dos

782 118 59
                                    





—¿Estás enojado porque Vincent le llenó el vientre de semen?

—Cállate...

—Mira, está goteando. ¿Quieres que te lo junte en un frasquito?

—¿Quieres que te corte la lengua?

Oí. Apenas abrí los ojos. Vi frente a mí el bloqueo de una tela oscura. Sentí incómodas mis pestañas, así que cerré los ojos nuevamente. Mi cuerpo tembló y quise encogerme, pero algo me jaló las muñecas. El sonido de cadenas me heló la sangre.

—Despertó. Está temblando, qué lindo. Hey, Ulises, ¿seguro no quieres que junte el semen?

—Cierra la boca —la voz se aproximó hacia mí. Sentí una mano fría contra el mentón y aromas fuertes chocaron contra mis pulmones. Me sentí asfixiado, ahogado. Gemí por lo bajo cuando los dedos apretaron mis mejillas—. Lo elegí a recomendación tuya. ¿Bajo qué criterios te llamó la atención?

—Mnh... —el otro murmuró—. Lo he visto elevar la mirada algunas veces. Creí... que sería interesante verlo en acción.

Quise gritar que aquello era mentira, que nunca había elevado la mirada. Pero me sentía tan sofocado, tan tembloroso. Mi cuerpo no evitaba de encogerse, de mostrar el cuello. No sabía qué tipo de sensaciones eran aquellas.

—Él te miró muchas veces, Ulises.

—No me miró —sentí que me soltaba con brusquedad.

—¿Acaso no te diste cuenta que nos hablaba a nosotros?

—Vete. Sal de aquí.

—Oye... si no lo quieres tú, déjamelo. Yo sí quiero darle cachorritos como él quiere.

—Vete, Bastian —rugió. Yo temblé en mi lugar. Se oyó una risa que se perdió incluso cuando la puerta se cerró. El silencio se hizo y rápidamente oí pasos que fueron hacia mí. Me arrancaron la oscuridad de los ojos y la luz fue tanta que me dolieron las pupilas al abrirlas. Gruesas manos me tomaron del mentón—. Mírame.

—Ngh... —gemí y abrí los ojos dolorosamente. Vi frente a mí a un gigante. Tuve que elevar la mirada, enorme. Ojos rojos se clavaban en mi miserable rostro. Era pálido, de cabello oscuro y hombros anchos. Tenía la mirada de un animal furioso y yo parecía ser el objeto de su enojo—. ¿Q-qué eres...?

—Tú... nos llamas los otros.

—¿La luz roja...? —pregunté. Él me soltó. Miré a mis costados, era una habitación pálida, vacía. El suelo de mármol blanco reflejaba a la perfección nuestros cuerpos. No había ventanas, ni decoraciones ostentosas. Simplemente una habitación vacía. Miré mi cuerpo desnudo, el semen goteando de mi interior. Me sonrojé al instante—. Mi cuerpo...

—Perdiste.

Elevé la mirada.

—Yo no perdí.

—Lo hiciste. Tú perdiste —me miró sin que se le moviera un pelo. Traté de levantarme, pero el cuerpo me dolió terriblemente. Estaba en el suelo, sentado, me ardían los huesos.

—No perdí, Vincent me llenó. Tengo su semen en mí como prueba. ¿Acaso ves mi vientre cubierto del mío?

Él no cambió su rostro.

—Perdiste, eso es todo lo que veo. No tienes tu cristal.

Lo miré atónito. ¿Qué clase de reglas habían establecido?

—¿Entonces...? ¿Qué pasará ahora? —lo miré, él se alejó dos pasos. Sacó de uno de sus bolsillos una cajita pequeña, la abrió y tomó un tubito blanquecino con la una línea plateada en medio. No supe de dónde sacó el otro artefacto, pero el tubito en sus labios se iluminó de rojo en las puntas—. El punto rojo.

—Ahora... —siguió, ignorando mi comentario. Me miró, soltando humo de su boca. Me sentí fascinado—. Quita esa cara.

—¿Qué es eso? —pregunté.

Él me miró, levemente se inclinó en cuclillas frente a mí. Era grande, mucho más que Vincent. Seguramente me veía como una porquería a su lado.

—No puedes consumir esto —comentó. Bajó la mirada a mi pecho, a mi cuerpo. Quise quitarme la duda enseguida.

—¿Me matarán?

—No.

—¿Qué pasará conmigo? —pregunté. Él escarbó entre sus bolsillos. Pensé que iba a sacar otra luz roja, pero su puño salió limpio y sin más. Lo miré elevarlo frente a mi rostro. En un segundo, una suave cadenita plateada se tambaleó en sus dedos. Mis ojos se abrieron con sorpresa, era simple, delgada igual que la anterior. Y el cristal...

Era negro. Completamente negro.

—Engendrarás cachorros de la servidumbre si ningún alfa de élite te reclama.

—¿Servidumbre...? —ni siquiera sabía qué significaba esa palabra.

—Como el hombre que te dio el polvo de cristal ayer por la noche —mencionó. Lo miré con grandes ojos, creí que el castigo sería peor que la muerte. No pensé que fuera simplemente engendrar cachorros con una pareja. Mi cabeza pensó en el placer que sentí la noche pasada.

—¿Yo puedo elegir?

—No. No te tendrán. Fecundaremos tus óvulos artificialmente y en cuanto el cachorro nazca, te lo quitaremos. Tendrás cerca de tres meses para sanar, y luego volveremos a fecundarte —Seguramente me puse pálido o azul ante la noticia. Llevé una mano a mi vientre. Sabía que podía procrear, y realmente nunca pensé que podría ser madre de un bebé... pero si así fuera, quería tenerlo para mí. Ni siquiera supe de dónde salió ese sentimiento, simplemente lo quería.

Lo miré a los ojos.

—Lo de anoche... lo que Vincent me hizo... ¿no volverá a pasar?

Sus ojos inspeccionaron mi rostro, no temí su presencia, ni tampoco su gran tamaño. Había algo dentro de mí que me hacía ronronear ante él. Como si me calentara el vientre, ahí.

—¿Realmente te gustó? —me cuestionó. Traté de no pensar en el líquido espeso que salía de mí, entre mis piernas. Jamás en mi vida había sentido tantas cosas y nunca pensé que mi cuerpo podía hacerme sentir bien. Tal vez ellos habían sentido lo mismo, y buscaban eso al ver a otros. Yo lo observé con grandes ojos, no sabía explicar cómo era su rostro. No sabía si era lo que a veces murmuraban en los pasillos. Bello. Simplemente me pregunté si así como se veía él, me veía yo.

—¿Me lo harías tú también? —mi voz salió sin más. Me sentí fascinado al ver cómo ese rostro cambiaba de gestos. Su mirada, su postura, sus ojos viéndome. Traté de controlar el hambre de verme reflejado en ellos. Me acerqué más, tomé su gran mano entre las mías. Eran diferentes, enormes. La apoyé suavemente contra mi estómago—. Te dejaré llenar mi vientre.














DEVORADOR. DOS.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 09, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

DevoradorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora