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Canadá estaba terminando de meter la ropa en la maleta, revisando los pares de ropa que llevaría para los días en los que estarían fuera. Estarían visitando a sus padres por el fin de semana, saldrían el viernes por la mañana, estarían el sábado y la tarde del domingo para regresar en la noche.
Lo cual era el tiempo suficiente para que México se desesperara, en la cabaña que rentaron sus padres no había internet y mucho menos señal telefónica, siendo eso un factor importante para el moreno. Quien juraba no aguantar tanto tiempo escuchando historias de sus padres.
Se acercó a uno de los cajones de la cómoda y sacó una pequeña caja de rompecabezas metiendola a la maleta, miro sobre su hombro al menor, aún dormía abrazado a la almohada del canadiense y soltaba quejidos.
— Mejor otro por si acaso...
Saco una nueva caja metiendola junto a la anterior. Volvió su mirada a los pantalones que faltaban por empacar y vio los shorts del mexicano. Siendo imposible no recordar la vez que se metió al lago y ya no tenía otros que usar teniendo que estar encerrado en la habitación esperando a que se secaran.
— Mejor otro par...
Cuando termino con la ropa miro sus propios artículos localizando el repelente de mosquitos.
— Definitivamente otro por si acaso.
Siguio así con cualquier cosa que veía a su alrededor recordando el por qué debería haber dos de esos objetos en sus maletas a pesar de que solo sean dos días los que estarían afuera.
Cuándo terminó volvió a la cama junto a México atrayendolo hacia su cuerpo en un cálido abrazo despertandolo en el proceso.
— ¿Qué hora es?
— Salimos en unas horas.
— ¿Puedo seguir durmiendo?
Murmuró mientras se escondía en el pecho del mayor.
— No... deberías levantarte y hacer el almuerzo para que no te de hambre en el camino de nuevo... Eres como un bebé, tengo más de dos cambios de ropa para ti. Cosas para entretener, incluso medicina.
— Si... pero me amas así.
Decretó con seguridad mientras se daba la vuelta dándole la espalda volviendo a acostarse entre las cálidas sabanas y los brazos contrarios que le abrazaron por detrás.
— Si, así te amo. ¿Ya le diremos a mis padres de nuestro compromiso?
— Sip, pero saltare por la ventana si tu mamá cuenta como UK le propuso matrimonio de nuevo.
— Y yo iré detrás de ti.
— No puedo creer que USA llora con esa historia.
— Finge, usa tapones para los odios.
— Necesitamos unos de esos.
— Ya llevo dos por si acaso.
— Por si acaso...
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¡Por fin soy libre! Digo, se acabó octubre. Espero que les haya gustado tanto como a mi.
