Capítulo 1

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️ ADVERTENCIAS⚠️

🔺El contenido de esta historia toca un tema sensible (Religión).
🔺Por lo tanto es dirigido a un público maduro y de mente abierta.
🔺Mi intención jamás fue ofender a nadie ni faltarle el respeto a sus creencias.
🔺Es una historia con alto contenido sexual explícito.

Si sabiendo todo esto es su decisión continuar con la lectura, les pido de favor sean respetuosos y evitemos dejar comentarios desagradables.

Octubre, un mes tan bello y con tantas creencias negativas. Mi madre solía decir que la luna de Octubre es la más hermosa, tan grande y brillante como en ningún otro mes. Era una fecha especial para ella, quizas porque celebrábamos su cumpleaños.

Hace algunos años dejó de ser así, cada noche hago oración por ella esperando que esté orgullosa del hombre en el que me he convertido.

Con 27 años cumplidos, dos años desde que me recibí como sacerdote y tres años desde que mi madre abandonó el plano terrenal. No pudo estar conmigo en la ceremonia de ordenación sacerdotal, pero estuvo en mi mente todo el tiempo. Ella quería tener un hijo sacerdote y el día que le detectaron cáncer cuando apenas tenía 17 años, me refuigié en nuestra fe, decidí entrar al seminario y cumplir el sueño de mi madre rogando así todos los días a Dios por la salud de ella, pero los años pasaron y cuando parecía que al fin estaban haciendo efecto las quimioterapias, empeoró casi de un día para otro y fue cuestión de un par de meses para que su cuerpo colapsara.

Por Irasue es que Octubre también es mi mes favorito, me recuerda a ella.

Lo único que lo opaca es esa festividad pagana en la que se les enseña a los niños a utilizar disfraces que glorifican el mal deliberadamente e infunden el miedo. Y ni qué decir con aquellos tontos que intentan obtener "poderes especiales" a través de la magia y brujería, cuando la mayoría de las veces lo hacen solamente por diversión y no se dan cuenta de la gravedad del asunto.

Es mi deber como servidor de Dios llevar por el buen camino a todo aquel que en su ignorancia se desvíe, sobre todo con las nuevas generaciones. Por esa razón es que cuando llegué hace un mes a este pueblo, hablé con el Señor Cura para pedirle que me dejara formar un grupo juvenil, acercarme a los jóvenes era la misión que yo mismo me impuse.

Nos reuníamos varias veces a la semana para darles charlas de diferentes temas o llevar a cabo diversas actividades que los unan como la iglesia sólida qué debemos ser. Esta tarde había planeado organizar un coro con ellos para la última misa dominical, los esperaba en el salón de usos múltiples y así como cada tarde uno a uno fueron llegando.

-Buenas tardes, jóvenes. Me da gusto ver su disposición para con la iglesia. ¿Alguien de ustedes sabe tocar algún...?

-Pásate, Kagome, no seas ridícula. Te va a gustar. - La voz de una de las chicas del grupo que recién llegaba con una acompañante, fue lo que interrumpió mi pregunta.

Dirigí la mirada a la entrada del salón por donde aparecían ambas chicas, a la pelirroja ya la conocía, pero aquella joven de cabello negro intenso, llamó mi atención. Los ojos azules adornados por el sonrojo de sus mejillas me desenfocaron por un segundo.

-Le agradezco que intente agrandar nuestro pequeño grupo, señorita Ayame, solamente le voy a pedir sean más cuidadosas con la puntualidad.

-Como usted diga, Padre Taisho. - Inclinó la cabeza en respeto y jaló a la chica para que se sentara a su lado.

-Bien, como les decía. Formaremos un coro para la última misa dominical. ¿Alguien de ustedes toca algún instrumento?

~ ×× ~

La noche del PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora