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Entre tantos días que se cursa en la secundaria, suelen acontecer varias cosas, y aunque realmente no parecen ser importantes, algunas pueden voltear de cabeza lo que menos podrías imaginar.

Claro que para Daniel eso no le importaba en lo absoluto, la escuela es escuela y ya. Además, siendo su primer día en su nueva escuela, no cree que pueda suceder algo de tal magnitud e importancia.

¿Realmente cree que una cosita diminuta que suceda puede afectar algo en su vida de forma permanente?
No se le ocurría nada.

Y seguía pensando en eso, hasta que algo lo golpeó en la cara.

-¿¡Qué dem- Auch...- Se empezó a frotar su nariz por el dolor. -¿Qué te ocurre?- Levantó la mirada y notó que quién lo golpeó fue un chico.

-¿¡Estás bien!? No me fijé ¡Perdón!— El chico se acercó y empezó a observar la zona en que lo golpeó.

Quizás para Daniel fue el golpe, y quizás para el otro chico fue la culpa, pero por un instante se quedaron viéndose a los ojos. Realmente ellos no sabían el porqué, fue espontáneo, y en cuanto el otro chico pensó en  decir algo, fue jalado por alguien más lejos de Daniel.

Un "¡Espera!" Fue lo último que pudo escuchar mientras se alejaban de él.

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