En la hacienda más grande de la región se hallaba una joven muchacha cabellos morenos observando lo que realizaba su primo, quien tenía un machete en manos cortando carne, arruga un poco su nariz al notar como brotaba tanta sangre de ese pobre animal, pero sabe que sin ese animalito ella no tendría donde vivir ni tampoco dinero.
Sin duda preferiría dedicarse a dar clases en una escuela que trabajar en el campo.
Nunca se animaría a hacer lo que su pariente estaba haciendo.
De pronto oye a lo lejos una voz que reconoce como el de una mujer llamándola.
-¡Marisela! ¡Marisela! ¿Dónde estás?
Se sobresalta, volviéndose y diciendo en un gritó:
-¡Aquí estoy! - sale de donde estaba.-Ay, mi amor aquí estás. ¿Qué hacías ahí dentro? - se cruza de brazos esperando respuestas.
-Yo, estaba viendo lo que hacía Santos.
-¿Cuántas veces te tengo que decir? Que no tienes que entrar ahí cuando Santos está cortando la carne, te lo he dicho mil veces Marisela.- la regaña la mujer.
-Sí, lo sé mamá. Pero, me dio curiosidad...
-¿Curiosidad? Si a ti no te gustan esas cosas, muchacha. ¿Tú lo que quieres es traumarte? Sabes que esos trabajos son demasiado duro, ¿por qué te empeñas en ver esas cosas? No entiendo.
-Te prometo que no lo vuelvo a hacer, además, es asqueroso... y me duele por esos animales. - bajó la mirada con tristeza.
-Yo lo sé amor, pero es para producir y tener con qué comer. De ello vivimos, tú lo sabes muy bien.- se acerca a su hija, le acaricia el rostro.
-Mira, por qué no vas adentro y le pides a Casilda que te prepare algo o... ¿acabaste tu tarea?
-Emm...
-Marisela Barquero Guaimarán, ¿no terminaste tu tarea?
-Te juro que la iba a terminar.
-Sí, claro niña y yo me chupo el dedo ¿no? Vete inmediatamente a terminar tus deberes del colegio, ¡como va! - le ordena con voz firme señalando hacia la casona.
Marisela ni lenta ni perezosa, acata a su orden con pasos apresurados se dirige hacia a su casa casi corriendo.
Santos sale del galpón donde estaba trabajando, venía quitándose las manchas con un trapo.
-¿Esa era la loquita de tu hija? - le pregunta a sus espaldas.
Bárbara se vuelve al escuchar lo que dijo su marido.
-No le digas así.- dice con el ceño fruncido.
-Ya no se me enoje, sabes que lo digo en broma. Yo a tu hija la respeto y lo sabes.- sonríe tratando de contagiarla.
-¿Tú por qué te empeñas en hacer ese trabajo cuando mi hija está en casa? Te he dicho que al menos lo hagas los fines de semana.
-No me regañes, Bárbara. Además el trabajo no puede esperar debemos vender el producto fresco, de calidad.- le explica con paciencia.
-Yo no termino de entender el por qué no haces el trabajo en otro lado, ¿por qué en la hacienda?
-Y yo no entiendo porqué siempre buscas alguna excusa para pelear, de veras mi amor, siempre hay algo en lo que terminamos peleando. ¿Ya no? - suspira cansado.
-Es que ya te lo había dicho que busques un lugar en alquiler en el pueblo para hacer esas cosas, sabes muy bien lo curiosa que es mi hija, esto la puede traumar. ¡Por dios! - alza innecesariamente la voz.
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Una Noche de Halloween
FanfictionBárbara y Santos son capaces de todo por mantener sus apariencias de personas intachables, incluso de asesinar. Aclaraciones: en esta historia no todos los personajes que conocemos existen y Santos es mayor que Bárbara por tres años.