Thierry Renault

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Hijo bastardo de algún soldado francés, Thierry no tuvo una vida de lujo y felicidad, su madre bordada y cosía para el ejército, un trabajo agotador que exprimia su juventud, para así poder llevar un pan a la mesa, él a veces soñaba con que su padre entraría por esa puerta, sacaría a su madre de los talleres, los llevaría a una buena casa y serían felices. Pero tal sueño nunca se cumplió, a los 12 cayó en cuenta que su padre no volvería, y que sólo podía contar con su madre. Entonces ingreso al honorable ejército francés, había tenido algún que otro roce por el trabajo de su madre y no tardo en adaptarse a este. Cuando era libre iba a ver a su madre, luego se la pasaba en el cuartel, quizás era la sangre en soldado que tenía en él, su aprendizaje fue rápido y constante, parecía un niño que había estudiado con buenos profesores de pequeño. Entonces vino la primera gran prueba, alguien de su pelotón sería ascendido a cabo, y parecía una posición destinada para él, siendo cabo a los 15 años, sin duda su futuro sería prometedor, pero le posición le fue arrebatada Damiend Dubois, hijo de un noble sin nombre. Eso fue un gran golpe para él, parecía que el esfuerzo no está por encima del mérito, pero en lugar de resentir la nobleza, sintió un anhelo hacia ella. Con ese pensamiento, se decidió por acumular más y más mérito, el llegaría a capitán y su madre estaría orgullosa. Por ese tiempo su madre le presentó a una chica de nombre Marguerite, parecía ser nueva en el taller, una huérfana lamentable de alguna colonia francesa. Sabiendo las intenciones de su madre, quiso rechazar de forma amable a la muchacha, pero quedó asombrado en la primera "cita". Hablaba con una calma lejos de su edad, admirando pequeñas cosas y sonriendo por nimiedades, una salida se volvieron dos, dos en cuatro, y cuando menos lo pensó, ambos estaban enamorados. A los 16 años su madre sonreía, con su novia pensaban en casarse, la vida era bella. Pero siempre hay un abrupto, como si algo se deleitará del llanto después de la risa.
Había comenzado una batalla contra los holandeses, había sido llamado a la acción con orden inmediata. Sin alcanzar a despedirse, fue a la guerra.

Más adelante algún escritor ruso defenderá una gran idea, el dolor puede cambiar a un hombre, vuelve valiente al cobarde y astuto al ingenuo, pero también traidor al leal.

El horror de la guerra sólo se puede describir como el infierno en tierra, el olor es una mezcla de sangre, pólvora y carne descompuesta, las moscas crean sus propias sinfonías, descubres que hay más formas de maldecir y que los cobardes abundan. Damiend Dubois es uno de ellos, el infeliz no sabía ni lo que era una escuadra, si su padre no hubiera ganado algo de dinero hace unos meses, el perro estaría el sable del sargento, pero, decían que este pronto sería trasladado, y el nuevo sargento sería Dubois. La idea un motín paso por sus cabezas, pero eso sería condenar a sus familiares, entonces solo podías morder la bala y seguir adelante.

Ahí ocurrió, el hijo de perra los llevó a una emboscada, los números estaban en su contra y parecía que todos iban a morir. Pero Dubois no, como un toro herido los llevó de frente sin importarle las bajas abriendo un hueco en el cerco, escapando con menos de la mitad de sus hombres pero provocando suficientes bajas holandesas como para que no se atrevan a seguirlos. Pero resultaste herido, una bala había hecho un hueco en tu mejilla y podías sacas tu lengua por ahí, el cansancio te consumía y no pudiste evitar flaquear en tus pasos.
Por esos Dubois te dejo tirado, a ti y a los heridos que parecian muy molestos de llevar, pero viste que aquellos eran quienes más reacios a él, te diste cuenta que él había purgado las amenazas.
Sonreíste, el tipo no era un imbecil del todo, pensando en Marguerite, tu madre y tu futuro, caíste en un sueño.

Te levanto el amargo sabor del vino, eso y que te lo tiraran en la cara. Estabas en el bosque cerca a donde te habías desmayado. Frente a ti había un rostro desconocido, cuando vio que estabas despierto sonrió y habló.

"En hora buena Renaul, estas vivo", su voz era tranquila y frívola, sin tomar en cuenta tu estado.
"Debes estar confundido sí, pero debes saber que yo también, no pensé que serias el elegido, solo tienes 18 años. Aunque tu historial es bueno, listo, talentoso, leal, no tienes antecedentes y tienes familia" en ese momento su voz hizo un énfasis en esas palabras, un énfasis aterrador.
"Creo que tienes futuro, los tiempos están cambiando y necesitamos buenos hombres. Deben ser personas que vean más allá, que no vengan de cunas de oro, sino que tratan de conseguir la suya, ¿Sabes a lo que me refiero?"
Te dio una sonrisa y te pareció que los cadáveres parecian más vivos cuando sonreían.
"Por supuesto te puedes negar como no, nunca haríamos nada en contra de la voluntad de los demás, eres libre de elegir"

Tal vez los años de muerte no son en vano, el instinto te grito. Te decía que todo esto era peligroso, pero no podías hacer nada para evitarlo.
Así que conversaste con el demonio que tenias delante.

Nunca viste la ballesta escondida en la oscuridad, que te apunto hasta que termino la conversación.

Los que se podían salvar se pusieron de pie al día siguiente, los guiaste al cuartel  como un pastor guía a las ovejas. Al llegar todos te aplaudieron y alabaron tu liderazgo. Ahí te enteraste que Dubois había muerto la noche anterior, los médicos dicen que su corazón fallo y no pudieron salvarlo, más tarde llegaron órdenes inmediatas, debido a tus méritos en combate, habías sido ascendido a sargento, solo debías estar unos meses más en el frente, luego volverías a casa.
El tiempo voló y cuando menos te diste cuenta, estabas de nuevo en casa. Habías intercambio cartas con Marguerite y tu madre, pero verlas en persona fue distinto. De forma orgullosa  le pediste matrimonio a Marguerite, habiendo aceptado, les dijiste a las dos que su vida cambiaría, renunciaron a la fábrica y fueron a vivir a una mejor zona. Al año siguiente Marguerite quedó embarazada, pero tu madre cayó enferma, sostuvo su vida hasta que sus dos hermosas hijas nacieron, Lucie y Olivia, tu madre las vio y con una sonrisa. Murió.

Cuatro años pasaron y tus dos hijas han crecido de forma saludable, tu esposa las educa en los valores y estudia de forma independiente, para tener una educación decente para asistir a las reuniones sociales. Nunca volviste a ver al hombre de negro, pero has recibido alguna que otra tarea, un rumor por aquí, ignorar algo por allá, robar un documento delicado, dar algo de oro al indeciso. A pesar que eres un sargento, tienes dinero para estar tranquilo, y el respeto para pasear por la ciudad.
En estos años te das cuentas que las cosas parecen cambiar, y entiendes las intenciones detrás del hombre de negro.
Pero ya estas a mitad del camino, no puedes dar marcha atrás. Si algo aprendiste en este tiempo es que debes tratar de quedar bien con todos, aclama al rey si te ponen el sable al cuello, canta himnos de libertad si ponen una pistola en tu sien, nunca sabrás si tú serás el próximo Dubois.

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⏰ Última actualización: Nov 09, 2022 ⏰

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