Cosas que no le cuento a nadie

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Miro hacia atrás buscando dónde pudo haber empezado.
Recuerdos de mi infancia, de la escuela, de la universidad, recuerdos de empleos, de parejas, de alegrías, de amargura, miro hacia atrás y no sé si empezó hace dos, 8, 12, 24 meses o 24 años.

Quizás es la suma de todo y el hecho de que no me concentré en lo bueno sino en lo malo, en que dejé de creer en el amor, después de tantas decepciones familiares y de pareja, en que poco a poco fui viendo al ser humano como un ser despreciable y llegué a tener ese sentimiento también hacia mí.

Tengo todo para estar feliz, y no lo estoy y me siento culpable por eso, aún más cuando me dicen que hay personas que no tienen un techo donde dormir o absolutamente nada que comer, que hay personas que andan deambulando en la calle sin familia y sin consciencia. Y yo que tengo todo, no tengo el derecho de sentirme así, yo que tengo todo debo sentirme feliz, plena, disfrutar mi vida y esas palabras entran en mi cabeza como puñaladas. Y me siento más culpable y con menos valor y más triste. Y seguramente si pudiera cambiaría mi lugar con cualquier deambulante y con cualquiera de esos desdichados sin techo y sin comida, sin consciencia y sin familia que pudiera ser feliz con lo que tengo.
Miro hacia atrás y me pregunto si terminé deprimida por estar mirando hacia atrás y probablemente la respuesta sea afirmativa.

Memorias de pensamientos suicidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora