La Justicia en Hume

La Justicia en Hume

Para el filósofo escocés David Hume la Justicia es un tratado o convención humana donde las personas se vinculan o se unen. Hume considera que la Justicia es una virtud sintética o artificial, que nace desde la ideología del ser humano que pareciera natural, pero no lo es. Esta virtud nace a causa de la necesidad de los seres humanos de poder nivelar los recursos que son escasos en medida y de que cada persona reciba su parte y lo que le corresponde. Así mismo, el escocés afirma que la Justicia proviene de las impresiones, y no de tales cosas como las ideas. Hume defiende esta demostración ya que él era un empírico de corazón, y ponía la tesis de que nosotros conocemos no a través de ideas y pensamientos sino a través de nuestros sentidos, lo que podemos llegar a saber a través de la propia experiencia. Siguiendo la misma línea de argumentación, el filósofo empírico propone que la justicia y la injusticia no se derivan de la naturaleza, sino de la educación y convenciones humanas. Esto quiere decir que la justicia e injusticia se adquieren por pactos y tratados, como ya se mencionó más arriba, como también de la instrucción y formación, no son naturales al ser humano.

El filósofo escocés argumenta que si el ser humano sintiera cariño y afecto por el otro entonces la justicia como la injusticia serían desconocidas al género humano. Esto es porque si las personas vivieran en armonía y no existieran luchas ni conflictos entonces no se tendrían que establecer las bases de lo que le corresponde a cada uno y todo el mundo viviría en comunión sin diferencia alguna. El empírico da a conocer ejemplos de estos dos mundos, el mundo en altercados y el mundo ideal, donde admite que uno es existente y el otro no; es una clase de utopía.

"...el origen de la justicia se encuentra únicamente en el egoísmo y la limitada generosidad de los hombres, junto con la escasa provisión con que la naturaleza humana ha subvenido a las necesidades de estos". Esta cita textual dicha por Hume muestra como el ser humano por naturaleza tiene una parte o un lado egoísta y materialista, que desea conservar lo poco que tiene y lo que le ha concedido la naturaleza, sin tener que darles esas insuficientes posesiones a los otros. Aún así, en ocasiones las personas pueden mirar u observar las posesiones de los otros y sentir la aspiración de poder adquirir esos mismos objetos para tenerlos en su propiedad. Al final, es este egoísmo y egocentrismo que hace que nazca la Justicia, para que las personas repartan los bienes y adquieran su justa parte.

Ninguna acción puede ser virtuosa si no procede de un motivo virtuoso. Volviendo a lo que se mencionó antes, sobre el afecto y cariño que alguien siente por otra persona, el autor parece ponerlo en duda. Un ejemplo es que un hombre puede ser muy compasivo y benevolente con el género humano, por su sentido de moral y virtud. Sin embargo, un hombre puede mostrarse muy bueno y generoso con los otros, por el simple hecho de cumplir su deber, pero no sentir de verdad estas clases de sentimientos. Entonces Hume muestra la benevolencia que se siente por la moral y virtud, porque tal persona siente esas impresiones, y la otra persona que hace obras caritativas por el simple hecho del deber.

El ser humano, en sociedad, es capaz de suplir necesidades que, de otro modo, no sería capaz de satisfacer, y por eso requiere crear pactos. De otro modo, volvería a un estado de ermitaño que no sería capaz de llevar a cabo prácticamente nada, aunque tuviera la voluntad, ni de compensar insuficiencias primordiales. Cuando un ser humano trabaja solo, no puede lograr hacer una obra considerable; por eso requiere de los otros, porque de esa manera, pueden lograr y alcanzar cosas y metas grandes. El empírico escocés atestigua que cuando las personas se asocian, su fuerza crece; cuando está la división de trabajo su habilidad crece; y cuando se auxilian mutuamente, se evitan futuros infortunios y accidentes. De todo esto se puede resaltar la importancia de los pactos y tratados,

ya que cada persona se puede beneficiar de la compañía de los otros, la ayuda y el socorro mutuo, porque de otra forma sería muy difícil y complicado realizar tareas cardinales y otras básicas.