The plan.

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Miraba tras la ventana de su apartamento pensando cuándo lo volvería a encontrar. Rubén no sabía lo que sentía, si odio, amor, u obsesión.

Okey, lo último fue exagerado. En realidad no lo estaba. Pero Rubius no sabía qué sentía. O más bien, lo sabia, que lo sabía. Pero no quería aceptarlo.

No quería que nadie lo tocara ni lo amara más que él. Quería que él sea único para él. Que él mate solo por él y nadie más. Prefería que estuviera en la cárcel donde podría estar observándolo cuando quisiera, a que este meroneando por la calle asesinando gente porque .

Más bien, recuerda la razón de su separación: Karl.

Por fin recordó todo, todo su pasado renovado. No es como si hubiera perdido la memoria, pero por fin todos los dulces recuerdos hasta el único más horrible los recordaba. El único desastroso es cuando Quackity ya no estaba a su lado.

Aveces pensaba que el loco era el mismo con sus pensamientos extraños. acerca del fugitivo. No dormía por las noches imaginando qué es lo que estaría haciendo ahora. Hasta llegó a pensar que le hizo brujería. ¿Por qué pensaba todo eso? ni que fuera un familiar importante o un amigo cercano.... (lo era)

Literalmente era un asesino serial que acababa de escapar de la cárcel matando al guardia de seguridad sin dejar pistas de lo que pasó.

Dejando todos sus pensamientos de lado, decidió salir a caminar. Despejar su mente por así decirlo. Agarró su polera azul y se la colocó. Bajó las escaleras de su hogar, muy grande por cierto, pero muy solitario. Abrió la puerta principal y la cerró al salir del lugar.

— Agh, dónde estarás, Quackity. - no pudo evitar pensar en voz alta. Lo quería ver, y de verdad. Pero no sabía si para encerrarlo o para cogerlo.

Se detuvo en seco y reflexionó sobre lo que acababa de pensar.

¿cómo carajos Rubén Doblas, un policía conocido en su deber, estaría pensando ese tipo de cosas? no se lo perdonaría. Y no lo hizo.

No podía pensar de esa forma.

Ahora que no le gustaría encontrarselo de vuelta, no podría verlo a la cara por lo avergonzado que estaría.

Ay, que mala suerte.

Es como si los dioses lo escucharan y nunca le hicieran caso. En un momento de distracción por parte del castaño, chocó con un peli-negro vestido de negro y su típico beanie azul colocado en su cabeza.

ℜ𝔬𝔟𝔞𝔰𝔱𝔢 𝔪𝔦 𝔠𝔬𝔯𝔞𝔷ó𝔫 - Rubckity Donde viven las historias. Descúbrelo ahora