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A Shoto le encantaban las fresas.
Eran su fruta favorita y por la misma razón, cuando este fruto estaba en la estación en las cuales maduraban por completo, no se las perdía. De hecho, ahora mismo se encontraba vagando por el mercado haciendo sus compras y también buscando aquel producto, hasta que vio en un puesto donde, sin duda, se veían perfectas.
Todas estaban divididas en unas pequeñas cajas de madera con un plástico que las cubría para dejarlas ver, iba a tomar una de esas pero su mano chocó con una mano llena de cicatrices.
Ese pequeño toque hizo que una pequeña corriente eléctrica le recorriera por completo y que su lobo se retorciera de felicidad...
Bien, definitivamente no pensaba que así iba a ser la forma de conocer a su destinado.
Giró un poco la mirada encontrándose con un chico de cabellos verdes, pecas en sus mejillas y, a decir verdad, unos hipnotizantes ojos verde esmeralda que parecían mirarlo igual de sorprendido.
- Perdón, tómala, tu lo ibas a hacer primero. - le dijo el otro tomando la caja y acercandosela a su persona.
Shoto estaba recalculando su existencia, y cuando se dio cuenta de las palabras dichas por el otro hizo una pequeña reverencia.
- Gracias, pero no es necesario, puedes llevartelas tú, yo elegiré otras. - comentó rápidamente viéndolo otra vez, era muy lindo.
- Vamos, solo aceptalas, no quiero hacer una escena cliché de una película romántica. - le respondió con voz divertida el de pecas regalándole una sonrisa, una que a los ojos de bicolor podía igualar al sol en brillo.
- Está bien. - recibió la caja con cuidado en sus manos. Solo se quedó mirando las fresas como estúpido, de hecho sí estaban haciendo una escena de película cliché.
- Oye, ¿pero a cambio, me ayudarias a escoger otras? A mi madre le gustan mucho, pero yo no sé elegirlas... - se rasco la mejilla algo nervioso y avergonzado al mismo tiempo, estaba mintiendo y a la vez no.
Por un lado quería estar un tiempo más con el Omega, tal vez si era buena idea seguir con el cliché de película romántica, porque por supuesto sabia que lo estaban haciendo... Mientras que por el otro lado, el si quería levarle fresas a su madre y no sabia como escogerlas. Eso no se consideraba una mentira, ¿o si?
- Ah, claro. - le respondió con una sonrisa y empezando a ver las diferentes cajas de nuevo hasta que otra le volvió a llamar la atención. - Yo creo que estas podrían gustarle a tu madre. - le entrego una de las cajas con unas fresas de un color fuerte, se veían deliciosas.
- Muchas gracias. - tomó con cuidado el objeto que se le era entregado, realmente sin prestarle atención, ya que estaba en la tarea de mirar de reojo a el desconocido lindo que era su destinado.