Parte 1: Bienvenida

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«Había una vez una joven tonta que terminó en medio de la nada, engañada por su jefe»

Dijo para sí misma.

Claro, él le dijo que la elegía por ser la mejor para llevar a cabo ese trabajo, que ella era la más indicada y que él depositaba toda su confianza en ella; y en ese momento se sintió especial.        Pero ahora estaba segura que la había mandado allí porque la odiaba.

Ella no hubiese podido decirle que no a Kim Namjoon, cuando él le sonreía y esos dos hoyuelos se marcaban al lado de su boca. Estaba convencida que si él le pedía con esa misma sonrisa que se pusiese de rodillas y le practicara sexo oral, ella le diría que sí, aunque él no era de esos, era un hombre muy correcto.

Más de una vez había tenido la fantasía de que el la tomara en su escritorio. ¿Estaba enamorada de su jefe? No claro que no, era un hombre maravilloso y ella sentía admiración y devoción por él, nada más. O al menos eso es de lo que se auto convencía.

Así fue como aceptó ese trabajo que nadie querría seguramente y terminó en medio de la nada, en un pueblo fantasma que parecía escenario de una película de terror, teniendo que quedarse más días de lo que esperaba tener que hacerlo.

Y tan tan en medio de la nada estaban que ni señal tenía en su teléfono móvil cuando quiso llamar a su jefe para avisarle que tendría que esperar por su clienta al menos un día más.

Era un pueblo pequeño, en los que estaban la oficina de correos, el banco, la policía y el municipio uno junto al otro.

En la vereda de en frente un pequeño bar al que se dirigió a pedir algunas indicaciones, necesitaba encontrar donde dormir y un teléfono para hablar con su jefe.

Tras la barra se encontró con un chico muy joven, calculaba no tendría más de veinte años, que desentonaba mucho con ese pueblo que parecía detenido en el tiempo, con sus brazos cubiertos de tatuajes y, sus orejas y rostro llenos de piercings. Llevaba en su muñeca izquierda un pañuelo atado como los rockeros de los 80.

– ¡Buenos días! Necesito conseguir un teléfono, un lugar para dormir y un plato de comida. ¿Podrías ayudarme? –dijo en un tono imperativo.

–Teléfono al final de la barra tienes uno que funciona con monedas, lugar para dormir en el motel que está en la entrada del pueblo del lado sur, y un plato de comida puedo ofrecerte el menú del día o si prefieres algo especial lo charlo con el cocinero.

–El menú del día estará bien.

Se dirigió a donde le había indicado que estaba el teléfono pero recordó no tener monedas. Volvió hacia el joven y le extendió un billete para pedirle cambio en monedas para poder usar el teléfono. Este sin decir nada guardó el billete en la caja y le entregó unas pocas monedas en comparación con el billete que ella le había entregado, por lo que lo miró interrogante.

–Ya le cobré el menú del día y la bebida, esas monedas son más que suficientes para una llamada larga distancia.

Tomó las monedas y fue hasta el teléfono para hablar con su jefe, que casualmente no podía atenderla por lo que le tuvo que dejar el recado con la secretaria, que era una chica demasiado joven y distraída, así que rogaba recuerde darle su mensaje tal cual ella se lo había dicho.

Frustrada volvió cerca del barman y se sentó en un taburete a esperar por su comida. Ya nada podía empeorar, o eso creía en ese momento.

– ¿Un mal día? –preguntó el joven detrás de la barra regalándole la primera sonrisa, dejando ver unos hermosos dientes blancos, con sus dos incisivos centrales un poco hacia delante.

Ella sonrió en respuesta, aquel chico le recordaba un conejito, y le resultó tierno.

–Ni me lo recuerdes.

–No se ven mujeres viajando solas por estos lares. ¿Qué te trae a este pueblo de mala muerte en medio de la nada?

–Uf, parece que a ti tampoco te gusta mucho estar aquí.

–Pero ya estoy acostumbrado a este infierno... Por cierto soy Jungkook –extendió su mano para saludarla formalmente.

–Yiseo, encantada –dijo estrechando su mano–. Vine a traer unos papeles legales a una clienta, que justo no estaba en su casa, pero me encontré con un cartel que regresaría en uno o dos días.

– ¿Y de quién estamos hablando si se puede saber? En este pueblo nos conocemos todos.

–La señora Kwon Hyuna, ¿la conoces?

De repente el rostro del joven se puso serio.

– ¿Fuiste a ese lugar? –preguntó con incredulidad.

–Sí, esta mañana apenas llegué. ¿Sucede algo? –Preguntó al ver como había mutado la expresión en su cara.

–No, nada... voy a ver si Yoongi ya preparó tu comida; permiso.

Eso había sido muy raro, qué pudo ocasionar que de repente se ponga tan serio, se preguntó. Le preguntaría cuando regrese con su comida.

Pero mayor fue su sorpresa cuando del interior salió un hombre de cabello cuasi largo negro, de piel muy pálida y mirada felina, con un delantal de cocina y un plato de comida en la mano que dejó delante de ella.

–Lo siento pero Kook se tuvo que retirar, regresará en un rato. ¿Qué gusta tomar?

–Una botella de soju estaría bien. ¿Así que Kook le dicen?

Él solo asintió, serio. Dejó una botella de soju frente a ella previamente destapada y con una inclinación de cabeza se retiró nuevamente hacia la cocina dejándola en ese lugar completamente sola.

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¡Nueva historia!

Primera vez que escribo algo de este género, gracias a una dinámica de escritura, espero cumplir las expectativas.
Love You 

Liz💜

MOTEL Inferno - Ot7Donde viven las historias. Descúbrelo ahora