Como Ella

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Solo se escuchaba el ruido del carruaje mientras este avanzaba por las calles rumbo a su hogar, dentro, la tensión podía cortars e con un cuchillo. Penélope iba callada observando la ciudad , mientras él solo la veía de reojo.

Cuando al fin llegaron a su destino, ella no esperó a que le ayudaran a bajar, entró directamente a la casa como si buscara un refugió.

-Penélope...

Lo ignoró completamente mientras subía las escaleras a su recámara y una vez ahí fue directamente a su vestidor y se encerró. La puerta le dio prácticamente en la cara y suspiró, apretó su nariz con sus dedos buscando relajarse.

-Penélope...

-¡Déjame en paz!

Se pasó la mano por el cabello y se dio medio vuelta para dejarla sola, pero a mitad de camino hacia la puerta, regresósobre sus pasos y decidió probar suerte abriendo la puerta del vestidor de su esposa, la encontró ahí parada frente al sillón del pequeño cuarto.

-Te dije que me dejaras en paz.

-Si de verdad lo hubieras querido, cerrarías la puerta con llave.

-No te ilusiones, ha sido la costumbre solamente.

Colin caminó hacia ella dejando una distancia entre ellos.

-Bien, te dejaré en paz si me dices con quien estás enojada ¿Conmigo o con tu madre?

-Ambos, te lo he dicho, no me gusta comer frente a mi madre.

- Unas cucharadas de sopa y unas hojas de ensalada no pueden considerarse comer- reclamó él- deberías poder ser tu misma y alimentarte.

-Eso no lo decides tú, no tienes el derecho a juzgarme- sus ojos llenos de lágrimas lo miraron con dolor- tu no creciste con ella, creciste en un hogar amoroso, donde eras importante y valorado.

Bajó la cabeza, él sabía que había sido afortunado por tener una familia tan maravillosa y que solo hasta que se casaron, ella había sabido lo que era ser amada incondicionalmente.

-No tenías derecho a confrontarme con mi madre- reclamó con las lágrimas comenzando a recorrer sus mejillas- ¡ Mírame, Colin! Por supuesto que ella sabe que como, pero no puedo ser yo misma ni comer frente a ella porque duele.

-Lo siento- susurró - es solo que me preocupo por ti, ella no tiene derecho a hacerte sentir de esa manera.

-¿Crees que no lo sé? ¿Que quiero que me vea p or lo que soy y no por lo que como o por cómo me veo? - suspir ó mirándolo a los ojos- ella es la mujer más egoísta e insegura que conozco, se ha proyectado en mi toda mi vida, incluso ahora que soy madre y que est amos esperando a nuestro segundo bebé, no deja de repetirme que debo cuidarme, que no debo comer demasiado o podrías dejarme.

-Pen...

-Sé que no lo harás- dijo ella con seguridad- pero no quiero decirle a mi mamá lo que realmente pienso de ella, porque solo la lastimaría y no quiero que sienta lo que ella me hace sentir.

Colin c ruzó la distancia entre ellos y la abrazó , sintió como ella se hundió en su abrazo, agarrando las solapas de su saco fuertemente mientras no paraba de llorar. Sin soltarla se movió para sentarse en el sillón y poniéndola sobre su regazo la acunó con ternura.

-Lo siento amor- dijo mientras la mecía- eres la mujer más extraordinaria del mundo y tu madre debería sentirse afortunada de tenerte, sé que yo lo soy , y sé que nuestros hijos son bendecidos de tenerte como madre, porque jamás permitirás que ellos se sientan como tú te sientes ahora.

Continuaron abrazados mientras el llanto de Penélope se convertía en sollozos y después de un rato sintió como su agarre disminuyó mientras caía en un sueño profundo. Observando el rostro de la mujer que amaba, se prometió hacerla sentir especial y valorada por el resto de sus días.

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