MORRIGAN
Rusia
25 de noviembre del 2018Solía amar los días nevados. Me encantaba pasar la mayoría del tiempo jugando con la nieve, sintiéndola y disfrutando cada segundo de ella. Amaba la forma en que los copos de nieve se derretían al tocar mi rostro o cuando permanecían en mi cabello negro, cubriéndolo de ese hermoso blanco.
Dios, lo disfrutaba demasiado.
—¡Morrigan apresúrate! — me gritó mi hermano desde la sala.
—¡Ya voy! — terminé de atar el listón rojo en mi cabello y corrí directo hacia mi familia —. Estoy aquí — anuncié emocionada, sin dejar de sonreírles.
—Aleluya. Creí que estaríamos todo el día esperándote — se quejó Mikhail, elevando las manos al techo. Se puso de pie y salió de la casa repitiendo que llegaríamos tarde.
Mamá solo negó sonriéndole a su hijo y caminó directo a mí. Mi madre era la mujer más hermosa del mundo, tan dulce, tan amorosa, tan... ¡Tan todo! Ella a mis ojos era la mejor madre del mundo. Y papá no se quedaba atrás, estaba calificado como el hombre más guapo, cariñoso y correcto del universo. Tenía la grandiosa suerte de tener unos padres que darían todo por sus hijos y demostraban cada segundo lo mucho que nos amaban.
—Estás hermosa mi amor — murmuró tomando mi rostro en sus manos cubiertas por unos cálidos guantes y dejó un suave beso en mi frente —. Vamos, sube al auto chiquita.
Asentí con toda la intención de hacerle caso pero, primero me acerqué a mi papi quien me sonrió al instante y señaló su mejilla con su dedo índice, rápidamente me puse de puntitas y le planté un sonoro beso en la mejilla. Corrí hacia fuera, alejándome de la cálida casa y saliendo al frío que me tenía temblando a pesar del montón de ropa que llevaba encima. Sin pensarlo dos veces subí a la parte trasera de la camioneta y cerré –sin querer– muy fuerte la puerta.
Lo calientito del coche me salvó de seguir temblando pero aún así me acurruqué en Mikhail, recargando mi cabeza en su hombro y tomando su cuerpo de abrigo.
—Más fuerte Mor, no cerró — añadió Mikhail con notorio sarcasmo.
—Perdón — dije, muy bajito sin dejar de buscar mi comodidad en él.
—Eres una garrapata — se quejó en un murmuro e intentó falsamente alejarme, aunque solo ganó que yo me apretujara mucho más en él.
—Y tú hablas mucho.
Mamá y papá entraron al auto al mismo tiempo, ambos quejándose del montón de nieve que estaba cayendo y asegurando que este año sería muy frío.
—Ya quiero que sea navidad — chillé emocionada y me alejé de Mikhail para ver a mis padres.
El auto se puso en marcha y poco a poco nos alejamos de la bonita casa para adentrarnos a la carretera, haciéndose visible el montón de hermosa nieve que adornaba las calles y vegetación. La nieve se había vuelto mi adoración desde que tenía tres años y jugaba con ella. Muchas veces había intentado hacer que Mikhail la amara tanto como yo porque éramos gemelos y nos tenía que gustar lo mismo, lamentablemente a él solo le gustaba el frío por el chocolate caliente, las fogatas y los regalos de navidad junto a los desayunos calientitos.

ESTÁS LEYENDO
Corazones Heridos
RomanceLa vida es cruel y Morrigan lo a aprendido en carne propia, desde el montón de sucesos que la llevaron a donde se encontraba parada en ese preciso momento; confundida y demasiado rota. Pero ella jamás lo aceptaría, se tragaría sus problemas y seguir...