ᴄᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 07

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Jungkook regresó a la habitación a mitad de la noche, estaba empapado de sudor.

Había sido intensa la conversación con su padrastro, le confesó un miedo que incluso ni él creía sentir. Sin embargo, Joon lo apoyó.

Cuando cerró la puerta, el cuarto estaba oscuro y la luz que desprendía la luna desde la ventana apenas si dejaba ver algo dentro de la habitación.

Pudo ver a un jimin dormido a la orilla de la cama, acurrucado entre las sábanas hasta su cintura, con su cabello regados en la almohada y algunos en su rostro.

Jungkook sonrió, ahí estaba ese lindo pequeño en esa cama tan grande.
Se daría una ducha rápida, porque estaba realmente apestoso. Así que tomó su toalla y se dirigió al baño. Su cuerpo se relajó ante las gotas que caían sobre su piel, estaba cansado por el entreno y un poco... mal.

Quizás no debió haber confesado nada a su padrastro, aunque una parte de él decía que estuvo bien. Porque después de todo, la relación entre padre e hijo tenía que ser así, ¿no? Llena de confianza.

Salió rápido de la ducha y ahí mismo se cambió en el baño. No quería despertar a jimin si encendía la luz del cuarto para cambiarse.
Así que, después de haberse cepillado los dientes, entró al cuarto de nuevo.

Escuchó los leves ronquidos del pelirrojo, su respiración era tan suave, Jungkook estaba apunto de recostarse junto a él hasta que vio como éste se removía entre las sábanas.

Jimin despertó, y al ver a Jungkook frente a la cama sonrió.

—Kooookie —dijo y extendió sus brazos para que Jungkook lo abrazara. El pelinegro parpadeó sorprendido, Dios, jimin era un amor.

Sin embargo no lo dejó esperando, así que gateó por la cama y abrazó al pequeño tal y como él lo esperaba.
Oh, olía tan bien. Jimin siempre olía bien.

Jungkook se recostó a su lado y el pelirrojo rodeó sus brazos en sus caderas y recostó su cabeza en su pecho.— Grandote, ¿cómo te fue con tu papá?

"Grandote" Jungkook sonrió hacia el techo.

—Bien, cansado como siempre. ¿Qué tal te fue en el jardín con mi madre?

El pelinegro no podía verlo por la oscuridad, pero presentía que jimim había sonreído solo con recordarlo. —Muy bien, tiene flores tan hermosas. — Flores... a Jungkook le encantaba cuando jimin era hogareño y aún no quería admitir la razón del porqué. Le encantaba como se veía el pequeño cuando se ponía una corona de flores en su cabeza.
Se miraba tan precioso.

Después de un corto silencio el menor habló:

—Kookie... —El pelinegro bajó su vista para verlo y jimin le estaba sonriendo. Se miraba tan encantador recostado en su pecho, viéndolo con esos ojos jade tan encantadores.

Jungkook estaba tan jodido.

—¿Qué pasa?

—nada, solo quería saber si estabas dormido.— contesta. Suelta una corta risita de esas pequeñas y tiernas que te encantan escuchar.

Jungkook le sonríe y acerca su rostro para rozar sus narices con un gesto dulce. —Kook, me da cosquillas.— Vuelve a reír, pero en ningún momento se aleja del pelinegro porque le gusta demasiado sus tratos y su cercanía.

Jungkook no se percata de la sonrisa tonta que marcan sus labios. Tampoco se ha percatado del cambio repentino que le causa la presencia de jimin. Y si no se da cuenta de ello, menos se fijará en lo débil que él lo hace.

Por favor, los chicos problemáticos también tienen sentimientos.
¿Qué no ven que Jungkook es un claro ejemplo de ello? Siendo domado por alguien que ni siquiera se esfuerza en hacerlo.

°𝐏𝐎𝐒𝐄𝐒𝐈𝐕𝐎°ღ𝒌𝒎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora