único

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❛Mi polla vale mucho más que tus millones❜

La mujer de cabellos azabaches corría agitadamente por aquel callejón estrecho y maloliente, escuchando los pasos que resonaban tras su espalda cada vez más cerca. La adrenalina corría por su torrente sanguíneo como una droga y, en vez de sentir miedo por estar siendo perseguida y cazada, sentía satisfacción por la excitante sensación de peligro.

—¡Mierda!

Gruñó molesta en cuanto resbaló gracias a algo viscoso y de procedencia dudosa en el suelo, no le tomó importancia y siguió corriendo, su corazón golpeando su tórax tan rápido y fuerte que era incluso doloroso. Pronto sus ojos captaron el siguiente obstáculo que se alzaba al final del callejón: un enrejado oxidado que dividía a la parte trasera de aquellos edificios y a la carretera principal.

Sin pensarlo mucho aceleró el paso y tomó impulso antes de saltar, todo lo que sus ágiles piernas se lo permitían, rápidamente sus manos se aferraron al oxidado metal y escaló con velocidad el enrejado, llegando en tiempo récord a la cima y saltando grácilmente al otro lado.

Sonrió en cuanto aterrizó perfectamente de pie sobre sus botines de cuero -un calzado poco apropiado y nada cómodo para una persecución pero, bueno, se le veían divinos– y sonrió en cuanto escuchó el estruendo que provocó el cuerpo de su perseguidor al chocar contra la reja como mosquito en parabrisas.

—Eso debió doler —se burló, echando su cabello para atrás con una de sus manos—. Uy, ese golpe te dejó la cara horrible, ah, no, ¡ya eras así de feo!

Carcajeó con sorna al ver a su oponente gruñir con ira y, con toda la gracia que poseía en su delicado cuerpo, se inclinó dando una exagerada reverencia de despedida.

—Me encantó esta persecución, pero estás fuera, yo gano y me retiro —canturreó engreída antes de enderezarse, sacar el arma rosácea de su cinturón y dispararle al matón sin darle tiempo de intentar huir.

Frunció la nariz con disgusto cuando la sangre salpicó su camisa Channel, pero decidió huir de la escena antes de que más tipos como el anterior la acorralarán y la dejaran fría sobre el pavimento.

Nop, no quería morir, aún no modelaba para Gucci.

Así que huyó lejos, camuflándose con las sombras que bañaban los rincones de aquella ciudad, escabulléndose como una profesional para no dejar rastro y escapando con éxito lejos de los que le perseguían.

Después de todo, Penguin Gang era la asesina más escurridiza de todos, no por nada ni la policía ni sus enemigos habían podido dar con ella.

Y por eso mismo es que ahora una de las mafias más poderosas de Europa –y a la cual traicionó hace meses– le había puesto precio a su cabeza, premiando con una suma de millones de dólares al primero que la asesinara, por lo tanto, ahora tenía a una horda de mercenarios, pandilleros y asesinos pisándole los talones en busca de clavarle una bala en medio de las cejas.

Pura mierda, nadie podía con ella.

Con aquellos pensamientos, se deslizó por la azotea de un viejo edificio de departamentos después de varios minutos corriendo, adentrándose en uno de estos por la ventana para, por fin, descansar debidamente después de una noche tan agitada.

Se desplomó contra el enorme colchón de su recóndito escondite cuando pudo localizarlo a tientas, pues las luces estaban apagadas, y sin quitarse la ropa se acurrucó mejor contra las mantas, dispuesta a tomar un merecido descanso. Sin embargo, no pudo nadar por el mundo de los sueños, ya que las luces se encendieron de imprevisto y pronto tuvo un delgado pero fuerte cuerpo apretándola contra el colchón inesperadamente.

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