Declaración de intenciones

6 2 2
                                    

Y así me di cuenta de que me había enamorado del león, del depredador de piel brillante, del dios griego. Mas que enamorarme era una obsesión, por tocar su piel y rozar sus níveos labios, por estar cada minuto, cada fracción de segundo a su lado. No podía estar segura de que fuera una emoción real, pero no quería saberlo. Me le imaginaba colándose en mi habitación por las noches, soñaba con que sus dedos tocaran cada centímetro de mi cuerpo, pero tampoco estaba segura de que fuese mi imaginación. Escuchaba como respiraba cerca de mí, dejando su olor dulce en mi almohada, ¿Cómo podría ser un sueño entonces?

Si hay una cosa clara es que me está volviendo loca, ni en este mundo ni en ningún otro esto podía ser real, los fríos, así los llaman, solo entonces me acordé del frio tacto de su mano cuando sin querer se encontró por una fracción de segundo con la mía, pero esto es Forks, aquí siempre hace frio, pensé, pero aquel frio era casi inhumano. Sus ojos habían cambiado de color, del negro a la miel en cuestión de días, y luego otra vez negros cuando aparecí por la puerta, se alejaba constantemente de mí y huía siempre deprisa al terminar la clase. Aunque se estuviese esforzando por escapar de mi como si la vida le fuese en ello mi intención no era otra que perseguirle, acercarme a él a toda costa, aunque me costara la vida.

Me di cuenta, de que me había enamorado de él, y de que, si era un león, y yo solo un cordero a su merced. Que sus ojos estaban llenos de hambre, y yo era su plato favorito. De un segundo a otro su mirada cambio, se volvió triste, y volvió a huir. Pero yo ya había tomado mi decisión no huiría como él, me matase o no este era mi destino, y así acabase de la noche a la mañana no podía permitirme estar lejos de él.

Se que eso le entristecía, que yo estuviera aceptando que mi vida se iba a acabar, o bien por estar muerta, o bien por convertirme en una de ellos. Iba a echar de menos Phoenix y el calor, los rayos del sol sobre mi cuerpo, pero no me iba a echar para atrás, no quería envejecer si no era con él, no quería vivir ni un solo segundo más apartada de su rostro, de su aroma, de todo lo que me atraía hacia él.

Lo acepto, estoy enamorada de él, sé que él de mí también, aunque lo vea imposible, me ha salvado la vida en más de una ocasión, y yo estaba preparada para entregársela a él.

Edward, mi vida es tuya, eternamente:

Bella Swan.

Declaración de intenciones. Bella SwanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora