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Había sido demasiada información que procesar, pero la verdad ahora muchas cosas tenían sentido. 

Quackity era hijo de los dioses, y no sólo eso, sino también había pasado por tanto…

Bueno, no era sorpresa que hubiera tomado las decisiones que tomó. Quackity lo había dicho, hizo lo que hizo para sobrevivir en un mundo cruel y peligroso, y nadie podía juzgarlo por eso. Aunque eso no le quitaba que no fuera impactante. 

Además, Quackity había detenido la historia alrededor de la parte dónde conocía a un extraño Slime con forma humanoide. Les había dicho que lo que les mostró sólo era una proyección del pasado, que no podían interferir de ninguna manera, además que gracias a los dioses se les había otorgado la habilidad de entender el idioma de este peculiar servidor para los que no lo hablaban tan bien. 

Sin embargo, al llegar a esa parte, todo se había detenido de pronto cómo si de una película se tratase, el otro Quackity estático frente a la criatura humanoide. Había una mirada seria y de tristeza en el rostro de su Quackity, su vista fija en aquellas dos figuras. 

—No puedo volver a ver esto, perdón… Ese es Charlie. Él era mi mejor amigo, aunque honestamente, a veces yo era más cómo una figura paterna para él. 

—¿Era…? —preguntó cauteloso Luzu. 

Quackity tomó una bocanada de aire, preparándose para sus siguientes palabras. 

—Charlie está muerto. Purpled lo mató frente a mi, y todo para conseguir el puto libro de Dream que yo ni siquiera tengo. 

Un silencio se hizo en el grupo. 

—Pero, ¿todavía tiene dos vidas, no? Habrá respawneado, ¿verdad? —sugirió Alexby. Quackity sacudió su cabeza con pesar. 

—Charlie no era humano, al final del día, era un slime. Los mobs sólo tienen una vida. Si de alguna manera hubiera ganado más vidas, ya hubiera regresado a Las Nevadas. 

De nuevo se hizo el silencio. 

Quackity suspiró con pesar, sus hombros notablemente caídos. Miró una vez más a las figuras inmóviles antes de hacer un ademán con la mano, y la escena se disolvió como humo en el aire, dejándolos a todos de regreso en casa de Vegetta. 

Uno por uno, los héroes se aproximaron a Quackity y se unieron en un abrazo grupal, siendo Luzu el primero que lo atrajo en un fuerte abrazo. 

Quackity se tensó al inicio, pero eventualmente volvió a relajarse, y de pronto estaba llorando. 

Ahora todos comprendían muchas cosas. Por eso Quackity se tensaba al inicio cada que alguien se le acercaba mucho, o a veces se ponía inmediatamente a la defensiva ante algo. Estaba acostumbrado a no confiar en nadie y a estar constantemente atento a no ser apuñalado por la espalda, más aún cuándo eso podría potencialmente significar que estaría un paso más cerca de terminar sin vidas. Lo cual a su vez explicaba porque a veces Quackity sonaba algo desesperado o incluso asustado cuándo pedía a gritos a sus compañeras que le revivieran si llegaba a morir. 

Eventualmente, Quackity se separó del abrazo, secando sus lágrimas. Miró a todos con agradecimiento en su rostro por ser tan comprensivos y se removió un poco en su lugar, pensativo. 

—Quiero que vengan conmigo a visitar Las Nevadas una última vez. Aún si me voy, a fin de cuentas es mi legado, y algo de lo que estoy muy orgulloso. Quisiera que lo vieran de verdad y no en un espejismo, aún si es sólo por un día. 

Nadie iba a negarle eso, así que todos inmediatamente accedieron. 

Quackity pareció recuperarse entonces, porque su expresión cambió de nuevo a la más juguetona e infantil a la que todos estaban acostumbrados. 

Goodbye, farewell. [Karmaland x DSMP]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora