CAPITULO 2

26 4 0
                                    

-¡Tierra!
Las palabras de Cukso me dejan bloqueada por un momento. Segundos después, noto como alguien tira de mi mano suavemente.
Es Killian. Ha ido a recoger a Harriet y a por nuestras maletas.
-Hemos llegado.
Su rostro no muestra ninguna expresión. Pero no cabe duda que lo hace a propósito.
Vuelvo en mí. Asiento ligeramente y me levanto.
Harriet me mira, algo impaciente. Le sonrío con dulzura.
Tiene la mano cogida con la de su padre.
-Os acompaño hasta abajo.-dice Killian.
-Gracias.-respondo con una media sonrisa.
Pero más que agradecida, estoy más deprimida que nunca.
Y no hace falta que se lo demuestre a Garfio. Él ya lo sabe.
Los miembros de la tripulación extienden la borda y los tres bajamos por ella.
A cada paso que voy, más ganas me dan de correr de nuevo hacia el barco.
Puede parecer un acto de niña pequeña. Pero, sinceramente, me importa una mierda.
El silencio no cesa hasta que me molesto en romperlo.
-Bueno, creo que no me olvido nada.
-Vale.-Killian asiente.-¿Y tú, Harriet?
La niña piensa por un momento, pero enseguida reacciona.
-¡Yo sí, papá!  ¡De esto!
Corre hacia él y se lanza a sus brazos. Killian ríe por unos instantes y le da vueltas. Se abrazan muy fuertemente.
Siento como Harriet no quiere separarse.
Y es normal. Yo tampoco quiero.
Su padre le acaricia el pelo y le da varios besos en la cabeza.
Cierra los ojos. Esto se le hace muy duro también. Se lo noto. Estoy segura. Lo conozco demasiado bien.
-Te quiero, cariño.
-Y yo a ti, papá. Mucho.
Harriet tiene lágrimas por el rostro. Los observo mientras se me parte el corazón.
-Sé muy buena, y haz caso a mamá. ¿Vale? Si no, no vendré a verte.
-Vale, papi. Prometido.
Le enseña el meñique para que sellen un pacto. Killian accede.
La niña vuelve a abrazarlo. Esta vez, llorando.
-Prométeme tú que vendrás a verme mucho.
-Siempre que pueda. Te lo prometo.
Sólo hacen falta esas palabras para que la niña se convezca.
Killian se despide de ella con la mano antes de mirarme.
Harriet se aparta un poco para que pueda avanzar.
Y frente a él, se me desmorona el mundo.
No sé ni qué decirle. Ya se lo he dicho todo en estos últimos días. Todas las cosas que siento ahora mismo.
Me sonríe con melancolía. Coloca delicadamente una mano en mi mejilla. Como si dudara, como si tuviese miedo.
Sus dedos tiemblan. Todo él. Y toda yo.
Y cuando lo miro a los ojos, se me ocurre la frase más simple y dolorosa que puedo decirle.
-Te amo.
Sus ojos me examinan. Me miran con una intensidad mayor. Y él me mira porque sabe que pasará mucho tiempo antes de volver a tenerme así de cerca.
Un tiempo que nada ni nadie es capaz de definir.
-Yo también te amo.
Nuestras frentes chocan suavemente.
-Cuídate. Por favor, Helen.
Nota como asiento.  Mis dedos aferran su garfio.
-Prométeme que volveremos a vernos. Júramelo, Killian.
-Te lo juro.
No aguanto más este dolor. Este cúmulo de energía que me mata por dentro.
Mis manos toman su rostro. Y mis labios y los suyos conectan por fin.
Por primera vez desde hace cuatro días.
Me devuelve el beso mientras me aferra contra su cuerpo.
Mis dedos recorren su cabello.
Sé que esto no durará mucho más, pero quiero seguir intentándolo.
La pasión aumenta entre nosotros. Pero no llega a elevarnos por completo.
Killian se separa de mí a regañadientes.
-Helen…
-Tenía que hacerlo.
-Lo sé. Y esto se me hace muy difícil. Vete. Vete antes de que no pueda soltarte jamás.
Cierro los ojos. Estoy a un paso de derrumbarme. Pero sé que sus palabras no transmiten desprecio.
Solo dolor.
Asiento y nos separamos hasta no tocarnos.
-Tú también deberías irte.-indico.
No me cabe duda de que lucha consigo mismo.
-Adiós, Helen.
-Adiós, Killian.
Y se parte todavía más el corazón cuando lo veo subir al barco y alejarse.
La realidad acaba de darme una buena bofetada.
No puedo creer lo que está pasando.
No puedo creer que esté aquí de nuevo.
En este pueblo. En este rincón lleno de magia. Lleno de tanto.
Lleno de tantas cosas que me hicieron sufrir.
Mentiría si dijera que el pueblo no es hermoso.
Pero también lo haría si dijera que puedo mirarlo con una sonrisa.
Me trago el dolor, suspirando profundamente.
Poco a poco, se va notando menos.
Miro a Harriet y le extiendo la mano.
-¿Vamos, cariño?
La niña asiente y nos adentramos con las maletas.
Conforme caminamos, me doy cuenta que el ambiente es el mismo.
Parece un pueblo estancado en la época medieval.
Aunque lo que cambia un poco es la vestimenta.
Parecen una mezcla entre el campesinado y la baja burguesía.
Sin embargo, este pueblo no tiene nada de pobre.
Pasan desapercibidos en cuanto a la magia.
Pero yo creo que mucha gente no pasa por alto las hechiceras y hadas que se esconden por aquí.
-Mami.
La dulce voz de Harriet me despierta.
-¿Si?
-¿A dónde vamos? Es que no me acuerdo.
Sonrío levemente ante su comentario.
-Vamos a casa de la tía Iryna y el tío Luis. Allí nos quedaremos hasta que mamá encuentre una casa.
-¡Vale! Me gusta vivir con los tíos. Hace mucho tiempo que no los he visto.
-Me alegro. Seguro que están deseando verte. Con lo bonitas que eres.
Le brillan los ojos.
-Tú también eres muy guapa, mami.
Todo yo se ablanda.
-Gracias, mi amor. Te quiero mucho.
Nos abrazamos.
-Y yo a ti, mami.
Miro al frente para ubicarme. Sé dónde estoy. Me acuerdo de todo el pueblo.
Pasamos por la gran plaza. Está llena de bares y espectáculos. Gente bailando como si de una ceremonia se tratase.
Siempre han sido así.
Cuando la hemos atravesado, le informo a Harriet.
-Mira, ¿ves esa casa rosa llena de flores?
Se pone de puntillas.
-Sí.
-Es la casa de la tía. Ya estamos.
-¡Qué guay! Es muy bonita. Pero tiene mucho rosa.
Suelto una carcajada.
-A la tía Iryna no le gusta pasar desapercibida.
-Seguro que no.
La miro aliviada. Me alegro de que ella esté feliz dentro de lo que cabe.
Lo último que quiero es hacer sufrir a mi hija. No puede ser consciente de la situación con tan sólo seis años.
No se lo merece.
Harriet toca al timbre cuando estamos frente a la puerta.
Trago saliva. No sé por qué, pero estoy nerviosa.
Pasan unos segundos, y la puerta se abre.
Aparece una mujer con un vestido amarillo algo chillón. El pelo recogido en una trenza y una sonrisa en el rostro.
Sin dudarlo, es mi hermana Iryna.
A la primera que saluda es a Harriet.
-¡Oh, pero a quién tenemos aquí! ¡Si es mi niña!
Mi hija se lanza a sus brazos.
-¡Hola, tía Iryna! ¡Tenía muchas ganas de verte!
-Y yo a ti, mi amor.-me mira por encima del hombro de Harriet.-Tu madre no te trae mucho por aquí.
Harriet niega con la cabeza.
-Pero no me importa. También me gusta donde vivía antes. Tenía muchos amigos.
-Estoy segura de que aquí harás muchos, ya verás. ¿Qué? ¿Vamos a ver tu habitación?
-Sí, por favor.-dice Harriet, emocionada.
Le sonrío cuando me mira y se aproxima hacia las escaleras.
Cuando mi hermana y yo nos quedamos solas en la planta baja, me toma las manos.
-Lo siento, Helen.
No sé muy bien cómo interpretar esa frase. Así que me limito a fruncir el ceño.
-No entiendo por qué deberías disculparte. A parte de haberte portado como el culo con Killian, claro está.
Mi hermana mayor alza la vista al cielo.
-Mis motivos tenía, créeme. Y no me arrepiento, que digamos.
-Cómo si no lo supiera.
-Helen, no puede ser que acabes de llegar y ya estemos discutiendo.-replica, más molesta que otra cosa.
-Por algo te dije de buscarme una casa.-recuerdo, defiéndome de sus ataques.
Sé que nuestra relación no va a cambiar. Iryna nunca aceptó que me fuera con Killian. Nunca lo aceptó en mi casa, en mi vida. Trató de hacernos la vida imposible.
Trató de destrozarlo todo. Por eso, me arrepiento de haberme tenido que instalar junto a ella y su marido, Luis.
Aunque éste último no me supone ningún problema. Se ha comportado todo lo contrario a como se ha comportado mi hermana.
Extremadamente bien.
Por una parte, quería que Harriet estuviera más cerca de su familia materna. Espero que Iryna no le inculce ideas absurdas de su padre.
-¿Prefieres dormir en la calle?
Su pregunta me devuelve a la realidad.
Pongo los ojos en blanco. Cojo mis maletas y subo las escaleras.
Quiero hacer como si no estuviera.
Pero sé que es imposible.
-¡Sé honesta, Helen!-comienza a perseguirme por las escaleras.-Aquí estás mucho mejor que en un piso.
-Lo sé. Pero en cuanto tenga un trabajo pienso comprarme una casa. Una grande. Y puede servirme para veranear. Siempre y cuando me marche de aquí otra vez, claro está.
Llego al piso dos. Está repleto de habitaciones.
La puerta de la habitación de Harriet está abierta.
La veo ordenar cosas. No quiero molestarla.
Luego le preguntaré si necesita ayuda.
Iryna me alcanza.
-Tu reflexión me parece bien.
Pues llegas un poco tarde.
-Pero en serio. - me obliga a mirarle. - Dale una oportunidad al pueblo. Y a mí. Te prometo que ahora, las cosas serán diferentes.
Me quedo unos segundos sin hacer nada.
Después, suspiro y asiento.
-Está bien.
Pero en realidad, no me fío un pelo.
Su gran sonrisa me da a entender que está satisfecha.
Me abraza rápidamente.
-Me alegra que hayas vuelto.
Me limito a intentar sonreír. No puedo fiarme de ella después de todo. Sería estúpida.
Iryna se adelanta y vuelve a  tomar la palabra.
-Bueno, y ahora viene lo mejor. Dale la bienvenida a tu nueva habitación.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 17, 2022 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

LA DISTANCIA IMPIDE ABRAZOS, PERO NO SENTIMIENTOS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora