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Nayeon se consideraba a sí misma como una persona paciente, comprensiva y amable. Ella era esa clase de persona que haría cualquier o casi cualquier cosa por el bienestar de sus amigos o si necesitaban de ella para lo que fuese.

Y con Mina las cosas eran, bueno...

Nayeon tenía un punto bastante suave para con Mina, tal vez era porque Mina era una de las más jóvenes de todo su grupo de amigas, tal vez era porque Nayeon era demasiado amable con todos como decían, tal vez era porque secreta/no tan secretamente la menor le gustaba ¿quién sabe?

El punto es que Nayeon no recuerda la última vez que le dijo "no" a algo que Mina le pidiera o última vez que no le ayudará con cualquier favor o cualquier cosa que la menor necesitara, por esa misma razón había salido casi disparada de su departamento hasta el departamento de sus Unnies, Momo y Sana para poder llevarse a casa a Mina y que dejará de causar alboroto.

Cuando Nayeon llego, lo primero que vio fue la vomitada de Mina en el piso y en la puerta, pero aguantándose un poco el asco golpeó la puerta de todos modos.

Cuando Momo le abrió, básicamente la recibió arrojándole a Mina encima, quien se resbaló un poquito con el vomito en el suelo, haciéndola tropezar y que las dos se fueran a estrellar en la pared contraria.

—Unnie... Ayúdame aquí, por favor... —pronunció Nayeon medio sin aliento, intentando sostener a Mina.

Momo ni siquiera intento ocultar la cara, se desagradó con la que las estaba mirando a las dos ahora.

—Oh, claro que me encantaría ayudarte... pero ¿que crees? Tengo que limpiar el vomito de tu novia de mi puerta. —y sin decir una palabra más, cerró.

Y ok, Nayeon pensó que eso era comprensible...

—Nayeonnie estoy bien, ya no estoy tan borracha, puedo caminar sola... —Mina se incorporó un poco soltando un pequeño hipido a mitad de la oración sosteniéndose de los hombros de la mayor, Nayeon suspiro desganada, comenzando a hacer una mueca de asco también, porque ahora que tenía a Mina básicamente encima de ella, le noto el fuerte olor a alcohol que traía.

Mina también olía un poco como a su colonia y desodorante de siempre, pero todo junto hacía una mezcla extraña y fuerte que le hacía arrugar la nariz en disgusto.

Nayeon camino con dificultad hasta el elevador a unos cuantos metros de ahí, Mina casi se le caía como dos veces, pero afortunadamente no sucedió.

Ambas caminaron hasta el elevador, porque no había forma de que pudieran bajar por las escaleras sin tropezar, caerse y terminar por matarse, así que Nayeon estaba siendo cuidadosa y cuidando su integridad.

—Gracias por venir por mí Unnieee. —murmuró la menor con voz ronca contra su oído. —¿Sabes? Te extrañé todo el tiempo que no nos vimos~ —siguió canturreando contra la oreja de la mayor, deslizando sus manos hasta aferrarse a la cintura y cadera de Nayeon.

Nayeon se tambaleó un poco y rodó los ojos un poco harta, esperando a que el elevador llegará.

Cuando ambas entraron al elevador, Nayeon agradeció infinitamente que no hubiera nadie adentro, pero también maldijo un poco el que sus Unnies vivieran hasta el último pisó porque el viaje hasta abajo sería un poco largo.

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Todo el camino desde el edificio a donde vivía Momo y Sana hasta su edificio había sido relativamente fácil, pero ahora que habían llegado al suyo, Nayeon tenía que maldecir al dueño de este complejo de apartamentos por no poner un puto elevador en este lugar.

—Mina, te lo juro por dios que si no dejas de hacerte la idiota te dejo aquí mismo, no me importa. —jadeo, cansada y desesperada, mientas intentaba jalar por el brazo a Mina, quien se había tirado en el suelo cuál niña pequeña.

—No lo harías...—se río con ganas, burlándose un poquito de la expresión de su Unnie. —Está bien, subo por mi propia cuenta con una condición.

—Voy a patearte el maldito trasero. —murmuró Nayeon para sí. —¿Qué condición? —cedió al final rodando los ojos.

—Duerme conmigo hoy. —declaró.

Y... ¿Las borrachas suelen ser de lindas, o solo era Mina?

—Por supuesto que no, apestas a alcohol y vomitaste hace menos de una hora.

—Entonces me quedo aquí. —Mina se puso más pesada si eso era incluso posible.

—¡Mina! —grito. Ganándose varios "Shh" provenientes de sus vecinos, Mina se rio aún con más ganas.

—¿Te estoy avergonzado con tus vecinos Unnieee? —se burló.

—También son tus vecinos, idiota. —a Nayeon ya le estaba empezando a doler la cabeza.

—Sí, pero a mí no me importan así que... —se encogió en hombros y Nayeon tuvo que contar hasta tres para no soltarle un golpe.

Suspiro y se relajó, bajo unos cuantos escalones y jalo de la camiseta a Mina para que la viera de frente.

—No me malentiendas, realmente creo que eres muy guapa y realmente me gustas mucho, pero en momentos como estos, de verdad puedes ser un dolor en el culo. —soltó un largo y cansado suspiro. —No me caen ni bien la mitad de nuestros estúpidos vecinos, y no quiero que tengan pretextos para molestarme o hablar conmigo en la siguiente estúpida reunión. Así que, por favor, cielo, ¿quieres llevar tu estúpido trasero hasta nuestro departamento, por favor?

Mina la miro con ojos grandes y una media sonrisa, idiotizada por unos segundos

—Eres tan caliente cuando te enojas, no lo había notado porque casi nunca te enojas conmigo, pero, maldición... —Nayeon apretó un poco más el agarre sobre su camiseta. —Está bien, está bien, haré lo que tú digas, cielo. —cedió finalmente sin dejar ir su sonrisa.

Así que al final el resto de la noche Mina terminó por obedecer a su Unnie en todo, incluso se había metido a bañar porque Nayeon no toleraba más ese aroma a alcohol.