Treinta y uno

44 10 0
                                    

Hoseok llego en tiempo récord al hospital, lo que provoco que Seulgui riera. Esta era la primera vez que su amigo cumplía su palabra de llegar en treinta minutos, de hecho lo hizo en menos tiempo.

—¿Cómo le hiciste para llegar tan rápido? ¿Acaso el amor te dio el poder de la velocidad?

—Ya Seulgui, no estoy para bromas ¿La viste? ¿Cómo se encuentra? ¿Es algo grave?

Era de esperarse que Hoseok llegara preguntando ese tipo de cosas. Y para Seulgui fue inevitable no querer divertirse un poco más con él.

—Sí, yo estoy de maravilla. No me siento cansada después de que estuve caminando seis horas, gracias por preguntar.

—Seulgui…

—No me importa, yo también soy tu amiga ¿Acaso no te preocupas por mí?

Hoseok estiro sus brazos como si quisiera agarrar por el cuello a su amiga, estaba muy desesperado y no tenía la paciencia para esas bromas. Ella se alejó rápidamente mientras se carcajeaba. El chico sabía que no lo hacía con malas intenciones, ella era así de inmadura asta con las situaciones más serias y preocupantes; sin embargo, así la había aceptado cuando iniciaron su amistad y ahora no le quedaba más remedio que soportarla. 

—Estás muy enamorado de ella ¿No? —menciono divertida ante la desesperación de Hoseok—. Vamos.

—Deja de decir ese tipo de cosas —le reclamo con cansancio mientras subían al elevador—. Sobre todo, ni se te ocurra decir esas cosas frente a ella. La pondrías muy nerviosa. 

—¿Por qué te esfuerzas tanto en negar lo evidentemente? Es obvio que te mueres por ella, acéptalo.

—No hay nada que aceptar. Si fuera cualquiera de ustedes actuaria igual.

—Tal vez sí, pero no puedes hacer comparación —le resalto su amiga—. Mira, ya hemos estado muchas veces bajo situación difíciles y yo sé por experiencia que eres capaz de dar todo por cualquiera de nosotros. Pero esto es muy diferente.

Seulgui tenía razón. A pesar de que tenían pocos meses de conocerse, se había vuelto una persona muy especial para él. Una que se metía en su mente con mucha facilidad, una chica con la que formo pocos, pero muy significativos momentos, alguien que lo hacía sonreír con cualquier minina acción que realizara y que derretía su corazón con ternura. Deseaba guardarla en una caja de cristal para poder protegerla de todo lo malo y por la que estaba dispuesto a meterse en graves problemas con tal de salvarla del infierno que estaba viviendo al lado de la esposa de su padre.

—Además, armaste todo un plan de búsqueda para poder encontrarla. Si eso no es amor, ¿entonces que es?

Se inclinó ligeramente hacia Hoseok mientras lo observaba con una ceja levantada en espera de una respuesta. Su amigo se había quedado callado desde que Seulgui había comenzado con su explicación, y es que, para esas alturas, asta él mismo comenzaba a cuestionarse sus verdaderos sentimientos hacia Eun-ji.

—Quizás no estés tan equivocada. —Un agudo chillido de parte de su amiga lo hizo retractarse de sus palabras—. Pero este no es el momento para pensar en eso, esto es muy delicado, tenemos que tener la cabeza fría, ¿entiendes?

—¡Agh! ¡Vamos! Estás siendo muy pesimista, probablemente ella no este tan grave como crees.

Por fin habían llegado al piso que les habían indicado, apenas dieron un paso fuera del ascensor, se quedaron quietos en su sitio debido al griterío de dos personas. Se trataba de una señora y un chico que parecían estar en una competencia para ver quién gritaba más fuerte, ni siquiera se entendía que era lo que se gritaban. Tenían un enorme parecido físicamente, quizás eran madre e hijo, aunque los gritos y las miradas de odio que ambos se dirigían hacían dudar a Hoseok y a Seulgui que tuvieran la misma sangre.

Incluso personal del hospital tenía que jalar de ellos porque de no ser así parecían dispuestos a golpearse. Además, había una considerable cantidad de personas que estaban observando atónitos la escena que esos dos estaban montando y para Hoseok y Seulgui también fue imposible no distraerse con ellos. Hasta qué la chica noto algo.

—Hoseok, la habitación de donde los sacaron es la de tu chica.

Eso fue suficiente para que volviera a prestar atención a lo verdaderamente importante. A paso veloz y a empujones logro posicionarse en la entrada de la habitación y la poca tranquilidad que sentía se esfumó al ver a la pequeña chica gritando y llorando. Tapaba sus oídos con sus manos, aún seguía pidiendo a las dos personas que ya habían logrado sacar del lugar que guardaran silencio.

Hoseok grito su nombre y sin importarle nada más, empujó al médico que estaba en la habitación y que además intento prohibirle el paso, hizo lo mismo con la persona que estaba intentando calmar a Eun-ji y que no estaba logrando nada. Hoseok tomo con ambas manos la cabeza de la chica y con sus pulgares comenzó a acariciarla para intentar calmarla. 

—¡Eun-ji! ¡Eun-ji, soy yo!

—¿Y tú quién eres para irrumpir de ese modo? —le reprendió el doctor—. ¿Eres algún familiar para hacer…?

—¡Soy su novio! —le grito mirándolo furioso.

Dijo la misma mentira que la primera vez que se conocieron. El doctor no volvió a decir nada.

—Eun-ji, sé que te sientes muy asustada, pero el peligro ya paso —dijo intentando que ella le mirara a los ojos—. Ya no hay nadie que te haga daño.

Su llanto había cesado de intensidad, pero seguía igual de agitada. De hecho, ni siquiera se había percatado de que Hoseok era la persona que estaba intentando controlar el pánico que ella sentía. Aun así, intentaba seguir cada cosa que esa persona le decía, como intentar respirar al mismo ritmo que él. Con largas inhalaciones y exhalaciones. 

—Ya está, ya está, ¿Lo ves? Esas personas ya no están aquí. No hay nadie aquí que pueda dañarte.

Esta vez atrajo a la chica contra sí y la apretó en sus brazos. Eun-ji soltó un quejido debido a lo fuerte del abrazo, pero no se alejó y permitió que le acariciaran la espalda y besaran su cabeza. Fueron largos minutos, pero al final logro calmar sus alterados nervios. Su respiración se calmó un poco, pero seguía hipando debido al llanto, y también su cuerpo estaba temblando. Sentía mucho miedo en su interior, sería muy difícil borrar de su mente el recuerdo de la señora Jeon tratando de matarla, así como la desesperación de que la pelea entre ella y su hijo alcanzará niveles peligrosos.

—Eso es, eso es. Lo estás haciendo bien.

Y por fin reconoció esa voz. Levanto la vista para encontrarse con una tierna sonrisa que dejaba ver un par de hermosos hoyuelos, y mirando un poco más arriba se topó con los únicos ojos que nunca la observaron con odio o rencor. En ese instante esos ojos brillaban de alivio y también alegría de poder, después de lo que le pareció mucho tiempo, volver a estar cercas de la amante del color azul y ella, ella suspiró llena de alivio y paz.

—Hoseok —dijo su nombre en un susurro. A él le supo muy dulce la forma como lo pronunció—. Hoseok, eres tú. Estás aquí.

Esta vez fue ella quien lo abrazo y escondió su rostro en la curva de su cuello. Aspiro fuerte el perfume varonil de Hoseok y se presionó contra él en busca de la calma que le brindaba cada vez que la abrazaba. Era un abrazo muy fuerte, uno en el que pretendían brindarse la calma que ambos necesitaban.

—Sí, estoy aquí. Y esta vez no voy a alejarme por nada en el mundo.

AZUL || Jung Hoseok Donde viven las historias. Descúbrelo ahora