Hermosa Tentación.

Surgiendo como un Fenix

Todo a mi alrededor era nuevo, no importaba cuanto tratara de acostumbrarme a la oscuridad que rodeaba cada parte de aquel cuarto, no lo lograba. Tome algo que pude reconocer como un látigo y una parte de mí no pudo evitar pensar en que debería de correr y que esto era lo más estúpido que habría hecho en toda mi vida, pero no lo hice. Me dirige a lo que pude reconocer como la cama sentándome en la orilla a esperar. No sabía que mierda debería de esperar, pero fueron las únicas palabras que él dijo: "entra en esa habitación y espera," antes de desaparecer por el pasillo. Empecé a desesperarme cada vez más, sin darme cuenta mi pierna ya se movía de arriba abajo, por un tic nerviosismo que tenía desde niño.

-Tranquilo, esto te gustara- susurraron en mi oído, sosteniendo mi pierna para que dejara de moverla.

No supe en qué momento él había entrado, ni en qué momento la habitación ya se había iluminado de una luz morada. Tan nervioso estaba que simplemente no me di cuenta de lo que pasaba a mi alrededor. Ahora podía ver con claridad y lo que vi, me sorprendió y a la vez me aterro. En las paredes de color blanco se encontraban diferentes tipos de látigos, esposas, y objetos que jamás había visto antes, pero tenía la seguridad de que pronto lo iba a descubrir.

Sentí sus manos ir viajando hacia mi cuello y comenzó a presionarlo con fuerza haciéndome levantar el mentor logrando que mirara sus oscuros ojos cafés, intente libarme empujándolo, pero lo único que logro fue que sostuviera con más fuerza mi cuello.

-Por favor, no- Supliqué, pero eso solo pareció excitarlo ya que pude ver como sus ojos se dilataban cada vez más.

-Te recuerdo que tú ya no das ordenes, ahora eres mi juguete y las ordenes las doy yo- Sentencio mientras tomaba mi boca con la suya. Introdujo su lengua en mi boca y pude sentirla recorrer cada parte de ella.

Él tenía razón, el poder que yo tenía al dar órdenes se me fue arrebatado en el momento en el que entre a esta mansión. Todo por culpa de los enfrentamientos que nuestras familias tenían por tener el poder. La familia Edwards y la familia Villin eran conocidas por ser dueñas de los negocios más grandes de venta de autos, claramente solo ante el ojo público, pero nadie sabía que las verdaderas ganancias venían de la venta de drogas. Nadie sabe verdaderamente cuando empezó esta rivalidad, pero nosotros como los primogénitos y futuros herederos del negocio familiar teníamos que seguir con el odio mutuo que nuestros abuelos heredaron.

El día en el que mi poder y libertan se me fueron arrebatadas, comenzó cuando descubrimos que la familia Villin mando algunos espías, pero con lo que no contamos era que uno de ellos era nada más y nada menos que Conan, el hijo mayor y futuro heredero de todo el negocio familiar Villin. Era normal que nos espiáramos mutuamente, y que al atrapar a los intrusos solo les dábamos una golpiza como advertencia y los devolvíamos. Pero con lo que contábamos era que esa noche los guardias recién llegados estarían cuidando la empresa y que tenían ordenes de dispararle a todo lo que se moviera.

-Como mierda se les ocurrió haberle disparado al futuro heredero de la familia Villin- recuerdo haber escuchado a mi padre gritar en su despacho, seguido de tres disparos. - El señor Grayson está pidiendo una compensación para remediar nuestro error y no podemos negarnos.

Era obvio que no podíamos negarnos a cualquiera de sus perdidos. Aunque había una gran rivalidad en las familias aun así, tenía que haber un control por lo cual teníamos un acuerdo en donde podíamos tratar de mandar a la bancarrota el negocio del otro pero nunca debíamos meternos con los miembros de las familias. Ese acuerdo fue impuesto después de que mi tío heredero de nuestro negocio familia, y el segundo hijo de la otra familia o en otras palabras el hermano del ahora jefe, perdieron la vida en un confrontamiento cuando tenían 20. Mi madre me conto que los dos pelearon por la misma mujer y en un descuido se terminaron disparando el uno al otro, perdiendo la vida al instante. La pérdida fue tan dolorosa que todos estuvieron de acuerdo en dejar de lado a los miembros de las familias en los negocios o al menos no tratar de matarnos los unos a los otros. Sabíamos que alguien tarde o temprano iba a romper el pacto, pero no imaginamos que fuera de esta manera, y yo mucho menos me imaginaba que me ofrecerían como compensación.