.

714 74 28
                                    

Consiguió el trabajo, era una consecuencia posible por su pulcra solicitud pero la nula habilidad para lidiar con las entrevistas de trabajo era un indicativo al fracaso, tuvo éxito, la sensación lo hizo sentir bien. Era el puesto ideal, no tenía que convivir con más personas salvo el encargado de la bodega y de vez en cuando el supervisor, tenía un horario pero podía irse una vez terminara su tarea, solo debía organizar los productos por fecha de caducidad para ser puestos a la venta a tiempo, era bueno organizando.

Llegó a casa yendo directamente a su habitación para cambiarse con un atuendo seco, la caminata bajo el sol y la transpiración nerviosa lo habían hecho sentir pegajoso. Tomó su tarjetero de identificación para llenar las fichas, datos personales generales, padecimientos e información médica, números oficiales para llamar en caso de emergencia así como sus propios contactos y la pequeña guía de primeros auxilios ante asfixia, convulsiones, golpes de riesgo e incluso reanimación, una vez satisfecho lo guardó en el bolso que llevaría al trabajo para no olvidarlo.

El recuerdo de lo que pasó hace unos años hizo que su cuerpo hormigueara ansioso, la voz de su padre lo arrancó de ahí y fue a la cocina, donde el señor Raki solía estar después de hacer las compras.

— Adam, estoy en casa.

— Te escuché papá. ¿Compraste brócoli?

— Sí y las cajas de cereal. ¿Cómo te fue en la entrevista? ¿Conseguiste el empleo?

— Estuve transpirando pero salió bien, me contrataron.

La cara del ex sargento se iluminó por la noticia, perdió un poco de brillo antes de hablar con un tono más tranquilo. — Me alegro por ti, recuerda que si las cosas van mal...

— Puedo dejar el trabajo porque hay más que suficiente para cubrir los gastos de mi ingreso a la academia, lo sé. Voy a probar algo nuevo, tú dices que es bueno que lo haga.

— Lo sé Adam, confío en que esta vez será diferente. — Dando por finalizada la conversación el nombrado asintió y regresó a su habitación.

Un par de años atrás había intentado trabajar y estudiar al mismo tiempo, el puesto no fue lo que le prometieron, el constante desajuste en los horarios hacía que sus rutinas se arruinaran por días, trató de sobrellevarlo pero las constantes crisis lo llevaron a un ataque en público que terminó con seis puntos en la frente y una muñeca dislocada al haberse golpeado contra un automóvil.

El señor Raki nunca lo había desalentado en nada que decidiera hacer, ese día la historia fue diferente, le sugirió esperar a sentirse más preparado o hasta que se le exigiera conseguir un empleo tratando de convencerlo sobre lo satisfactoria que podía ser la vida universitaria sin otras responsabilidades encima, se sintió frustrado mucho tiempo pero luego recuperó su ritmo.

Cuando investigó lo que le costaría un estilo de vida decente en California durante su especialización supo que debía trabajar, escribió una larga lista de posibles imprevistos que requerían una suma considerable de dinero orillándolo a buscar un medio de ahorro.

El lunes por la tarde llegó a la parte trasera de la tienda, escaneó su identificación y acomodó sus pertenencias colgando el tarjetero en su cuello. Tomó la tabla con la lista de lo que debía organizar, con el sistema de colores que eligió para realizar la tarea le tomó solo dos horas de su turno, se reportó con el encargado y salió satisfecho a casa.

La rutina se repitió lunes, miércoles y sábado, en ocasiones terminaba antes y otras tardaba un poco más obligándose a tomar su hora de almuerzo pero nada de eso lo desanimaba, no había tenido problemas con Tyler ni con el supervisor, Darko, quien lo felicitaba cada que lo veía por ser un "mago de la organización".

Naughty?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora