ARYA

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A la mañana siguiente, puedo llevar a los cachorros a dar un paseo. ¡Por primera vez!


Damian me sigue con las manos en la espalda, una sonrisa se le dibuja en los bordes de la boca mientras yo me rio a lo largo del terreno, viendo a los cachorros morderse las orejas y rodar por la hierba. Cuando han sido alimentados y su negocio está completo, Damian me lleva a la cocina donde me sorprende encontrar a una mujer de mediana edad llamada Josephine
haciéndonos tortillas. Es cálida y amable y me gusta al instante.
Durante el desayuno, Damian explica que es una mujer de su antiguo vecindario que le dejaba dormir en su porche cerrado las noches en que su padre le echaba por no traer suficiente dinero a casa.

Decido amarla.

Cuando Josephine se va, Damian empuja su silla hacia atrás en la mesa y me señala con el dedo. Lo monto mientras me agarra las mejillas del trasero, dirigiéndome, haciéndome rebotar, pronunciando obscenidades contra mi boca y para cuando terminamos estoy desplomada y saciada contra mi futuro esposo, mil veces más feliz de lo que he sido en mi vida.

De camino a la ciudad, me encuentro a horcajadas en el regazo de Damian una vez más, retorciéndome en lo que ahora me hace llamar su polla. Esta vez vamos despacio, explorando a fondo la boca del otro, gimiendo, mis caderas rechinando hacia arriba y hacia atrás, dando vueltas en patrones de burla, los dientes de Damian mordiéndome los pezones, amamantándose reverentemente, dejando más y más marcas en mí... y me empieza a encantar. Empiezo a tirar de su pelo y pido que me
marque y es entonces cuando me tira al asiento y me toma con fuerza, nuestras carnes se juntan, su boca succiona hasta mi cuello, las ventanas se empañan a nuestro alrededor.


Aparcamos afuera del palacio de justicia de Long Island y hago todo lo posible para arreglar el vestido de encaje color crema que elegí para la ocasión, aunque mis bragas están arruinadas
por ser arrancadas. Nota para mí: empezar a viajar con un par extra. Damian lleva pantalones negros, una camisa gris azulada, una corbata negra y gafas de sol. Así que... Increíblemente. Sexy. Y. A. Cargo. Y todo mío. Ni siquiera nos hemos bajado del todoterreno y ya estoy emocionada por el viaje a casa.


Estoy emocionada por toda la vida que tenemos por delante.

Mi ángel de la guarda y yo.

—Quédate aquí unos minutos— murmura, besando mi boca, metiendo un poco de cabello alborotado detrás de mis orejas. Estoy sentada en el borde del asiento trasero y él está de
pie en la puerta abierta, su duro cuerpo metido entre mis piernas.
—Quiero ir a ver, asegurarme de que es lo suficientemente seguro
como para que entres.

— ¿Por qué no sería seguro?

Sus ojos se oscurecen. —Tengo muchos enemigos, cariño.
Tu padre es uno de ellos ahora, también. Fui discreto al obtener la licencia de matrimonio y la solicité a propósito fuera de su jurisdicción, pero siempre hay una posibilidad de que se entere de que estoy a punto de casarme con su pequeña y trate de detenerlo. Apuesto a que pasó la noche averiguando todo lo que hay que saber sobre mí y...— Le oigo tragar. —Si tiene una idea de mi pasado, puede que se arrepienta de dejarte ir conmigo.

—Nadie me va a llevar— digo, sonriendo para tranquilizarlo. —Nos vamos a casar hoy. Intenta parecer menos aterrorizado.

—Sólo quiero el anillo en tu dedo— respira. —Lo quiero oficial para poder llevarte de vuelta dentro de mis paredes donde es seguro.

— ¿Qué tal una luna de miel?— Me burlo de él.

—No empieces, Arya. Toda esa maldita gente alrededor de mi chica..

—Eventualmente tendrás que dejarme salir, Damian. — Cepillo las puntas de mis dedos arriba y abajo en la parte posterior de su cuello. —Antes viví en una prisión de cristal. Amo
nuestra casa, pero quiero ver el mundo. — Le beso la nariz. —O incluso sólo en los Hamptons.

Parece que se toma mis palabras a pecho. —Trabajaré en ello.

—Trabajaremos en ello— La emoción me hace cosquillas en la garganta y mi pecho se siente de repente como una cámara de
embalaje apretado. —Te amo.

Su aliento se libera con rapidez, sus ojos adquieren un hermoso brillo. —Es la primera vez que lo dices.

— ¿Lo es? Pero te he amado por tanto tiempo.

—Dilo más a menudo entonces— gruñe, tomando mi cara en sus manos y besándome con fuerza. Me besa hasta que me quejo y trato de envolver mis piernas alrededor de sus caderas.
—Por favor.

Asiento, sin aliento mientras se aleja. —Lo haré. Lo prometo.

Se aleja del todoterreno, parece desgarrado dejándome, aunque hay dos guardias en el asiento delantero, al otro lado de
la separación. —Quédate aquí. Dejo a dos hombres. Las puertas están cerradas y el vehículo está blindado. Nada puede tocarte si
te quedas dentro.

—Bien.

—Te amo.

—Yo también te amo.

DADDY'S WORST NIGHTMARE [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora