SIPNOSIS

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1939. Desde 1933 la persecución y masacre de los judíos, gitanos, personas con discapacidades tanto físicas como mentales, polacos, homosexuales, ETC...

Ésto incremento con hitler siendo el Führer de Alemania un año después. Es peligroso tan sólo salir a la calle, en especial cuando tu padre es un judío, el cuál lleva semanas enfermo.

Vivimos en una cabaña, en las profundidades del bosque, fué idea de mi padre, ya que así era más difícil de encontrar, no podríamos decir que era seguro, pero era mejor que la ciudad. Mi padre se encargaba de cazar nuestra comida y buscar agua potable y yo cuidaba la casa, cuándo era necesario salía a la ciudad en busca de medicina y comida. Ahora tenía que hacerlo todo, ya que mi papá estaba grave con su enfermedad. No sabemos lo que tiene, pero no le permite moverse con facilidad.

Gracias a Dios que el desde que era niña me enseñó a sobrevivir, en palabras de el "el día que yo no esté contigo, no necesitarás que alguien te salve, ya qué tu misma lo harás". La cabaña no era tan grande, era del tamaño perfecto pará no llamar la atención, estábamos lejos de los conflictos de la ciudad, sólo que cada que podía, iba al pueblo más cercano pará enterarme de las noticias, vivir en el bosque hacé que sea difícil enterarse de lo que pasa en el mundo.

Hoy estaba en la ciudad comprando medicamentos pará mi papá con el poco dinero qué había conseguido, cabe aclarar que lo conseguí de una manera sucia, pero no creó que ése hombre se dé cuenta que le falta la billetera hasta qué llegue a su casa, veía a las personas caminar cómo si nada pasara, ignorando el hecho de qué estaban matando a Miles de personas sólo por sus creencias y estilo de vida, claro que eran las personas que hitler consideraba "dignas", por eso simplemente no les importa lo cruel que podría ser el Führer.

Entre a la tienda y saludé al vendedor, llevaba varías semanas de conocerlo, era un hombre de 48 años, piel blanca, ojos marrones, cabello rubio con varías canas y medía aproximadamente 1.84.

— hola señor müller. —

— hola señorita Ackerman, un placer volver a verla, ¿cómo está su padre? —

— todavía está muy mal, traté con el té que me recomendó, pero sigue igual. —

— es una pena, es un hombre bastante agradable. —

Terminando ésa pequeña conversación, agarré todo lo que necesitaba y pagué, antes de irme, el señor müller me llamó.

— señorita, ¿sabe usted de lo que está pasando? —

— ¿lo de Hitler y los judíos? Claro que lo sé. —

— no me refería sólo a éso, escuché que hitler está reclutando soldados y se está llevando a los jóvenes al ejército. —

— ¿Enserio? —

— si, ya a esté pasó la guerra será algo inevitable, te recomiendo que compres suministros y no salgas de tú casa con tu padre hasta que todo se calme. —

— claro señor, pero sabe que mi padre y yo no tenemos el dinero suficiente para eso. —

— de eso no se preocupe. Tomé  — dijo mientras me pasaba unos billetes —, Esperó que éso la ayude un poco, ahora váyase antes de qué sea muy tarde. —

— muchas gracias en verdad. — dije con una medía sonrisa, saliendo del lugar.

Ésto es lo último, sabía que la guerra iba a venir en cualquier momento, pero justo tubo que pillar a mi padre enfermó, ahora ésto va a ser más peligroso de lo qué era antes.

Duré varías horas comprando todo lo que necesitaríamos en casó de emergencia. Estaba de camino a mi casa, pasaba por los árboles y admiraba las flores y plantas qué había, ya en la cabaña, mi padre estaba sentado en su cama mirando por la ventana.

— ¿Por qué tardaste tanto? — preguntó con preocupación.

— estaba comprando, el señor müller me dijo que la guerra está por comenzar y me dió dinero pará comprar suministros. —

— ¿es enserio? —

— yo no bromeó con éso padre, es verdad lo que te digo. —

Me acerque a el y lo recosté en su cama, fuí a por un trapo húmedo y empecé a pasarlo por la cara y cuello de el, estaba ardiendo en fiebre y tenía que tratar de por lo menos, enfriarlo un poco. El ha estado empeorando con el pasó de los días y tenía miedo de qué fuera tan grave y que lo perdiera, había veces en la que se desmayaba de la nada y éso hacía que mi miedo incremente.

Duramos unos minutos así, hasta que el por fin se durmió, me encargué de limpiar la casa y cerrar las puertas y ventanas, no dormíamos con ninguna luz encendida por precaución.

Me acerque al sofá y me acosté, le había dado la cama a mi padre pará que tuviera espació y pudiera descansar cómodamente. No me importa dormir en el sofá, por supuesto no era lo más cómodo del Mundo, pero era éso o dormir en el piso.

Me quedé mirando al techo por unos minutos esperando a qué el sueño llegará a mi, poco a poco mis párpados se fueron cerrando y caí en un sueño profundo.

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