un panel se abre dejando a la vista muchas armas de corto y largo alcance.

Son tan preciosas como letales, igual que una mujer.

Toma unas cuantas y se las distribuye por el cuerpo, y pues como yo no tengo mucho en donde meterme las armas…