Reseñas

Reflexión 4 | Desenterrar y Hablar

"Yo estaba yendo a entregar cosas en el camión a un pueblo cercano. Mi papa, su abuelo, no quería dejarme ir solo porque ese pueblo estaba controlado por la guerrilla. Sorpresa que me llevé cuando el comandante que me recibió en el pueblo era mi compañero de la primaria con el que hacíamos carreras"

Una de las memorias de mi padre, cuando trabajaba de camionero a sus 15 años con mi abuelo.

La exposición desenterrar y hablar inevitablemente me trajo esto a la mente. El conflicto armado colombiano ha sido la historia menos contada de las muchas en las familias colombianas (sobretodo en la capital del país). La exposición consistía en realidad de dos, una llamada silencios y otra desenterrar, sin embargo, el modo auditivo fue el que más caló en lo más profundo de mi ser. La memoria de Mickelzine mientras nos presentaba ambas exposiciones era dolorosa, tanto de sus vivencias como de sus acciones como exmiembro de los paramilitares. Justamente, la obra silencios de Juan Manuel Echavarría son fotografías de colegios que alguna vez fueron, una parte de los crímenes cometidos contra los niños en el conflicto armado. Las escuelas, algunas abandonadas y otras dándole techo y seguridad a más victimas desplazadas del conflicto en Colombia.

La otra parte de la exposición (Réquiem NN), el trabajo de búsqueda de personas desaparecidas que fueron adoptadas después de muertos. La manera de representar un antes y un después con los lenticulares fue a asertiva. Un mismo lugar fue lugar de transformación, donde en un momento había un NN que era adoptado y dado un descanso, incluso formando parte de la comunidad pues concedían favores. Ambas exposiciones fueron acompañadas por la guía de Mickelzine un periodista reinsertado, que entre obras de arte nos compartía su experiencia dentro del conflicto. Todo lo que recuenta Mackelzine es devastador, como lo es el conflicto, sin embargo, se logra empatizar con él. 

A pesar de que los paramilitares se dibujan en la memoria como los enemigos o los inequívocamente malos, Mickelzine revela a través de su historia los matices que tienen estos ejercicios de memoria. Es el caso de muchos jóvenes que no tienen más opción que formar parte de las fuerzas armadas, desde el propio reclutamiento forzado a menores de edad y las condiciones socioeconómicas del país que deja prácticamente a alguien sin opción alguna. Muchas veces me pregunto si tal vez mi papá no pudo haber terminado como su antiguo compañero de carreras, una pequeña oportunidad de trabajar en algo más que no fuera el conflicto lo alejó de eso pero ¿Qué tanta oportunidad es trabajar de camionero desde los 14 años? 

Parece inverosímil pensar en que eso representaba algo de privilegio, pero así era. Desafortunadamente, Mikelzine no tuvo ese camino, si bien él era más grande cuando decidió unirse a los paramilitares; 19 años en realidad no es mucha diferencia. Son solo 5 años, hay personas en la capital que no saben a que dedicarse a esa edad, ahora se espera que un joven de esa edad tome una "decisión" (qué tan decisión es cuando no hay otra oportunidad) tan importante como pertenecer a un grupo armado. Lo más desgarrador es que los silencios, los Réquiem y la historia de Mikelzine se repitieron incontables veces en el conflicto. Son historias que son ocultadas o construidas desde un solo punto de vista haciendo que las personas de Colombia ni siquiera sepamos de nuestra memoria. Aunque el que estas exposiciones y los distintos de memoria sean cada vez más accesibles a todes nos lleva en un camino que construye la memoria desde un punto de vista colectivo y también empático. 

Se lo dejé a Mikelzine en la exposición aquel día, pero se me fue casi imposible contener las lagrimas (misma razón  por la que no hice cápsula de esta reflexión, cada vez se me quebraba la voz). La exposición, las palabras y memorias de él hicieron de la exposición un ejercicio desgarrador pero en parte esperanzador de una construcción de paz en colectivo.