Donde el cielo cae... [MINSUNG] SKZ

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Faltaba una hora para el amanecer y casi todos los vampiros se encontraban ya en los pisos inferiores. Estarían allí, protegidos de las horas diurnas, hasta que llegara de nuevo la noche. Entonces, los coches volverían para llevarlos de vuelta al aeropuerto.

Las velas se habían consumido y las
guirnaldas de flores estaban perdiendo su frescura con rapidez. Jisung sentía el suelo muy frío bajo sus pies, pero no le importó. Estaba aliviando el dolor que le habían provocado aquellas plataformas imposibles que había llevado durante horas, y que ahora colgaban de sus dedos. Minho lo agarró de la mano y juntos subieron la escalera. Sus dedos fríos lo apretaban con fuerza, pero no se quejó. En su mente no dejaba de darle vueltas a la conversación que había mantenido con Junho, había dado el paso, y ahora tenía su bendición para convertirse en un vampiro. Ya no existía nada que pudiera separarlo de Minho, estarían juntos para siempre. El problema era que no sabía cómo hablar con él del tema. Solo pensar en ello, lo sumía en una especie de estado vegetativo en el que apenas era capaz de respirar.

—¿En qué piensas? —preguntó Minho.

—En nada —respondió con una sonrisa.

—Ese nada parecía interesante. Estabas
completamente abstraído —insistió él.

Jisung notó que el pasador de su pelo se
había desprendido un poco. Se llevó una mano a la nuca y se lo quitó, después lo dejó caer dentro del bolsillo de la chaqueta de Minho.

—¿Te das cuenta de que apenas hemos
estado juntos esta noche? —le hizo notar Jisung.

—Bueno, no me sorprende. Tanto mis
padres como Christopher te han acaparado la mayor parte del tiempo.

Él dejó escapar una risita mordaz.

—Intentaban que me sintiera bien, ya que tú parecías estar muy solicitado por ese grupito de vampiras esnobs.

La sonrisa de Minho se ensanchó.

—Forma parte de mis obligaciones ser un buen anfitrión —dijo en tono inocente.

—¡Oh sí, y seguro que te ha resultado de lo más molesto! —replicó Jisung con el ceño fruncido y un mohín en los labios.

—Estás celoso. Me gusta —susurró
acercando los labios a su oído. Tomó un par de mechones de su pelo y se los colocó tras su oreja, rozando su piel con lentitud—. Pero yo solo tenía ojos para ti.

Jisung se sonrojó y bajó la mirada. Se
detuvieron frente a la puerta de su habitación. En ese momento dos Guerreros aparecieron por el pasillo, revisaban la seguridad de la mansión antes de retirarse a los pisos inferiores. Los saludaron con una leve reverencia y pasaron de largo. —Supongo que estarás cansado —dijo Minho.

—Sí, un poco —señaló Jisung lanzando una mirada fugaz a los Guerreros. Se habían detenido unos metros más adelante, parecía que habían encontrado algún problema en una de las cámaras de seguridad.

—Entonces descansa, te veré cuando despiertes.

Le acarició la mejilla con el pulgar,
mientras sus ojos se lo bebían. Entonces se separó de golpe y se encaminó a su habitación. Se detuvo frente a la puerta y miró a Jisung  dedicándole una sonrisa encantadora.

—Buenas noches.

—Buenas noches —respondió él.

Jisung entró en el dormitorio sintiendo un gran vacío en el pecho. Minho ni siquiera le había dado un beso de buenas noches y, aunque sabía que la razón era la presencia de los dos Guerreros, eso lo dejó un poco triste. No era la despedida que había imaginado. Cerró la puerta con suavidad. Lanzó un suspiro y apoyó la frente contra la madera con los ojos. Se giró y el corazón le dio un vuelco. Soltó los zapatos, que se estrellaron contra el suelo con un golpe seco. Minho estaba tan cerca que el aire apenas circulaba entre ellos. Y sin decir una palabra le tomó el rostro entre las manos y lo empujó contra la pared. Lo miró a los ojos un instante y lo besó con un impulso desesperado.