Caperucita

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Un monstruo no se merece escribir en cursiva. Solo una cama de piedras, una manta de piedras y morir en el
olvido. Recuerdo cómo era mi vida antes de que me rozara la muerte. Ahora soy una sombra y estoy maldita
porque un asesino me escogió y se encaprichó de mí.
Ha llegado la luna y él viene a mí montado en la primera pesadilla. Me sudan las manos y me siento desnuda y
oliendo a flores. Sé que me mordería si pudiese. Cortaría mi cabeza y la lavaría con lavanda y rosas. Me pelaría
como una manzana roja, acariciaría mi cráneo blanco y se comería mis ojos y mis labios con una copa de
Cabernet Sauvignon. Su boca se llena de agua, de besos decapitados y de muerte mientras saborea los restos de
mi miedo, mis manías de colores y mis dedos, todavía manchados de helado de vainilla.
No tengo a quién gritar ni dónde esconderme, así que permaneceré quieta. Mi mundo está pervertido; los brazos
que me protegían se han vuelto garras contra mí. Los ojos de mis amigos me buscan para darme caza. ¿En quién
confiaré? ¿Quién vendrá a salvarme?
Con la valentía de quien lo ha perdido todo, saco al monstruo de mis sueños, le doy un bolígrafo negro, un papel
y le permito un momento para explicarme quién es y por qué entró en mi vida.

Mi cráneo perfumadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora