Capitulo 2: Negación

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Estaba algo cansado, su espalda estaba adolorida por la mala postura que tenía al estar sentado por tanto tiempo modificando y escribiendo papeles.

Un dolor punzante recorría su nuca, el estrés y presión que había sufrido en un intervalo de tres días casi que no tenía sentido. En tan malas condiciones estaba el pueblo, que al entrar al poder los pueblerinos comenzaron a hacer peticiones a diestra y siniestra.

Que si repara esto, que si ayudaba en aquello. Que si restaurar el lago, que reducir los impuestos. Realmente no pensó que sería tan pesado, pero como había prometido él escucharía al pueblo, el pueblo es primero y si el pueblo pedía todo eso el simplemente cumpliría con ello para ganar su confianza.

Golpeó su cabeza contra el escritorio y se quedó así, luego alguien tocó la puerta.

—Pase, está abierto—. 

—Buenas noches, Quacks—

Qué mierda. 

Se enderezó tan rápido que su espalda crujió audiblemente y miró a la puerta con incredulidad. Luego pasó a sorpresa cuando el que entró por ella era un chico de cabello castaño, con su hoodie negro típico y sus pantalones rotos de siempre. Sus ojos rojos brillaban cálidos mientras lo veían a él y una linda sonrisa se posaba en sus labios rosas.

Se alteró, ¿de dónde carajo había salido este cabrón? Casi dos semanas organizando una búsqueda hasta debajo de las piedras para que el maldito aparezca así de la nada. 

Con la mirada incrédula, vió como el castaño se paseaba por la oficina hasta llegar a la silla que estaba frente a él y luego con todo el descaro del mundo, sentarse como si nada hubiera pasado, solo lo miraba con una sonrisa, que no sabía por qué, pero no ocultaba nada de maldad en ella. Quackity sin embargo, no podía comprender el por qué de tanto cinismo, le hervía la sangre por la rabia del momento y sin pensarlo dos veces se tiró encima de él, haciéndolos caer al suelo, uno encima del otro con todo y silla. 

—Tú de veras que eres un hijo de puta —.

—Calmate Quackity —.

—¡No, No! Yo no me voy a calmar. Primero te robas mi alcaldía. Luego pones un millón de leyes estrictas que nomás sirven para joder, me haces la vida imposible, lastimas a gente inocente. Después desapareces como si nada dos semanas y no me dejas matarte. Cuando parece que por fin puedo tomar el puto puesto de mis sueños apareces a los siete días como si nada, no la friegues cabrón —.

—Quackity espera, solo estoy aquí para hablar– 

—¡Ni madres! —. y sin dudarlo le pone las manos en el cuello y comienza a apretar.

—Qu- quacks–...

—¡Que te calles! Cállate, cállate, cállate

—¡Quackity!—.

Y sus ojos se abrieron bruscamente.

—¿Qué te pasa tío? Estabas muy inquieto, ¿estabas teniendo un mal sueño o algo? —.

Casi que no procesaba nada, estaba aún en su oficina, babeando, con los brazos apoyados en el escritorio y el latido de su corazón era irregular junto a su respiración. Un sueño, aparentemente. Solo vió a los ojos verdes de Rubius, aún portando su uniforme, pero sucio y lleno de tierra, su cabello también estaba hecho un desastre y lo miraba con curiosidad.

—Luzu…—. balbuceó mientras se limpiaba la saliva.

—Mmmh, Luzu ¿eh? Respecto a eso, encontramos algo- — señaló la bolsa transparente que tenía en las manos. —Mira esto, es su tan preciada corbata. La encontramos en el bosque cerca del lago —. 

Todo por tíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora