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La suave brisa de aquella noche mecía todo a su paso. Los árboles, el pasto, las flores, las ropas y el cabello de cualquier persona que estuviera en las calles o fuera de algún lugar techado en aquel momento. Ni siquiera la cosa más pequeña al aire libre podría pasar desapercibida ante aquel suave viento. Incluido aquel joven de inusuales ropas, quien era un preso más del céfiro que movía las mangas de su ropa y una parte de su cabello pero a quien sin embargo, parecía no importarle demasiado aquello, pues se encontraba más concentrado admirando el bello paisaje nocturno que la ciudad le concedía, ese paisaje repleto de luces de colores naranjas y amarillas, que hacían juego con las estrellas que yacían en el cielo en aquel momento. Aquel joven, de vez en cuando quitaba su vista de la ciudad iluminada para encontrarse con la total oscuridad de sus alrededores, algo que podría ser peligroso, de no ser por que era parte de su día a día desde hace algún tiempo ya.
No le asustaba tampoco el hecho de estar sentado en aquella montaña solo, pues esperaba pacientemente la hora en la que tendría compañía, como había sido durante las últimas semanas. Perdido en sus pensamientos, bajando totalmente la guardia, solo miraba la ciudad desde la lejanía.

—Lindo paisaje, ¿no crees? —la reconocida voz, lo hizo conectarse de nuevo con la realidad y sonreír levemente en el proceso. Su tiempo de espera había terminado.

—Si —dijo sin más. Moviéndose un poco de lado para permitirle a su acompañante sentarse a lado suyo.

—¿Esperándome otra vez? —le preguntó aquella voz mientras se sentaba en el espacio que aquel joven le había brindado.

Él le respondió con un silencio, un silencio que respondía a su pregunta bastante obvia.

—¿Qué pasa si un día no vuelvo más, mmh?

—Bueno, supongo que seguiré esperándote hasta que regreses—respondió. Provocando así una pequeña risa apenas audible por parte del contrario.

Un silencio los abordo, sin embargo, no era algo incómodo, pues ellos habían adoptado de alguna forma él quedarse así de vez en cuando. Y tomando un poco más de confianza en si mismo, el joven de blancos cabellos ladeó su cabeza recargándose en el hombro de su acompañante, mientras ambos miraban el paisaje, y sutilmente alzando su vista para contemplarlo. Su mirada se encontraba iluminada por las luces lejanas de la ciudad, aquellas luces que eran lo suficientemente resplandecientes para hacer brillar sus ojos...aquellos ojos oscuros que reflejaban un gran vacío que yacía en él.

Recordó vagamente entonces, como fue que terminó en esa situación, conociendo a ese excéntrico chico a quien había adoptado como su compañía ya en continuas noches desde hacía algún tiempo.

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Era otro atardecer tranquilo en Liyue, no había viento ni nubes en el cielo, solo la pacífica calma que emanaba la ciudad. Y él, que recién se encontraba llegando de uno de los viajes que había realizado con la flota en la que yacía, había decidido tomar aire fresco y despejarse después de surcar en el mar por varios días. Una vez de despidió de sus conocidos acordando regresar al anochecer, emprendió su viaje a las montañas cercanas, montañas que ya conocía más o menos a la perfección, pues aquella ciudad era la ciudad en la que más tiempo había residido después de abandonar su tierra natal. Encontrándose envuelto en la calma del atardecer y dejándose llevar por el sonido del repentino viento que de a ratos se hacía presente, terminó encontrando un lugar en el cual podía relajarse. Aquel frondoso árbol de vívidos colores lo había invitado a tomar un asiento debajo suyo, y él había aceptado sin ninguna duda.

Desde su posición, cerrando los ojos, comenzó a navegar en sus recientes memorias, aunque los abría de vez en cuando para ser testigo del ambiente en el que estaba, lleno de árboles cercanos y lejanos, de mentas y de bayas, de rocas de medianos tamaños y de hierbas que sobresalían del pasto. Un lugar completamente solitario y agradable. Disociando y perdiendo la noción del tiempo, poco a poco había comenzado a caer en un profundo sueño, sueño en el que se mantuvo por algún tiempo, hasta que una bulla proveniente de lo que sería el sonido de las hojas al ser pisadas, lo hizo reactivar sus sentidos.

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⏰ Última actualización: Nov 05, 2022 ⏰

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