Pétalo 06| Enfado

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Ser fuerte era algo necesario en el pueblo.

Prácticamente la mayor parte de su vida los tenían como unos posibles candidatos a terminar como su padre, pero a pesar de todo conseguían sobreponerse.

La marca que le llegaba al rostro le recordaba eso. Y desgraciadamente el señor de aquel pueblo había tenido razón, no sobrevivían demasiados a la prueba pero lo había conseguido sin necesidad de entrenamiento.

Pero esas personas no dejaban de parlotear. Y eso comenzaba a exasperarlo en niveles bastante elevados.

En el pueblo abundaban aquellas personas, de vestimenta diferente, con un porte distintivo, tal vez a esas dos niñas no les intimidaba el aspecto desarreglado de los sobrevivientes pero se les daba por parlotear de forma innecesaria cuando lo que en verdad necesitaban era que vayan al grano y después busquen un médico. Uno de los aspirantes se retorcía del dolor, intuía múltiples moretones, otro tenía de la cabeza brotando sangre, y con una cicatriz bastante seria.

Pero seguían dando indicaciones que no venían a cuento. ¿Ahora resultaba que eran simples empleados? Eso era idiota, había creído que los cazadores eran personas que buscaban eliminar la peste que simbolizaban los demonios, pero había escuchado a parte de ellos hablar de salarios mucho más apetecibles que cualquiera de los trabajos disponibles.

Soberana estupidez.

Tomó a la niña de una forma amenazante, pero lo que la sacó de quicio era su inexpresividad.

Reclamó su derecho, necesitaba dormir, quería descansar y atender sus heridas.

Pero a la otra le pareció darle igual cualquier acción hacia su hermana. Si se hubiese tratado de Teiko y él, no hubiera dudado en pelear por su hermana, pero esa tipa no movía ningún músculo.

Prepotencia.

Y luego un idiota que le rompía la muñeca. Y podía reconocer en su expresión algo que le molestaba.

Ese tipo de sujetos no les importaba el tener que ser pisoteados pero saltaban como gallitos al ver a otra persona, ¿por qué no podía importarle sus asuntos?

Se retiró de ese sitio una vez elegido el metal.

- Va contra el código de cazadores agredir a uno de los miembros de la cofradía – sermoneó la niña mientras era curado.

- Ni te dignaste a defender a tu hermana – contesta de mala forma, zafándose del médico y tomando un par de vendas – Ustedes solo piensan en el dinero.

- Tu cara me suena – pronunció el niño de forma débil – Te llamas Shinazugawa?

La cara de Genya despertó con la mención.

- Sanemi Shinazugawa – pronunció dubitativo el niño – ¿es tu hermano?

- Su ubicación –murmuró Genya al sentir la posibilidad de encontrarlo... por fin.

Un sentimiento molesto nació en Kiriya.

Contrario a lo expresado, se había preocupad por su hermana, y se había asegurado de proporcionar un bastón al cazador que la había defendido, además de atender como era debido su herida.

Por otra parte, decidió ajustar de más el vendaje de la muñeca de ese tipo.

- Es un pilar – dio por todo dato antes de marcharse.

.

Kanata exhaló un suspiro.

No sabía si era cosa de Shinazugawas, pero parecían odiar demasiado a los Ubuyashiki. Y tenía curiosidad del porqué.

- Ay!

Kuina dejó de cepillar el cabello y la miró preocupada al ver como un mechón de cabello se desprendía con el cepillo.

- Hermana... no deberías tolerar ese tipo de acciones – protesta por no haber ido.

Kanata contempla el aura oscurecida de su hermana.

- Olvida eso hermana – suplica, rebuscando en su memoria algo para distraerla de su enfado – la verdad, creo que creyó que nuestro hermano era una niña.

Su hermana dejó de cepillar, incrédula.

Soltando una pequeña y disimulada risa.

Pero el asunto no salió de la cabeza de Kanata.

Quiera o no, la primera probada de realidad, fue excesivamente acerba.

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⏰ Última actualización: Oct 23, 2022 ⏰

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