い 𝗠𝗿. 𝗹𝗼𝘃𝗲𝗿𝗺𝗮𝗻ㅤ︳yeongyu.

zero.

Beomgyu se encontraba tirado en el piso de su baño, reposando su cabeza en la pared y con sus manos temblorosas tocó el anillo en su dedo anular izquierdo, sin dejar de preguntarse el por qué todo había terminado tan rápido. Pudo respirar nuevamente por momentos, pero ahora ya se sentía débil y sin respiración, él se las llevó a todas, todos sus suspiros y todas sus sonrisas.

Ahora hasta intentar sonreír era difícil, no podía entender, ni podía buscar algo que le dé esa felicidad nuevamente, algo mínimo, algo pequeño, nada, él se la robó a toda aquella, hasta que lo dejó sin nada.

Preguntas no dejaban de pasar por su mente, ¿Por qué debía de estar así? ¿Por qué no simplemente seguir? Y es que he intentado tantas veces seguir que ya no me importa, no me importa sentirme vivo, no me importa sentirme muerto, y es que estoy tan muerto cómo vivo.

Sentía y escuchaba a su corazón batallar por latir, por vivir, él estaba igual de cansado. Simplemente éste no es mi día, ni mi mes, ni mi año, ni mi vida.
Lo único que hacía un mínimo ruido en su mente eran los pájaros posados en el árbol de afuera de su casa, los cuáles cantaban tan felices. Los envidiaba, envidiaba a quiénes fueran tan felices, que yo quería ser igual, pero ya no podía.

El canto de los pájaros me animaba, me encendía cuál fuego, me hacía sonreír en medio de la oscuridad. Pero no estaba oscuro, ni yo sonriendo.

Era una madrugada, primera luz, primera hora de un Martes 18 de Octubre.
Casí tres meses, del pozo sin salida en dónde solo se había metido, o eso creía, o más bien .. lo arrastraron hasta allí con palabras bonitas hasta que cayó por completo y nuevamente, lo dejaron apagarse.

El chico se levantó y a paso lento se dirigió a su cuarto, el cuarto el cuál lo anhelaba tanto cómo él, un cuarto lleno de dulces mentiras y recuerdos. ¿Qué tanto por eso?

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¿Cómo podría ignorarlo? Si las paredes saben todos nuestros secretos, saben las noches que lloré porque .. porque no me sentía yo. Las únicas que me consolaron hasta el final y retuvieron mis llantos, sin derrumbarse un momento, él lugar que llenamos de felicidad y que poco a poco se hizo oscuro, aunque el sol llegaba tras el gran ventanal que daba al patio. El cuarto que llenamos de felicidad y que en este momento desearía no estar, pero no podía soltar, no podía irme a ningún otro lado.

Milky al otro lado de la habitación, apoyando su mentón en el piso y descansando. Sentía que él sabía lo que sucedía, estos meses estuvo tranquilo, tan tranquilo que daba miedo. Solo me miraba con su cabeza ladeada, sabiendo que algo faltaba y que con la ausencia de esa persona, él debía de llenar esa parte, pero no podía llenarla, no podía arreglar algo que él no rompió. Y ahora me encontraba con el corazón en trizas, intentando buscar las piezas en la oscuridad, sin encontrar ninguna parte.

Milky me miraba, sus ojitos estaban incluso llorosos, ¿cómo saber en qué piensan los perritos?
Él de seguro en su mente perruna él pensaba en algo, pero solo me miraba.
Milky pasó esté tiempo a mi lado, apoyándome en silencio, lloriqueando, pero sin el ladrido fuerte y feroz que tenía hace 3 meses atrás.
Su cola se movía tranquilamente cuando lo acariciaba, pero otras veces.. cuando solo me observaba, se mantenía calma, tranquila. Era diferente a otros perritos cachorros, debería de jugar, ladrar y romper cosas todo el tiempo, pero Milky solo me acompañaba, ninguno hablaba, solo el sonido de su collar resonaba en toda la casa cuando él se levantaba. Incluso mis respiraciones pesadas resonaban cómo en bocinas por toda la casa.

Milky vino hacía mí, juraba que el sonidito de sus patitas viniendo hacía mí podía ser lo único que me mantenía con vida, lo único que me hacía tan feliz en el mundo.

Se recostó sobre mis piernas, así fue cómo nos quedamos dormidos en el piso de la habitación todo lo que restó de la mañana.