Fácilmente, Zuré podría decir que se encontraba indecisa y confundida con todo aquel asunto de la escuela media superior.
No porque no le gustara la escuela. (Le encantaba la escuela. La escuela era lo suyo). Ni tampoco por el entorno en el que la rodeaba, sino por un pequeño detalle.
Ansiedad social.
Era muy consiente de que comprometerse a lidiar con ataques generalizados a diario, tal vez no fuese bueno para su salud mental. De que pasarse las noches trabajando y sobrepensando hasta horas no consientes para hacer más grandes sus inseguridades o en ocasiones olvidarlas, quizá no fuera la clave de la felicidad.
Era muy consiente y, sin embargo no le preocupaba, o tal vez un poco, pero podía sobrellevarlo la mayor parte del tiempo.
Eso no la frenaba.
Era otra cosa lo que la frenaba, hasta que por fin llegó el momento de presentarse a ese infierno llamado Preparatoria.
Fue ahí donde se topó con El Chico.
El Chico cuyo nombre no llego a conocer, o al menos no ese día.
El Chico a quien conoció tras entrar dando tropiezos, a ciegas, el primer día de clases.
Mientras, otro chico se acercó y le preguntó:
–Por curiosidad, ¿Hay alguna razón concreta para que estés sola?
Zuré soltó un suspiro. Intento librarse de aquel encuentro y no lo consiguió. Todo su campo de visión se encontraba desenfocado.
Lo único que distinguía era una silueta: Alguien alto, de cabello oscuro, vestido con una camisa blanca, no, quizá era azul y ... Ya. Nada más.–Pues, ¿No es normal respecto al tipo de entorno en el que estamos? —tartamudeo.
Nada. Silencio. Y luego:
–No.
La voz del chico era suave.
–¿Estás segura?
–Sí.
–¿De verdad?
–Lo suficiente, teniendo en cuenta que es nuestro primer día de clases.Bien. Ahí podría librarse de él.
–Entiendo... ¿Quieres ir a caminar un poco?
–¿No tienes que...?Señaló hacia un grupo de chicos, o hacia donde creía que estaban los chicos. Le daba vuelta la cabeza, incluso manteniendo los ojos cerrados se sentía mareada.
Intentó librarse de aquel chico, pero el inconscientemente no sé lo permitió.
–¡Ah! Ellos... Recién los conocí igual. —contestó él, pero Zuré solo asintió desganada—
–Vaya... Pensé...Sin atinar. Había pensado sin atinar, como era su costumbre, don y maldición.
–¿Estás bien?
–Mucho mejor de lo que tendría que.
–Estás temblando. En medio del salón.
–Ah, no estoy temblando. Bueno, un poco sí, pero es normal, ya me entiendes.
–No, no te entiendo.Zuré suspiró y se dejó caer contra el asiento.
–Vamos a caminar, la clase aún no inicia. —Se encogió de hombros. Con un poco de suerte, mirando hacia donde se encontraba aquel chico—
–Pues mientras no nos perdamos en el intento todo bien.El chico rió, parecía personalmente divertido.
Zuré coloco sus cosas sobre la mesa, tomó su celular y al poner su mochila sobre aquella incómoda silla de madera, su mirada, entre veinte personas más, lo distinguió a "Él", El Chico que tanta curiosidad le comenzaba a crear y sin más, sonrió.–¿Qué pasa?
–No pasa nada. Solo... Vamos.
ESTÁS LEYENDO
𝓔𝓵 𝓹𝓵𝓪𝓬𝓮𝓻 𝓭𝓮 𝓮𝓷𝓪𝓶𝓸𝓻𝓪𝓻𝓼𝓮. ✨
Romance"Aveces pienso en ti y me imagino que también estás pensando en mi... es parte de el dulce placer de enamorarse"