- Joder Matt, esta vez se te ha ido la mano. - dice una voz que no logro reconocer - Le llegas a dar un poco más fuerte y te la cargas.
- Sabes que ha sido sin querer, no pretendía que acabara así, solo quería darle un susto. - Dice mi padrastro.
No recuerdo nada de lo que ha pasado. Sólo sé que volvía a casa y, de repente, todo estaba negro. Abro los ojos de a poco, acostumbrándome a la luz de la habitación. Un terrible dolor de cabeza me invade, como si mil cuchillos se estuvieran clavando en mi sien. Entonces comienzo a recordar. Mijaíl quería que me acostara con ese hombre, y yo renuncié. Entonces volví a casa y cuando entré, creo que me desmayé. No comprendo muy bien la situación. Intento ver donde estoy pero no reconozco el lugar.
- ¡Se está despertando, mira! - dice el hombre que está junto a Mathew. Creo reconocerle como uno de los amigos de mi padre. Se llama Bill, o Jim... no logro acordarme de su nombre. Es rubio, alto, y tiene una cicatriz en la barbilla, como si le hubieran hecho un corte muy profundo con algo punzante.
- ¿Qué ha pasado? - pregunté. El dolor cada vez es más agudo. Decido tocarme la cabeza en el lugar de donde proviene el dolor y, cuando lo hago, noto calor y humedad. Al mirarlo veo que es sangre que no deja de brotar de mi cabeza. Mathew debe de haberme pegado un golpe con algo, por eso me desmayé al entrar en casa. Estaba esperando mi llegada al lado de la puerta.
- Te desmayaste y de diste un golpe al caer al suelo - dice el que creo que se llamaba Tim. No parece muy convencido cuando mira al que alguna vez consideré un padre, y no puedo evitar pensar que está encubriéndolo. Al mirarle yo también, veo el bate de beisbol que se encuentra a un lado, manchado de sangre que seguro es mía. Mathew se da cuenta y de repente su expresión cambia del miedo a la ira.
- Por supuesto que no, Neal. No voy a esconderme de esta zorra. Se merece todo lo que le pasa y más. Verás tú más tarde. - dice. Así que su nombre era Neal. - Ahora, te agradezco la visita, amigo, pero tengo que hablar a solas con mi hija - reclama sin dejar de mirarme, con los ojos fuera de órbita. Podía sentir su ira hacia mi, y todos los golpes que vendrían a continuación.
Deseaba realmente que el tal Neal no cediera y se marchara, pero finalmente acató la orden de mi padrastro y salió por la puerta, aunque algo reticente.
- Muy bien, pequeña puta. Ahora que estamos los dos solos en casa, vamos a hablar tú y yo sobre lo que has hecho hoy en el trabajo. ¿Te crees tan especial porque nunca he llegado a culminar mis deseos? Pues no lo eres. Sabes, April, siempre he pensado que aprendías rápido, pero aún tengo mucho que enseñarte...
Su mirada estaba oscurecida, y podía notar la ira aumentando a medida que daba pasos hacia mi. Un paso, un insulto, un paso, un insulto. Nunca había visto a Mathew así. Muchas veces se había propasado conmigo, pero hoy estaba fuera de sí. Decidí levantarme del suelo, a sabiendas de lo que venía a continuación, pero con el golpe en la cabeza me mareé y no fui lo suficientemente rápida para huir de él. Me cogió por el tobillo e hizo que cayera de cara al suelo. Mi nariz comenzó a sangrar, y me pareció observar un brillo de satisfacción en sus ojos. Comenzó a estirar de mi, acercándome cada vez más a él, pero yo quería huir. Sabía que si me quedaba, no podría salir. Intenté con todas mis fuerzas, pero el mareo y el dolor cada vez eran más fuertes. Pegué patadas y me zarandeé todo lo que pude, pero el siguiente golpe cayó sobre mí. La primera patada que me dio fue a los doce, un día que llegó borracho a casa de madrugada y yo estaba despierta esperándole. Le enfadó que estuviera ahí tan tarde y me pegó. Pero ese dolor no podía ni compararse con lo que sentía ahora. Una patada tras otra, cada vez se desahogaba más sobre mi débil cuerpo.
"Zorra, vas a aprender a hacer caso a lo que te dicen", y un puñetazo.
"¡Tu no eres quién para tomar decisiones, me perteneces!", y una patada.
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El destino de April
Lãng mạnApril es una joven huérfana que ha pasado por mucho durante sus pocos años de vida. Abandono, menosprecios, abusos, maltrato, violencia, un padrastro alcohólico... Todo eso ha ido marcando la personalidad de la joven, escondiendo a la niña rebelde...