Capítulo único

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Remus estaba lo suficientemente avergonzado como para regresar al dormitorio. ¿Cómo pudo ser tan tonto y descuidado? Especialmente si comparten la misma habitación. No se suponía que debía leerla, bueno, al menos no en ese momento o... quizás nunca, no esta seguro si algún día iba a tomar la desición de entregársela.

Recargo la cabeza sobre la pared, soltando un largo y exhausto suspiro. Supo desde el primer día que lo conoció que estaba perdido, aunque, por supuesto, en un principio se negó a tal idea, pero al paso del tiempo termino por aceptarlo y más cuando el chico se convirtió en animago para hacerle más llevadera sus lunas llenas.

Ingenuamente llego a pensar que esos sentimientos morirían en algún punto, pero no, al contrario, cada vez se hacen más y más fuertes al grado que, en un momento de valentía y desesperación entremezclados, lo empujo a plasmarlos sobre un papel. Una vez que termino le echo un vistazo a su escrito y quedo muy satisfecho de lo que salió de su corazón, sin embargo, faltaba lo más importante: entregársela a su destinatario, algo de lo que no estaba muy seguro de hacer, sentía que el riesgo no valía la pena y que no tenía oportunidad alguna. Sin deseos de seguir agobiándose por el tema y aún sin el valor necesario para entregar la carta, había optado por guardarla en el interior del libro que estaba leyendo y, decidido a alejar su mente del tema, se concentro en su tarea por lo que salió a la biblioteca.

Cuando regreso a su habitación encontró a sus amigos muy pegados entre ellos, callados y demasiado tranquilos, logrando con su presencia y el ruido de la puerta sobresaltarlos.

—¡Moony!—gritaron asustados al mismo tiempo.

El susodicho se adentro y la pregunta que estaba por hacer se extinguió rápidamente al vislumbrar a James Potter con la carta bajo su poder. Casi se le sale el corazón, pero más se paralizo al ver a Sirius Black (en un primer instante solo había divisado a James y Peter), acrecentando su vergüenza y dejándolo sin habla.

James al darse cuenta escondió inútilmente el papel detrás de su espalda, solo para regresarlo a la vista de su consternado amigo al verse pillados y sin salida.

—Lo sentimos—fue el primero en decir algo.

—Ee-eh... Aa-ah—tartamudeó y reacciono al fin, arrebatándole la carta al chico de gafas—. ¡¿Por qué carajo están fisgoneando mis cosas?!—logró decir cuando por fin dejo de balbucear, pasando de la vergüenza a la ira, sumamente aliviado de recordar haber omitido el nombre de su amigo en aquel papiro.

—¿En tan mal concepto nos tienes?—dijo Sirius colocando una mano en el pecho de forma dramática.

—Padfoot, cállate—susurró Potter y se volvió hacia el joven más alto—. En serio, lo sentimos—reiteró.

—Yo no—admitió el azabache descaradamente.

—¡Sirius!—James volvió a reprenderlo—. No lo hicimos a propósito, fue un accidente—explicó.

—Y para ser honestos, fue culpa de Prongs—añadió Black.

—¿Mía?—repuso indignado.

—¡Sí! Sino me hubieras empujado contra el escritorio no hubiera tirado el libro, la carta no hubiera sido descubierta y leída por nosotros y Moony no estaría...

—Pero si tú no me hubieras aventado esa almohada yo no te hubiera empujando, el libro no hubiera terminado en el suelo y...

—¡Ya cállense!—clamó Remus cansado y avergonzado, dandole la espalda dispuesto a romper la carta.

—¡Hey! ¡No lo hagas!—gritó James deteniéndolo a tiempo—. ¡Vamos Moony! Somos tus amigos, no hay nada de que avergonzarse—prosiguió colocando una mano en su hombro para que lo mirará—. A todos en algún momento en la vida nos gusta alguien y cuando lo admites es más fácil. Por ejemplo, a mi me gusta Lily, a Padfoot media escuela...

Carta (Wolfstar)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora