Los efectos del alcohol

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Shikamaru estaba un poco nervioso, le habían puesto una responsabilidad muy importante, no solo para el Hokage sino para él.

Hace unas semanas había llegado una carta a Konoha donde informaba que la familia completa del Kazekage pasaría una semana de vacaciones allí. El Hokage acepto la carta asegurándoles seguridad, hospitalidad y una reservación en el mejor restaurante del país del fuego.

Shikamaru era el encargado de todo eso.

Tenía la reservación lista, tanto del hostal como del restaurante, había hecho otra en un disco-bar recién inaugurado bastante bonito en la zona VIP. Tenía a cargo tres escuadrones AMBUS y uno Shinobi, todos a su disposición. El Nara sabía cuánto les fastidiaba a los tres menores que los siguieran, por lo que había ordenado que dos escuadrones los seguirían a distancia, harían relevos en la noche, pero nunca abandonarían su objetivo. El otro escuadrón era el encargado de anticipar y verificar todas las cosas que ellos probaran o ingieran, mientras que el grupo Shinobi estaría atento en casos de emergencia para sustituirlo cuando él no pudiera.

Él sería su guardaespaldas personal.

Estaba más que nervioso, el cuarto Kazekage vendría a la aldea como civil y él estaría a cargo de sus atenciones.

Suspiro intentando relajarse. Ellos llegarían a medianoche según lo pronosticado, le había dicho a su madre que iría tarde a dormir. Quería comprarle a Temari castañas y dangos cuando llegaran, pero era imposible hacerlo si llegaban a esa hora. Le tendría una sorpresa.

Las horas pasaron y Shikamaru se encontraba medio dormido en las puertas de la aldea, Izumo y Kotetsu lo mantenían despierto con sus ronquidos, 15 minutos después una helada corriente de viento le recorrió la espalda, abrió los ojos de inmediato y a lo lejos logró ver cinco siluetas acercándose. Se apresuró a levantar a los guardias para que estuvieran listos a la llegada y poder registrarlos de forma rápida.

Frente a él se encontraban las cinco figuras imponentes, Shikamaru sudo frio antes de hablar.

- Buenas noches. - Saludo haciendo una cortes reverencia. - Espero que hayan tenido un viaje tranquilo, mi nombre es Nara Shikamaru y seré su escolta personal a partir de este momento. - Termino Shikamaru mirando a los mayores. - Es un gusto conocerlo Cuarto. - Rasa asintió. - Lo mismo para usted, Lady Karura.

Shikamaru se sorprendió al sentir como era tomado de los hombros. La mujer del Cuarto Kazekage lo estaba abrazando y revolviendo su cabello.

- Shikamaru, el gusto es mío. - Hablo la mujer apartándose con una sonrisa. - He escuchado mucho de ti por mis hijos. Estoy feliz de conocerte finalmente. - El Nara asintió agradecido mirando a los tres hermanos que parecían aguantar la risa. - No uses formalidades conmigo, llámame Karura no más.

Shikamaru dudó antes de asentir.

- Ahora deben registrar la hora de entrada a la aldea, bienvenidos. - Todos se dirigieron a la caseta. Shikamaru soltó un nuevo suspiro que no sabía que tenía retenido.

El camino hacia el hostal por fortuna fue agradable, Temari y Kankuro no dejaban de hablar de lo bello y rico que eran las cosas en Konoha. Eso lo había llenado de orgullo en el momento que habían pedido su opinión, se sentía a gusto con ellos a pesar del aura autoritario y territorial que emanaban.

- Es una lástima que hayamos llegado tarde mamá. - Se quejó Kankuro. - Hubiéramos visto como brillan los faroles en las calles cuando anochece. La primera vez que lo vi pensé que te gustaría.

- Mañana quizás podremos verlo. - Karura acarició amorosamente la cabeza pelicastaña.

- La comida también es muy buena. - Mencionó Gaara mirando a su padre. - Te hubieras sorprendido al probarla, es muy diferente a Suna.

Los efectos del alcohol || Shikatema Donde viven las historias. Descúbrelo ahora