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Ya es tarde. El reloj de la pared marca casi las dos de la mañana mientras estabas en la cocina con un vaso de agua. Ese momento fue demasiado tarde para ti. Estarías dormida ahora mismo si no te estuvieras recuperando de una pesadilla. Cada vez que lo recordabas, un escalofrío te recorría los brazos y la columna.
Normalmente, intentarías distraer tu cerebro de las imágenes de la pesadilla al usar tu teléfono durante unos segundos o pensar en algo completamente aleatorio. Pero las sombras y los objetos de tu habitación no ayudaron a tu imaginación. El sueño permaneció fresco en tu mente durante diez minutos completos mientras permanecias despierta en la cama. Un vaso de agua vino a tu mente cuando estabas pensando en maneras de ayudarte a volver a dormir. Así que fuiste a la cocina a probar la idea.
Pensaste que estabas sola en tu estado de vigilia pero te sorprendiste al ver la figura de tu novio aparecer en la entrada de la cocina. La luz sobre el fregadero era la única luz ofrecida para mostrar su presencia. Podías verlo fácilmente, pero no las cosas detrás de él. No parecía estar medio dormido, sino completamente despierto.
"¿Qué estás haciendo?" preguntó Ni-ki, sabiendo que te acostaste hace horas.
Te frotaste los ojos y dejaste el vaso cuando él entró en el área de la cocina. Ni-ki entró en la cocina después de descubrir que eras tú quien estaba despierto. A decir verdad, la conmoción tenía los pelos de la nuca erizados, aunque nunca lo admitiría.
"Acabo de tener una pesadilla, eso es todo", le diste una pequeña sonrisa para tratar de calmar la preocupación en sus ojos. "¿Qué estás haciendo?"
"Estaba jugando con Heeseung hyung", respondió dándote un beso en la frente antes de envolverte en un abrazo. Apoyó la barbilla en tu cabeza y lentamente comenzó a mecerte de lado a lado. Fue muy relajante y ayudó a librar tu mente de la pesadilla. En cambio, llenó tu cabeza con pensamientos cálidos, imágenes dulces y un corazón palpitante. Su alta figura contra la tuya te hacía sentir seguro.
Ni-ki se retiró después de un minuto. Se le ocurrió una idea y comenzaba a hacerte sonreír. Te confundiste cuando te llevó al área abierta de la cocina. Sin embargo, se desvaneció cuando él agarró tus brazos y tomó tu mano izquierda con la derecha, colocando tu otro brazo sobre su bíceps izquierdo. Su mano izquierda rodeó tu cintura y descansó en medio de tu espalda. Ni-ki tiró suavemente de tu cabeza para que descansara sobre su pecho mientras empezaba a balancearte suavemente.
Mantuvo los movimientos simples, ocasionalmente haciéndote girar lentamente, dirigiendo tu pequeño vals en la luz opaca. Te empujó hacia atrás en un punto, dándote vueltas una vez antes de atraerte hacia su pecho, terminando con una inmersión lenta. Entonces besó tus labios. Le dio un poco de vergüenza ser suave y cariñoso contigo. Una sonrisa apareció en su rostro después del beso y tiró de ti a la misma posición que antes para que no pudieras ver sus orejas enrojecerse. Sentir su corazón dar un vuelco puso una sonrisa en tu rostro.
"¿Cómo puedes encontrar el ritmo cuando no hay música?" le preguntaste Él tarareó ante la pregunta, cerrando los ojos mientras entrelazabas tus dedos con los suyos.
"Cada vez que estoy contigo pienso en mil canciones".
"¿A cuál te mudas ahora?"
"Tango", dijo Ni-ki pensando en una de sus canciones favoritas.
"Pero no estamos en un tango", te reíste, mirándolo para ver un brillo en sus ojos. La sudadera con capucha suelta de Ni-ki y los pantalones de pijama de lana no combinaban con el atuendo habitual para un tango y la sensación del suelo frío bajo los pies descalzos indicaba el calzado inadecuado.
"Te acabas de despertar, no quiero asustarte".
Ambos se reían al pensar en ustedes dos bailando un tango en su pequeña cocina a las dos de la mañana medio dormidos. Un pequeño baile lento fue perfecto y te ayudó a sentirte mejor.
"¿Te sientes mejor?" preguntó después de un rato. Había algo más escondido detrás de su tono.
"Déjame adivinar", lo miraste para ver que tenías su atención. Un brillo infantil brillaba en sus ojos. "¿Quieres volver a tu juego?"
"Sí", confirmó. Te reíste sacudiendo la cabeza mientras te alejabas de su agarre.
"Ve", le dijiste, volviendo a tu vaso con agua. Ni-ki sonrió tan grande y saltó fuera de la habitación, pero no antes de volver corriendo para darte un gran beso descuidado en la boca a la que te quejaste. Sin embargo, no había tiempo para tu novio porque necesitaba volver a su juego en este instante.
Un rompecorazones romántico en un minuto y un niño vertiginoso al siguiente.
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