Hay muchas formas de empezar a hablar de uno mismo. La verdad que elegir el momento adecuado de cuando hablar es complicado, más aún de cuando callar y esperar ese momento, momento que supondrá un antes y un después, tal vez dolor, tal vez lo contrario....pero desde luego será un punto de partida por el que empezar a caminar o a cambiar o definitivamente congelarlo todo o congelarse.
Hace mucho que no camino, me he quedado esperando ese momento, mi momento para pasar a la acción y mientas llega ese momento la vida avanza sin contar conmigo, y como un zombi voy pasando cada hora, que se convierte en otro día, otra semana, otro cumpleaños en el cual estoy congelada mientras espero ese momento, ese paso que no doy.
Cada vez es más difícil encontrar ese momento, pues es lo que tiene congelarse, dejas de sentir, dejas de hablar, dejan de importante las cosas, y la inercia es la que te empuja y te levanta cada día. A veces ni la inercia lo consigue, y llega uno de esos días que dices ya no puedo más, no puedo aguantar, no puedo seguir y te vas a dormir con ese pensamiento y pasa otro día. La mañana y las rutinas te vuelven a empujar y te das cuenta que has vuelto a superar ese límite y puedes aguantar otro día más.
¿Y donde paso esos días de los que hablo? Pues con mi familia que me asfixia, en el trabajo que me consume, en los eventos/cumpleaños/fiestas que odio pero que asisto para seguir ese ritmo de los demás pues hay que ser sociable, abrir la puerta a nuevos contactos u oportunidades, disfrutar la vida.Y así no se desde cuando y hasta cuando, yo la zombi seguiré en silencio, congelada, esperando..... esperando .... realmente ya no sé qué estoy esperando. Es un efecto secundario de convertirse en un zombi, que dejas de recordar momentos, de sentir emociones, de saber por qué y cuando te dejó de importar participar activamente en tu vida y que esta siga su curso sin tu permiso, tu participación, tu interés.
Al principio te resistes, esto de ser zombi, no sucede de un día para otro, lleva su tiempo, un tiempo que empiezas a dejar de controlar y cuando lo notas intentas hablar con los demás y decir que algo que no sabes explicar te está pasando.
Pero esos demás, no le dan importancia, no te entienden, no tienen tiempo, tienen sus problemas, siguen aferrados fuertes a ese ritmo de sus vidas que ni se plantean que la tuya no va bien, que no fluye, que empieza a no bastarte, que empieza a ser una carga. Y cuando algo es una carga, dejas de encontrar momentos divertidos, sonríes menos, callas más, no discutes, el silencio y la soledad empiezan a ser mejores compañeros que todos esos que te rodean, qur hacen ruido y no se paran ni por segundo en mirarte, en mirar que ya no participas como antes, que ya te dan igual los planes, las fechas , los cotilleos, el que pase otro día, otro mes..... otro verano, otro año.