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27.

Esa petición provocó que el corazón de Minho volviera a alborotarse, cada latido se escuchaba más fuerte que el anterior en su cabeza.

- " No Han, duérmete."

- " No puedo, necesito un beso de buenas noches o no podré dormir."

- " Bueno, dormiré yo entonces. Buenas noches."

- " Gafitas."

El mayor se decidió en ignorarlo, de seguro se aburriría si no le respondía por unos minutos.

- " Minho, Minho, Minho, Minho. " Llamó repetidas veces el menor. Molestando completamente al nombrado quien se volteó a verlo enojado.

- " Dios cierra la boca."

- " Solo uno."

- " No, ya te dije que no."

El rubio comenzó a hacer un puchero. Volviendo a hacer la misma acción de antes para comenzar a llorar. Sus sollozos exagerados provocaron que el mayor rodeara los ojos molesto.

- " Deja de llorar." La expresión triste del menor lo hizo sentir culpable por lo que rápidamente dijo.

- " ¡Dios! ¡Bien! Si es la única manera de hacer que te calles y me dejes dormir tranquilo."

El rubio dejó ver una sonrisa genuina, acercándose más a él.

- " Uno." Advirtió el mayor al ver su rostro emocionado frente a él.

- " Si, si, si, solo uno pero entonces debes hacerlo bien.
Te enseñaré, abre la boca. "

- " Se besar Jisung."

El rubio sintió los fuertes latidos de su corazón al escucharlo.
Dios sólo me llamó por mi nombre, debo estar loco.

- " Si.. pero yo sé besar mejor.
Te guiaré, hazme caso. " Al decir eso el rubio puso una de sus manos en su mejilla.

En esta cercanía sus respiraciones se mezclaban. Han se estaba tomando un segundo para contemplar las largas pestañas del mayor. Su belleza de verdad era única.
El rubio acercó su pulgar a los delgados labios del mayor, acariciandolos con ternura. Su rostro estaba ardiendo cosa que le pareció sumamente tierno a pesar de estar de la misma manera.

Cuando el castaño dejó ver sus blancos dientes por su boca entreabierta. El rubio volvió a sentir como la ola de calor lo invadía por lo que no pudo aguantar más sus ganas de poseer esos labios frente a él.

Con la ayuda de su mano sosteniendo el rostro del mayor, la lengua del rubio se hizo espacio en su boca, comenzado un baile adictivo que el contrario no tardó en seguir. Han se perdió por completo en el sabor de su boca, lo que le hacía imposible querer separarse de él.

Dios estuvo toda la tarde buscando en el bar algo que lo hiciera sentir algo así. Sin embargo cuando probaba los labios de los demás y cerraba los ojos para poder disfrutar más, lo único que venía a su mente era la imagen de este mismo chico. Fantaseando que era él quien recorría su cuerpo mientras lo besaba con furor. Cuando eso pasaba solo buscaba a alguien más, para tratar de olvidar lo que su mente parecía necesitar, al no lograr visualizar otra cosa se frustró y se limitó a embriagarse. Esta vez, en el segundo que pudo rozar su labios con los del contrario, quiso mantener los ojos abiertos, observar cada expresión que hacía, aunque él también quiso mantener los ojos abiertos luego de unos minutos Minho los cerró para perderse en el beso que el rubio había iniciado.

La manera en la que este rubio logró hacer un completo lío de su cabeza era impresionante. El mayor estaba totalmente confundido por esta extraña sensación que acompañaba cada acción de Han.