Prefacio

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-Sí, ya llegué, no, -suspiro- mañana no me toca ir. Tengo unos días libres, quizás aproveche y cambie algunas cosas por aquí.

Cierro la puerta y coloco las llaves en su respectivo lugar.

-Está bien, yo te hablo después, descansa.

Cuelgo el teléfono. Suelto mi mochila en la mesa, el abrigo en el respaldo de la silla y me dejo caer en un sofá. Estoy agotado, la jornada de trabajo se alargó de manera innecesaria, pero me siento feliz de haber llegado por fin a casa.

Tomo lugar en el sofá y despeino mi cabello con satisfacción.

-Mañana acomodo esto -comento hacia mí mismo, somnoliento, al ver el par de bolsas en el suelo.

Me levanto y subo a mi habitación. Estoy a punto de meterme en las cobijas tal y como me encuentro, pero hago un último esfuerzo por cambiarme y lavarme los dientes. Me recuesto, me acurruco y sin problemas concilio el sueño.

Varias nubes grisáceas decoran el cielo nocturno sin cubrirlo por completo y todo permanece en tranquilo a una considerable altura. La luna llena es la única fuente de luz en este momento, y una hermosa imagen de las nubes iluminadas en sus leves movimientos deleita la vista. Todo se ve muy sereno, hasta que una masa negra rompe sin piedad el suave flujo del viento.

Dicha masa atraviesa aquellas acumulaciones de partículas diminutas de agua. Algo unido a esa extraña presencia se agita de forma violenta mientras se precipita a gran velocidad. Permanece inmóvil y mientras más se acerca al suelo, aquello que se mueve bruscamente con el chocar del aire, se convierte en largos y finos hilos, que se oscurecen cada vez más.

Parte de esa masa comienza a aclararse; un par de destellos sobresale de su oscuridad e impacta contra el suelo, provocando un estruendo junto con un sonido encarnizado y huesudo muy desagradable.

Doy un salto en la cama al escuchar un fuerte ruido proveniente del patio. Alarmado, me levanto y doy un vistazo por la ventana. Logro divisar algo oscuro sobre el suelo, y quizás es una jugada de mi mente, pero parece extenderse poco a poco.

-¿Qué demonios...?

Intento reaccionar al frotarme los ojos, el reloj digital marca las dos con quince de la mañana. Tomo mi teléfono y bajo las escaleras para llegar al acceso del jardín. Deslizo la puerta de cristal y enciendo la linterna; me arrepiento de no haber tomado algo con qué cubrirme del frío, pero los nervios de todo este asunto me impiden regresar.

El objeto sospechoso está sobre la zona pavimentada, así que voy hacia él mientras intento adivinar de qué se trata. Me acerco con cuidado.

-¿Cómo rayos llegó esto aquí?

Una barda alta que rodea el jardín, así que nadie pudo haberlo arrojado. Miro el cielo, pero todo está despejado. Parece una enorme bolsa de basura y un líquido que no puedo identificar sale de ella. Al analizarlo con meticulosidad, noto que no se trata de un plástico. Puedo distinguir mechones de cabello. Está mojado.

-¿Un animal?

Dudo un par de veces en tocarlo con la mano y termino por usar un palo que está cerca. A pesar de tener la lámpara del celular conmigo, es difícil descubrir qué es eso. El palo se atora y al momento de jalarlo, varios pelos se enredan en él. Son muy largos. ¿Qué animal puede tener el pelaje tan largo? ¿Un perro?

Volk (Fragmento introductorio)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora