Capítulo 1 Un billete a Londres servido con lágrimas

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Barcelona, España. Principios de septiembre de 2015.

Estoy sentada en la terraza de una heladería al lado de la playa, delante mío está sentado Ansel Elgort, ¡¡sin camisa!! Estamos tomando un helado y él me observa con su penetrante mirada de hermosos ojos marrones y con una sonrisa maliciosa en la cara. No sé quién se va a deshacer antes, el helado o yo. Porque una sonrisa tan bonita y con esas intenciones tendría que estar prohibida.

Me coje la mano, se la acerca a los labios y me da un beso en la palma haciendo que sienta mariposas por todo mi cuerpo. Entonces se inclina hacia mí, acerca su boca a mi oreja y me dice:

-¡Anabel despierta!

Abro los ojos y me encuentro con unos ojos de color verde azulado, que pertenecen a mi madre. La miro a la cara fulminandola con los ojos. Si las miradas mataran...Pero mi madre no se da cuenta de que me ha fastidiado el mejor sueño de mi vida.

-Ya voy-le digo cortante a mi madre, miro la hora en el teléfono - pero si son las seis de la mañana - le digo perezosamente

-Ya lo se bonita, pero no queras perder el vuelo a Londres -dice mi madre con una sonrisa en la cara y dándome un guiño.

Llevaba meses esperando este momento, por fin era el día. Hoy me iré como alumna de intercambio a Londres.

Me levanto de la cama corriendo y me meto en el baño, me quito el pijama y lo hago una bola y lo lanzó al cesto de la ropa sucia. Me pego una ducha de cinco minutos de agua fría ya que no le ha dado tiempo de ponerse caliente. Me pongo un vestido de tirantes de color violeta que me cae suelto por encima de la rodilla.

Mi reflejo en el espejo me devuelve la mirada y observo mis ojos que son cada uno de un color diferente, el derecho es azul turquesa como los de mi padre, y el izquierdo verde azulado como los de mi madre. Mi pelo es de color negro como una noche sin estrellas, ondulado y largo hasta la mitad de la espalda. Mi piel es blanca como la nieve y mis labios rojos como la sangre, a mi padre le gusta compararme con Blancanieves. Las facciones de mi cara son delicadas y tengo los pómulos marcados. Me acabo de peinar, y me pongo un poco de brillo labial y rimel.

Salgo del baño, que por suerte no tengo que compartir con ninguno de mis hermanos. Observo mi habitación ya que no voy a verla durante unos meses. Las paredes de mi habitación son de color verde salvia, y están llenas de posters de Star Wars, alguno de Bajo la misma estrella y de algún cantante y actor. Mi cama de matrimonio está debajo de un enorme ventanal con vistas al Tibidabo. Y con un escritorio al lado del armario.

Doy media vuelta y me dirijo a la puerta de mi habitación para ir a desayunar, pero antes de poder abrirla ésta se abre delante de mis narices. Doy un paso atrás, pero me tropiezo con mis pies y acabo de culo en el suelo, eso seguro que me dejará dolorida durante unos días....

Entonces por la puerta entra Alex, mi hermanito. Es un niño de 6 años, con el pelo negro, corto y de punta hacia todos lados. Detrás de él entra Ángel, una versión de 18 años de Alex con la diferencia de que tiene el pelo rubio oscuro. Pero los dos tienen los ojos de color verde azulado, y unas facciones marcadas.

Alex sale disparado hacia mi tirándose encima mío y acabando de tumbarme en el suelo. Rodea mi cuello con sus brazos y me abraza fuerte. Y yo le devuelvo el abrazo.

Alex y yo pegamos un grito al sentirnos aplastados por Angel.

-No puedo res-pirar-dice Alex exagerado su asfixia. Angel y yo nos reímos, ya que su voz parece una imitación distorsionada de Darth Vader.

Ángel se levanta y entonces Alex aprovecha para levantarse.

-Te quiero mucho, y te echaré mucho de menos-dice Alex con los ojos llorosos.

La prefecta mezcla del rock y el dramaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora